A veces, pequeñas acciones que parecen irrelevantes se transforman en grandes inconvenientes. Las hacemos en casa y estimamos que no importan, que no tienen mayor impacto. Si juntamos todas las pequeñas cosas, la situación cambia. Esa es la reflexión que llevó a la diseñadora industrial Solveiga Pakštaitė a buscar la forma de darle la vuelta a la ecuación. Si muchas pequeñas acciones podían convertirse en un enorme inconveniente, ¿por qué no iban a poder ser además una solución?

Durante su etapa como estudiante en la Universidad de Brunel (Reino Unido), Pakštaitė se fijó en las dificultades que tenían las personas con algún género de discapacidad visual para, entre otras cosas, saber exactamente en qué instante expiraba un comestible. Contaban con dispositivos para casi todo, pero no para conocer con precisión si un alimento proseguía estando en buen estado. Deseaba diseñar una forma eficaz y económica para saber exactamente en qué instante caducaba un alimento.

Ese fue el principio. Ahora, como CEO y autora de Mimica -la compañía con la que desarrolla las etiquetas-, Pakštaitė quiere transformar Mimica Touch en una pequeña acción capaz de producir un enorme resultado. ¿Por qué dejar que se siga desperdiciando tanta comida si una sola etiqueta puede evitarlo? Si la piel de un plátano puede mostrarme en qué estado se encuentra, ¿por qué no puede hacerlo un envase? En Reino Unido, el 70% de la población tira alimentos que todavía están bien; en Estados Unidos asciende hasta el 90%. Es obvio que el sistema de datos de caducidad actual no funciona correctamente, pensó.

Tras mucho preguntar, un químico le dio la clave: añadir gelatina biorreactiva a las etiquetas sobre los envases. De esta forma, la gelatina, que se amolda al alimento que identifica, se descompone a medida que los productos empeoran; las etiquetas cambian su textura a tiempo que lo hace el estado del producto. Según la gelatina se va haciendo más líquida, las capas interiores de la etiqueta se vuelven más apreciables al tacto. Si el alimento está bien, la etiqueta es plana al tacto; si el comestible se ha puesto malo, aparecen unos bultos. Los siguientes pasos de la compañía pasan por llevar el producto al mercado y expandir su empleo.

Esta diseñadora, reconocida como ganadora de Innovadores Menores de 35 Europa 2017 de MIT Technology Review en español, apuesta por estudiar el inconveniente y a las personas para crear una solución. A veces, explica, la solución más tecnológica y compleja no es necesariamente la más apropiada. Quizás su etiqueta táctil no era la solución más obvia, pero funcionaba para las personas. O, como ha dicho en más de una ocasión, nunca hay que olvidar la relevancia de los detalles insignificantes.

Fuente: Opinno, editora de MIT Technology Review en español