La banca en España se encuentra en una situación de gran fortaleza de sus balances y calidad crediticia, según las conclusiones del Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España publicado este otoño. No obstante, el supervisor también alerta del escenario económico cambiante en el que estamos inmersos, sobre todo desde la invasión rusa en Ucrania. Un conflicto bélico –con tensiones geopolíticas importantes– que ha traído consecuencias económicas como la revisión del crecimiento de la actividad económica real, el alza de los precios de materias primas y energía, o la subida de la inflación hasta el 6,8%, según el último dato de noviembre del INE.

Sobre ello, el Banco de España señala que las entidades bancarias afrontan este contexto con “unos niveles de solvencia superiores a los existentes antes de la pandemia, así como con unas ratios de morosidad inferiores; mientras que la rentabilidad ha recuperado el nivel previo a la crisis sanitaria y se sitúa por encima del coste del capital”. Sin embargo, alerta también de que el escenario actual “aumenta los riesgos de un deterioro de la calidad del crédito y de un endurecimiento adicional de las condiciones de financiación”.

El papel de los bancos

A pesar de las complicaciones económicas, lo cierto es que el día a día de todos nosotros sigue adelante y, al menos de momento, esta crisis no está teniendo un impacto en el empleo: trabajamos, ahorramos, consumimos, compramos viviendas, emprendemos negocios, etc. En todas estas facetas de la vida es esencial el papel de los bancos en materia de financiación, asesoramiento en productos financieros, concesión de hipotecas, crédito, ahorro, jubilación, etc. Porque gran parte de nuestra economía doméstica y empresarial, tanto si somos asalariados como si somos emprendedores, se canaliza a través del sector financiero, lo que lo convierte en un actor imprescindible para la economía de un país.

A este respecto, podemos afirmar que los bancos cumplen con tareas imprescindibles para nuestra economía y para la sociedad en su conjunto, ya que sin el acceso a financiación o la custodia de nuestro capital sería muy complicado generar progreso.

Este papel determinante para la generación de riqueza y empleo se ha dejado notar especialmente en los momentos de dificultades económicas y sociales. Durante la pandemia, por ejemplo, los bancos españoles actuaron en colaboración con el Gobierno con extraordinaria rapidez para extender líneas de crédito que permitieron a miles de empresas y autónomos continuar con sus negocios.

Lo mismo está sucediendo en el actual contexto de alza de precios y dificultades económicas de algunos segmentos de la población, para los que la inflación está suponiendo un duro golpe a sus finanzas familiares. De nuevo, los bancos han entendido el papel que deben jugar como facilitadores de soluciones que alivien la carga financiera de las familias y así se ha materializado con el protocolo de medidas hipotecarias recientemente firmado con el Gobierno. Un acuerdo que tendrá un impacto significativo en el balance de las entidades, que tendrán que cargar con más provisiones e impacto en su capital.

El nuevo escenario tras la gran crisis

Sin duda, las entidades financieras han actuado como parte de la solución en las últimas crisis, algo que no siempre había sido así. La crisis que desencadenó la caída de Lehman Brothers dejó tras de sí unos años de gran dificultad para muchas entidades, la mayoría de ellas cajas de ahorros, muchas de las cuales acabaron siendo intervenidas con dinero público y las aportaciones del resto de bancos.

Porque en el imaginario colectivo ha terminado calando la idea de que en la anterior crisis financiera el Estado “rescató a la banca”, algo que no fue exactamente así. La realidad es que los bancos aportaron alrededor de 25.000 millones de euros para ayudar y rescatar a los depositantes de numerosas cajas de ahorro. En concreto, las entidades de crédito aportaron a través del Fondo de Garantía de Depósitos un total de 23.164 millones de euros para la constitución del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), las recapitalizaciones de Caja Castilla La Mancha, Caja del Mediterráneo y Unnim Banc, las garantías y las pérdidas en la venta de Novacaixa Galicia.

Los bancos también aportaron 2.600 millones de euros de capital a la Sareb, conocido más popularmente como ‘banco malo’ al que se llevaron los activos –sobre todo inmobiliarios– de las entidades con problemas en la crisis financiera de 2008.

El mapa del sector bancario español

Los años de recesión e inestabilidad económica también han traído aprendizaje. Por este motivo hoy el sector financiero en España goza de buena salud, gracias a los esfuerzos realizados para mejorar sus ratios de solvencia, su bajo apetito al riesgo y una gestión del riesgo y sus balances prudente.

Hoy, tras los años de reestructuración del sector, el mapa bancario español es más pequeño, pero también más sólido, como apunta en su último informe el Banco de España. Un panorama que permite a la banca seguir contribuyendo con el progreso y bienestar de la sociedad, especialmente en los momentos más difíciles.