Las ciudades caminan hacia una revolución 4.0. Una Ciudad Inteligente, más conocida como Smart City, persigue mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a través de una gestión eficiente y, sobre todo, responsable de los recursos con los que cuenta. Un nuevo modelo revolucionario que posee tres ejes importantes que deben ser mezclados con maestría para que resulte exitoso: digitalización, sostenibilidad e innovación.

El desarrollo de estas Smart Cities es imparable, no es un proceso reversible, sino más bien todo lo contrario. Según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, las grandes ciudades del mundo esperan albergar al 70% de la población mundial en el 2050 y serán las regiones de Asia y África las que concentren los mayores crecimientos poblacionales.

Además, las ciudades inteligentes construidas con las tecnologías de la información y las telecomunicaciones dejan aflorar nuevos negocios y oportunidades laborales que hasta el momento ni siquiera sabíamos que podían existir. La creación de sistemas inteligentes en sectores como la salud, el transporte, la energía o el turismo significarán el desarrollo de un nuevo concepto de urbe muy distinto al actual. Y, además, mucho más sostenible desde el punto de vista del gasto público, ya que las infraestructuras inteligentes tienen una capacidad de ahorro de entre un 20% y un 60% en diversas partidas de gasto, según el análisis de KMPG ‘Hacia la ciudad 4.0’.

Desde el punto de vista económico, cabe destacar también que estas megaciudades supondrán un mercado de alrededor de 1.500 billones de dólares en todo el mundo, según Frost & Sullivan. El desarrollo de esta nueva revolución urbana 4.0 requiere de inversiones importantes, tanto pública como privada, así como la participación de los ciudadanos. En España, siendo conscientes del futuro totalmente digitalizado de las ciudades y el compromiso con el cambio climático, se han dado pasos importantes y se lanzó en 2015 el Plan de Ciudades Inteligentes donde cuenta con la actividad de la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI) y la colaboración de numerosos ayuntamientos que han invertido entre 20 y 40 millones de euros.

No obstante, queda aún camino por recorrer en nuestro país, ya que sólo Madrid, Barcelona y Málaga están entre las 50 ciudades más digitalizadas del mundo. El tren de la digitalización no debe dejarse pasar, sobre todo, teniendo en cuenta que el mercado del conocido Internet de las Cosas –Internet of Things (IOT), por sus siglas en inglés– alcanzará un valor estimado de más de 2.000 millones de euros en 2020, según International Data Corporation (IDC).

Banco Santander trabaja con la ciudad de Santander

La ciudad de Santander, a pesar de no ser una de las grandes urbes españolas en cuanto a número de población, se ha convertido en un referente mundial de Smart City al usar la tecnología para mejorar la gestión del alumbrado público –según fuentes municipales han ahorrado un 80% del gasto energético– o la recogida de basuras, aunque no son las únicas mejoras que se pretenden implantar.

La ciudad cántabra se ha convertido en un “hub” de innovación y tecnología que a través del cual se identifican las necesidades de Santander, a través de la plataforma Santander Smart City, para darles respuestas inteligentes y digitalizadas. A través de decenas de sensores desplegados por toda la ciudad, en autobuses o farolas, por ejemplo, se recogen datos e información municipal como el nivel de ruido, la calidad del aire, así como la temperatura o los aparcamientos disponibles.

Para seguir la senda de la ciudad inteligente y seguir siendo una de las más punteras, el Consistorio ha implicado a todos los ciudadanos en las políticas municipales a través de Santander City Brain, una iniciativa en la que cuentan con el mecenazgo de Banco Santander y que pide a los santanderinos que se involucren en el desarrollo de las políticas de innovación vinculadas a la ‘Smart City’. La entidad financiera tiene en su ADN el objeto de ayudar a las personas a prosperar en su vida digital, es parte de su compromiso por hacer banca responsable. Al fin y al cabo, el destinatario final es el propio ciudadano.

Acelerar la transformación, aumentar la seguridad

Sin embargo, y a pesar de las comodidades y habitabilidades que brindan, hay que poner especial atención en la ciberseguridad. En este punto, según los expertos en seguridad digital, las ciudades inteligentes aún están muy expuestas. Por ello, es esencial que las ciudades aceleren su transformación a la vez que aumentan sus medidas de seguridad para mantener a salvo los millones de datos que emanan de los sistemas inteligentes.

Con respecto a la seguridad, José María López, consultor independiente especializado en tecnología, explica que “todo lo que está relacionado con el Internet de las Cosas, por ejemplo, encender y apagar la calefacción desde el móvil o que una empresa lea el contador de la luz o el agua a distancia, genera una inmensa cantidad de datos que son más complicados de proteger”.

Pero, hay que tener en cuenta, además, que el volumen de datos seguirá creciendo porque se estima que el número de dispositivos móviles será casi igual al número de personas que habitan el planeta, es decir, más de 50 billones de dispositivos conectados, el tráfico de datos superará los 120 Exabytes y el pago por móvil generará 2.849 millones de dólares, según detalla el informe de KPMG anteriormente citado.

En definitiva, cree el experto, el alto volumen de datos que generan las llamadas Smart Cities, están correctamente protegidos porque se fía mucho a la automatización porque el control humano no puede estar siempre presente”, y en muchos casos, prosigue López, “hay coladeros porque no se ha llegado a la protección total para que, por ejemplo, un hacker no deje a una ciudad entera sin electricidad, tome el control de un dron de tráfico o pueda hackear una torre de control del aeropuerto. Todo esto resultaría un caos”.

El 56% del presupuesto en ciberseguridad irá a parar a defensa

Por su parte, la ABI Research cree que la ciberseguridad es un aspecto con grandes oportunidades de avance en este ecosistema inteligente y que, tanto las empresas como los gobiernos, deben hacer una inversión mayor que las actuales para poner a salvo las ciudades 4.0 de los ataques cibernéticos sofisticados a las infraestructuras críticas. Desde la firma experta en seguridad digital, estiman que para 2024 está previsto que de los 135.000 millones de dólares que se invertirán en ciberseguridad, al menos el 56% va a ir a parar a las industrias TI y de defensa. El resto se va a gastar en energía, salud, agua y seguridad pública.

En la misma línea que ABI Research, la compañía Techno Security advierte de la necesidad de integrar la ciberseguridad como una decisión ineludible. «Cuanto más inteligente es una metrópoli, más dispositivos y sensores incorpora, lo que aumenta su vulnerabilidad”, decía en un comunicado reciente el CEO de la firma de seguridad, Francisco Abad. Por ello, cree, y así lo expresa en el mismo comunicado, es imprescindible que, desde el primer minuto, en la etapa de diseño y concepción de las ‘smart cities’, la seguridad sea un pilar estratégico que esté transversalmente presente en todos los servicios y recursos de las ciudades inteligentes”.

En definitiva, y de momento, las ciudades inteligentes necesitan de una planificación muy cuidada y construida por expertos en la revolución 4.0 para que la ciberseguridad deje de ser una asignatura pendiente.

Descubre más historias que contribuyen al progreso de una sociedad responsable.