Sólo hay que echar un vistazo a los centenares de publicaciones de videollamadas en Instagram o Twitter para saber que la tecnología es –y será– indudablemente una de las principales herramientas que nos hace estar cerca de los nuestros. Mandamos besos y abrazos virtuales sin temor al contagio, a pesar del estado de alarma en el que vivimos en estos momentos debido a la emergencia del coronavirus.

Aperitivos virtuales con amigos, quedadas familiares para charlar sobre cómo nos está afectando el confinamiento, abuelos y abuelas que, a pesar de los años, manejan el WhatsApp –el tráfico de esta aplicación se ha multiplicado por cinco– para hablar con sus nietos, son algunas de las actividades que están llenando nuestra agenda en estos convulsos tiempos junto con la lectura, el deporte, el cine o la cocina.

La tecnología, además, no sólo permite que las relaciones humanas sigan adelante con la misma intensidad que antes, como si nos sentáramos en la barra de nuestros bar de confianza, sino que también permite que la actividad de las empresas no se paralice implementando el teletrabajo entre las plantillas de todo el país o, al menos, en todas aquellas donde sea posible trabajar en remoto.

El tráfico de Internet se ha disparado un 80% durante el estado de alarma

Cientos de reuniones de trabajo se están organizando a través de nuestras pantallas con aplicaciones que, en muchas ocasiones, no habíamos usado hasta ahora y que, sin embargo, se han convertido en imprescindibles y aliados de nuestro día a día. De hecho, según datos oficiales del Gobierno, el tráfico de internet ha crecido alrededor de un 80% durante el estado en España y ya somos, según la misma fuente, el quinto país con más tráfico online del mundo, debido al teletrabajo y el recurso de ofertas de entretenimiento a distancia, ya que museos de todo el mundo, galerías de arte, editoriales y músicos están ofreciendo un gran número de libros, obras de arte que observar y conocer, y conciertos en línea.

Un avance que, además de poner a prueba nuestra capacidad para sacar el máximo partido al trabajo a distancia con el fin de conciliar mejor sin bajar la productividad, requiere de buenas prácticas en ciberseguridad para que no nos llevemos sorpresas desagradables al manejar información sensible o abrir un e-mail que no debíamos.

En primer lugar, todos debemos conocer las nociones básicas sobre la ciberseguridad y aplicarlas constantemente: Piensa antes de hacer clic o responder, mantén tus contraseñas seguras, sé discreto online y en público, protege tu información y tu equipo y, por último, si sospechas repórtalo.    

En el mundo empresarial es clave que las empresas pongan a disposición de sus empleados soluciones fuertes y seguras de control remoto a través de licencias de red privada virtual (VPN) para que no se haga uso de conexiones no seguras o públicas. Además, y sobre las decenas de aplicaciones de videollamadas, se aconseja hacerlo con las herramientas habituales como Zoom, Skype o Hangouts de Google, dejando de lado las cuales no conocemos su grado de seguridad, ya que los ciberdelincuentes nunca descansan.

Especial vulnerabilidad ante los ataques de phishing

Los ataques de phishing siempre han existido, pero pueden incrementar durante épocas puntuales como la que vivimos actualmente a causa del COVID-19. En este sentido, desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad, ponen la alerta sobre los correos electrónicos que parecen proceder de la OMS (Organización Mundial de la Salud) o en entidades aparentemente solventes, porque un solo click podría perjudicar seriamente los sistemas de la empresa y afectar a sus empleados.

Reseñan, y esto es muy importante, que si se ha sufrido un ataque cibernético las medidas a seguir son: cambiar las contraseñas, reportar la información a las compañías involucradas y avisar a nuestros contactos que no abran mails o mensajes que provengan de nuestra cuenta.

Por su parte, el Instituto Nacional de Ciberseguridad, aconseja la protección proactiva por parte de los usuarios y apoyarse de antivirus de última generación. Además, concluyen, no es aconsejable almacenar información sensible y confidencial de la empresa en los smartphones personales o pendrives de almacenamiento, sino en espacios en la nube como Google Drive o Dropbox. De hecho, señalan que lo más adecuado es eliminar la información delicada una vez hayamos hecho uso útil de ella.

No colaborar en la propagación de bulos y noticias falsas

Gracias al amplio abanico que tenemos de aplicaciones y herramientas tecnológicas podemos estar en contacto con el exterior y seguir adelante con nuestra actividad laboral sin descuidar las normas que todos debemos cumplir para evitar el contagio y el colapso del sistema sanitario. No obstante, y apelando a la responsabilidad de todos los que hacemos uso de la tecnología, no puede ser ésta un instrumento para propagar y hacer correr por redes sociales y mensajería instantánea, campañas de crowdfunding poco o nada fiables para comprar material sanitario, noticias no contrastadas, promociones falsas o bulos sobre cómo combatir el coronavirus, entre otros aspectos, que pueden poner en peligro la salud de muchas personas.

Además, hay que tener presente que el control de la información que se comparte en las redes es responsabilidad individual. Tener el control sobre lo que enseñamos en Internet lo pone más difícil a los estafadores de la ‘ingeniería social’. Además, con respecto a la información que rebotamos a través de nuestros grupos de trabajo o familia, siempre se debe comprobar que proceden de fuentes oficiales como el Ministerio de Sanidad, ayuntamientos y consejerías si se trata de combatir los síntomas del coronavirus o cómo actuar en el caso de estar contagiados.

Ahora, cuando estamos inmersos en una crisis tan importante como la actual, es imprescindible que se tomen todo tipo de precauciones en ciberseguridad. Es responsabilidad de todos proteger al máximo nuestra actividad. Teletrabajar y disfrutar de los nuestros con la tecnología, pero siempre poniéndonos a salvo de los ciberataques.

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