La cultura, que resulta un concepto intangible, encierra muy diversas definiciones. Por un lado, si nos atenemos a las acepciones de la RAE, podemos decir que la cultura es un conjunto de conocimientos que permiten a las personas tener un juicio crítico general, y por el otro, se trata, además, de un conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, industrial, científico, etc, en una época determinada y un grupo social concreto.

No cabe duda de que, teniendo en cuenta estas dos definiciones, la adquisición de cultura es una manera de tener conocimiento del mundo, entenderlo, explicarlo y, además, describirlo. Es por ello, entre otras razones, hace siglos la cultura contaba con decenas de mecenas que han usado el arte, la ciencia, la literatura, etc, como un instrumento de poder, no solo de cara a sus contemporáneos, sino también de cara a la eternidad.

Conocemos, por ejemplo, a Miguel Angel Buonarotti porque el Vaticano financió la Capilla Sixtina y la Pietá, apreciamos el trabajo de Leonardo Da Vinci porque era el favorito de los Sforza, a Sandro Botticelli por el empeño de los Medici o tenemos constancia del peso de Emilio Moro en la pintura española y europea debido al mecenazgo de María de Hungría, la hermana de Carlos I de España.

De alguna forma, y según los especialistas, el arte siempre ha estado puesto al servicio de las ideas, pero no cabe duda de que también se puso al servicio del futuro, puede que con o sin consciencia de ello. Gracias a la pintura –independientemente del formato de la misma– hemos podido conocer, por ejemplo, las costumbres o la indumentaria de nuestros antepasados.

El importante papel de los museos y las colecciones de arte privadas

Hoy en día el mecenazgo cultural y artístico corre fundamentalmente a cargo de las grandes compañías que, entre otras cosas, se encargan de coleccionar los grandes nombres de la Historia del Arte, promocionar a artistas emergentes, así como difundir la historia a través de diálogos entre el arte y la gastronomía, la ciencia, la comunicación o la moda.

En este sentido, juegan un papel fundamental las exposiciones temporales de los grandes museos, en España, de hecho, tenemos el Museo Reina Sofía, el Museo Thyssen o el Museo del Prado, tres de las pinacotecas más importantes del mundo donde se exponen cada temporada muestras muy ambiciosas y novedosas que permiten a la sociedad acercarse a la pintura de nombres como Picasso, Dalí, Murillo, Fortuny, Ramón Casas, Hopper, Gutiérrez Solana, Velázquez, etc.

Grandes obras y grandes nombres del arte aún por descubrir

Pero, además de los museos y las colecciones estatales como las del Prado o el Reina Sofía, hay otras colecciones de arte maravillosas y súper enriquecedoras que aún están por descubrir por el gran público, como, por ejemplo, la Colección Banco Santander que encierra nombres tan importantes como Anglada Camarasa, Eduardo Arroyo, Miquel Barceló, Rafael Canogar, Eduardo Chillida, Alonso Cano, Martín Chirino, Luis Gordillo, El Greco, Luca Giordano, Sorolla, Zobel, Lucas Cranach, Zurbarán y un larguísimo e impactante etcétera.

Se trata de una colección de arte que se ha ido completando a lo largo de 160 años por las diferentes entidades financieras que se han integrado con Banco Santander. Sus fondos son muy amplios, recogen obras desde el S. II a.C. hasta la actualidad de diferentes disciplinas, desde escultura a pintura, artes decorativas, objetos numismáticos…

Diálogos top sobre moda y arte: Lorenzo Caprile e Ianko López

Con estos fondos, desde la Fundación Banco Santander se hacen diversas actividades para difundir la cultura y fomentar el conocimiento del arte. El organismo nos ofrece ahora otro punto de vista, en forma de vídeo, desde el que abordar la colección gracias a colaboraciones con expertos en otras áreas que relacionan el arte con su disciplina.

El último vídeo que ha lanzado ha sido una conversación entre Lorenzo Caprile e Ianko López, modista y periodista, respectivamente, sobre “Moda y evolución de la sociedad desde el arte”.

Ambos profesionales han mostrado su opinión sobre la presencia de la moda en el arte, así como la importancia de observar con detalle una obra o una escultura con el fin de conocer cómo vestían antaño y qué poder tenía la indumentaria textil.

En este sentido, López expone que “el arte se ha hecho eco de la moda y de la función de la misma”. Por ello, detalla, “si estamos atentos podemos ver la evolución de la sociedad a través de cómo nos vestimos. A veces con esto encontramos hallazgos sorprendentes”.

Por su parte, el modista ha elegido, directamente, algunas obras de la Colección Banco Santander que “muestran muy bien la evolución de la moda masculina”. Una de ellas es La predicación de San Juan Bautista de Lucas Cranach El Viejo, donde, según Caprile, destaca la presencia de la figura masculina de rojo en un primer término. “Resalto sus piernas, el atributo masculino por excelencia, y el color rojo que simboliza que es una persona poderosísima porque podía pagarse ese tinte, que era el mas caro. Así como por esa parlota con plumas, que más la quisieran muchas señoras en las bodas de hoy”, comenta.

Detalle de ‘La Predicación de san Juan bautista’. Cranach ‘El Viejo’. @ColecciónSantander

Además, también ha elegido dos retratos “magníficos” del rey Carlos III y el Marqués de Aitona. “Dos hombres en el apogeo de su juventud, dos fashion victims, llenos de plumas, bordados, encajes y joyas que seguían al dictado las modas de París bajo las modas de Luis XIV y Luis XV que eran de todo menos hombres austeros”.

Y concluye, explica Caprile, con este Retrato de caballero de Antonio María Esquivel porque “es un hombre de hoy en día, un burgués que representa esa gran renuncia de que los hombres a las joyas, los colorines, plumas y volantes, ese juego con la moda se lo cedemos gustosamente a las mujeres, pero con la condición de que no se ocupen de nada más”.

Detalle de ‘Retrato de caballero’. Esquivel. @ColecciónSantander

Pistas involuntarias de los artistas que dejar entender el pasado

De alguna manera, y de acuerdo con la opinión de los expertos en arte, el hecho de hacerse retratar por un artista también era una forma de mostrar poderío entre sus congéneres, ya que prácticamente ningún estamento social, a excepción de la realeza, la aristocracia y la iglesia, y más tarde la burguesía con la caída del Antiguo Régimen –dominado por el Absolutismo–, tenía la capacidad de hacer un encargo pictórico o escultórico a los artistas de moda.

Es cierto, no obstante, que el mecenazgo también evolucionó con el tiempo, sobre todo a partir de la segunda mitad del S. XIX, momento en el que comienza a hacerse denuncia social de manera generaliza a través de la pintura a través del movimiento realista. Eso sin perder de vista a Goya en España, por ejemplo, artista que fue pintor de cámara de Carlos IV y también cronista visual de la sociedad de su época a través de pinturas tan importantes como La boda, El parasol, La pradera de San Isidro o El albañil herido, entre otros.

En definitiva, y tras lo anteriormente expuesto, podemos afirmar que a través de una línea temporal conformada de imágenes tenemos la capacidad de saber cómo ha evolucionado la sociedad. Viendo un cuadro o una escultura podemos conocer las modas –que siempre han existido–, así como las costumbres o los cambios sociales imperantes porque una pintura, ya sea retrato o escena cotidiana, está llena de pistas involuntarias a través de la cuales las generaciones venideras pueden reconstruir el pasado desde diversas perspectivas y entender, además, nuestro presente.