Paula del Campo tiene 23 años y está a punto de terminar el Grado de Ingeniería de Telecomunicaciones. “Solo me falta entregar el Trabajo de Final de Grado. ¡Casi terminando!”, dice la estudiante llena de entusiasmo. Aunque aún le queda el empujón final, Del Campo ya está inmersa en el mercado laboral gracias a Santander Start, el programa de Banco Santander que brinda a los jóvenes su primera experiencia laboral en las diversas áreas corporativas de la entidad financiera.

“Cuando estábamos en plena pandemia decidí que tenía que buscarme unas prácticas profesionales, es cierto que no son obligatorias, pero sí que, desde mi experiencia, son altamente recomendables. Miré el programa Santander Start, apliqué y me llamaron desde Fundación Universia. Tras varias entrevistas me seleccionaron y comencé a trabajar en el Área de Santander Health”, detalla.

“Quería probarme a mí misma más allá de la teoría”

Tras varios meses haciendo prácticas, la valía y el trabajo duro de Del Campo, que tiene una discapacidad visual, le abrieron el camino y hace sólo escasas semanas que consiguió su primer contrato laboral en Banco Santander. “Estoy emocionada, muy contenta. He aprendido mucho estos meses porque me ha encantado el ambiente, he tenido un jefe estupendo y he podido trabajar colaborando con terceros. Ahora estoy en el Área de Riesgos, que está más en línea con lo que he estudiado”, comenta.

Está “feliz”, confiesa, por razones que no sólo tienen que ver con el acceso al mercado laboral, sino con un aspecto más relacionado con la superación y los retos personales. “No sólo estoy satisfecha por tener mi primer trabajo, sino porque también quería probarme a mí misma que podía trabajar y tener una experiencia real de trabajo. Tengo una discapacidad visual y no sabía si podría estar ocho horas delante del ordenador sin fatigarme o cansarme”.

En definitiva, el programa Santander Start le ha abierto las puertas de la inclusión laboral, y, además, le ha dado la oportunidad de “saber si era capaz de gestionar objetivos y autogestionarme el tiempo, por ejemplo, porque en la carrera te enseñan muchos conceptos y teorías, pero no a tener un trabajo real. Estoy trabajando mano a mano con muchas personas, me siento cómoda y me veo muy capaz”.

Eso sí, dice con gracia Del Campo, “las letras del ordenador las debo tener enormes para poder verlas bien. ¡La gente que pasa por mi lado debe quedarse alucinada con el tamaño! Nunca me he sentido mal por mi discapacidad, no me importa que me pregunten qué me pasa, prefiero que todo sea natural y que se normalice. No debemos hacerlo tabú porque es parte de nosotros”.

“Mi discapacidad nunca ha sido un freno, siempre lo he intentado”

Afirma, además, que para ella su discapacidad visual “nunca ha sido un freno para intentar todo aquello que ha soñado. Es cierto que, claro, al principio de comenzar a trabajar tienes miedo por si no aguantas el ritmo, pero a mí siempre me han inculcado el amor por el esfuerzo de intentarlo. Aunque te digan que no puedes, sí que puedes al menos intentarlo, ¿no? Eso es lo que yo les diría a todas aquellas personas con alguna discapacidad que se pueden sentir paralizadas por el miedo a no poder hacerlo. ¡Al menos que lo intenten! El no ya está ahí, no perdemos nada”.

Si de algo presume Del Campo, además, es la valía de su generación a la que define “como entusiasta, con nuevas ideas y con amplitud de visión cuando hablamos de renovación y futuro. Quizá somos una generación que piensa mucho en los cambios porque a nuestro alrededor todo está en constante transformación. No somos conformistas, por eso apliqué a Santander Start, para seguir adelante mejorando lo que hay o inventando lo que no existe”.

A sus 23 años, Del Campo tiene sueños y uno de ellos, quizá en un futuro, es la formación, ser profesora de tecnología. “Creo que falta enseñar mucho más en esta materia teniendo en cuenta que vivimos en un mundo totalmente digitalizado. Con esto también sueño, pero de momento sigo aprendiendo día a día”, concluye.

Mejorar, innovar y participar en el cambio

Del Campo, como muchos otros de sus compañeros, forma parte de esa generación de jóvenes que han vivido el último año de pandemia con un pie puesto en el mercado laboral. Han visto –y sentido– de primera mano los cambios sociales y económicos de una crisis hasta ahora desconocida, y –una vez más– se han tenido que adaptar con celeridad a un nuevo paradigma laboral que no siempre es sencillo de explorar cuando se comienza a trabajar.

El futuro, tal como razonaba la empleada de Banco Santander, está aún por conformar, por ello es necesario que se vayan colocando mimbres resistentes que permitan a los jóvenes acceder a un mercado laboral sano y fuerte que les permita crecer, aportar y transformar la realidad, independientemente de si se tiene o no alguna discapacidad.

Las oportunidades de desarrollo profesional y personal deben ser iguales para todos, ahí es donde juega un papel fundamental el compromiso y el impacto positivo colectivo del programa Santander Start. Una puerta de entrada al futuro que acoge cada edición a más de 200 jóvenes que buscan un entorno internacional, flexible y saludable donde aprender y emprender.

¿Qué debo hacer si quiero aplicar a Santander Start?

Lo primero que debes saber es que es un programa dedicado a estudiantes y recién licenciados con perfiles STEM, ADE, Finanzas, Contabilidad, Derecho, Marketing y Recursos Humanos.

Otro de los requisitos es tener un nivel alto de inglés, ser capaz de desenvolverse en un entorno internacional, saber desarrollarse en entornos internacionales, estar familiarizado con el uso de herramientas informáticas y tener disponibilidad de tiempo para la incorporación a las prácticas.

Los candidatos seleccionados estarán en un programa de becas que durará nueve meses diseñado para aumentar la empleabilidad a futuro. Para ello, se combinan sesiones de formación presencial, online y trabajos en equipo, todo ello con un tutor que los acompañará en todo el proceso.