Formar parte de la sociedad de manera plena, sin restricciones, es fundamental para el desarrollo personal de todas las personas que la integran, independientemente de sus aptitudes físicas o psíquicas. Por esta razón, la inclusión laboral y social de las personas con discapacidad son dos ejes imprescindibles para hacerles partícipes de todas las actividades sociales disponibles, incluidas también las deportivas.
El deporte favorece la conformación de una sociedad realmente más accesible, pero para conseguir que así sea se necesita la colaboración de muchas personas como monitores, terapeutas, psicólogos, otros deportistas o profesionales de la salud. Y todos ellos deben tener, además, un lugar donde poder desarrollar su trabajo en materia de inclusión social y laboral para personas con discapacidad. Definitivamente, para que la diversidad y la inclusión en el deporte sea real, requiere la creación de infraestructuras sólidas y comprometidas que unan la actividad deportiva y la discapacidad.
La relación de la discapacidad con el deporte viene de lejos
La relación de la discapacidad con el deporte es una alianza duradera que comenzó a forjarse a mediados del S. XX cuando Ludwig Guttmann, neurólogo y neurocirujano, creó la Unidad Espinal en 1943 en el Hospital de Stoke Mandeville, en Aylesbury (Inglaterra) con el fin de usar el deporte como terapia de recuperación para personas discapacitadas por daños medulares.
Con el tiempo, concretamente en la década de los años 50, la terapia derivó en actividades de entretenimiento e inclusión y, finalmente, en la creación de los Juegos Internacionales de Stoke Mandeville. Más tarde, en los años 60, se crearon los Juego Paraolímpicos tal y como los conocemos en la actualidad.
Aquel nexo entre personas con discapacidad y las actividades deportivas tuvo grandes beneficios para los primeros, ya que, entre otros aspectos, fomentó el compañerismo, la autoestima, la confianza y la autodisciplina. Ventajas que, por otro lado, han llegado hasta nuestros días y que han sido –y son– una combinación perfecta que tiene consecuencias tan positivas como entablar relaciones fuera del ámbito familiar y sanitario. Y no sólo eso, además el deporte sirve para desestresar la mente y mantener la agilidad física. Un equilibrio que, por otro lado, y en el caso de las personas con alguna discapacidad, es absolutamente necesario.
Por todo ello, y para impulsar el deporte adaptado, es importante que, tanto desde el ámbito público como privado, se impulsen iniciativas deportivas a través de programas deportivos y becas que fomenten tanto la participación activa como la movilidad internacional e interprovincial.
LaLiga Genuine Santander, la competición de la integridad social
En este sentido, por ejemplo, entre los 231.000 euros que Banco Santander ha destinado a la XIII edición de las Becas Fundación Universia para universitarios con discapacidad se encuentran becas dedicadas al deporte. De este modo, del total de 272 becas, seis de ellas se darán para apoyar la formación de jugadores de LaLiga Genuine Santander y ocho para deportistas adscritos al Plan Apoyo al Deporte Objetivo Paralímpico (ADOP). Una iniciativa en la que colabora la Fundación promovida por el Comité Paralímpico Español, el Consejo Superior de Deportes y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Uno de los becados durante el curso 2019-2020 de LaLiga Genuine Santander, José Carlos Salas, estudiante en la Universidad de Málaga como Técnico Auxiliar de Entornos Culturales y jugador del Málaga Club de Futbol en la Liga Genuine, explica que gracias al deporte ha creado relaciones “fuera de mi familia” al relacionarse con “compañeros, entrenadores” y, además, destaca que “hago trabajo en equipo y eso hace que disfrute de los entrenamientos y los partidos”.
“El deporte me ha permitido hacer crecer mi autonomía personal y profesional”
José Carlos cree, y así lo manifiesta a OKDIARIO, que la actividad deportiva es “muy importante” porque “impulsa la inclusión laboral, social y, además, permite llegar a una situación de mayor autonomía personal y profesional”. Explica también que, gracias a esta beca deportiva de la Fundación Universia, ha podido “hacer desplazamientos hasta la universidad para jugar al fútbol y poder realizar otras actividades que me gustan, como visitar museos y participar en talleres culturales, aprendiendo muchas cosas, relacionándome más con mis compañeros y profesores”.