Ya han pasado cinco meses de la DANA de Valencia. En octubre de 2024 millones de personas observaron cómo a su alrededor vecinos y familiares lo perdían todo, algunos de ellos incluso dejaban en el camino a sus hijos, maridos o hermanos. La huella ha quedado en el alma de los españoles y los valencianos porque, aunque los días pasan, las personas que viven en los municipios más afectados por las inundaciones, como Catarroja, Paiporta, Chiva o Requena, entre otros, siguen necesitando de la solidaridad de todos para poder reactivar sus vidas y sus negocios con normalidad.

En Catarroja está la papelería de Paco y de su padre, Chimo. Un negocio familiar que lleva 40 años abierto y que la DANA destruyó por completo. Según relatan, este pequeño comercio no lo ha tenido fácil en los últimos años debido, sobre todo, a la competencia de las grandes superficies y las tecnológicas, como Amazon. Pero, desde luego, nada de esto tiene que ver con la jornada negra del 29 de octubre en Valencia, ni con el impacto que ha tenido en la supervivencia de la papelería.

Una papelería bajo el agua

Paco explica que a las 18 horas de aquel día recibió una llamada de su hermano, quien le alertaba de que el agua estaba empezando a subir mucho y a alcanzar cotas poco usuales, ya que había riesgo de que hubiera riesgo de desbordamiento en el Barranco del Pollo, como sucedió finalmente. En ese momento, el catarrogí envió a la chica que trabajaba en la papelería a casa, mientras que él se quedaba cerrando la tienda junto con su hijo de 10 años, al que había ido a recoger al colegio. Decide echar el cierre, pero ya no pudieron salir, no les dio tiempo. Una tromba de agua inundó la calle por completo y un coche chocó con el cierre, lo levantó e inundó por completo el negocio.

Lo peor estaba por llegar. En cuestión de minutos todo se llenó de agua y no tendrían escapatoria. «Papá, vamos a morir», le dijo su hijo asustado. Por eso, pensó que debían intentar salir de cualquier forma. Encaramados y agarrados a los muebles que flotaban sobre el agua, llegaron hasta la zona de la salida y buceando con dificultades lograron salir al exterior por la parte inferior del cierre. Eso sí, sin saber qué iba a encontrarse fuera. Lo único cierto era que si querían tener posibilidad de salir de allí con vida, no podían perder tiempo.

Cuando salieron no lo podían creer, aquello era un verdadero caos. El agua ya alcanzaba los dos metros. Padre e hijo consiguen subir a un árbol, con el fin de estar a salvo, y esperar a que alguien les ayudara. Fueron tres horas eternas las que estuvieron allí, a oscuras, mojados y muertos de frío, y escuchando cómo la gente gritaba. Finalmente, fueron unos vecinos de Catarroja quienes consiguieron rescatarles y ponerles a salvo.

Paco y su pequeño de 10 años estaban bien. Todo lo demás daba ya igual, habían salido vivos de la virulenta DANA. A los dos días de aquellos momentos de pánico, el propietario de papelería regresó a su negocio y el alma se le cayó a los pies, la imagen que se presentaba ante él era desesperanzadora: todo estaba destrozado. Pero estaban vivos y eso brinda fuerzas para seguir adelante, que es lo que Paco está haciendo ahora.

Hoy esta papelería sigue luchando par gracias al apoyo de sus vecinos, de sus proveedores y hasta de su «competencia», la cual le ha cedido parte de su cartera de clientes para que pudiesen salir adelante. Chimo llora aún cuando relata su dura historia, su hijo Paco y su nieto son dos héroes anónimos que nos dejan una historia de lucha y tesón.

El niño de 10 años aún tiene pesadillas por lo ocurrido y piensa en lo bien que le vinieron aquellas clases de natación a las que le apuntaron, siendo consciente de que gracias a ellas sigue vivo. Mientras que su padre y su abuelo pelean por su papelería día a día, con la ayuda que han recibido de Banco Santander, entidad que se ha volcado con toda su solidaridad con los afectados de la DANA a través de diferentes donaciones e iniciativas, como por ejemplo brindar formación en oficios como albañilería a personas en situación de vulnerabilidad debido a las inundaciones, con el fin de que puedan rehabilitar sus locales y casas destrozadas.

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Marta y Aurora, los ángeles de su madre

La historia de Marta y Aurora, vecinas también de Valencia, nos demuestra que las personas siempre luchan por sobrevivir cuando algo grave pone en peligro nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Reciben una llamada de que el agua estaba descontrolada, deciden en ese momento correr a casa de su madre con el fin de ponerla a salvo si pasaba algo, ya que estaba en cama sin poder moverse porque le habían operado recientemente y eso complicaba aún más poder actuar con rapidez.

Las hermanas llegaron a la casa, pero ya no pudieron salir porque el nivel del agua ya era demasiado alto. De modo que, sacando fuerza sobrehumana, consiguen mover a su madre sobre el colchón y encaramarse a los barrotes de una ventana. Con una mano se sujetaban, mientras con la otra ayudaban a su madre, acomodada sobre una mesa que hacía de base.

Tres horas, tres largas horas estuvieron así Marta, Aurora y su madre, aterradas y desoladas, ya que escuchaban los gritos de auxilio de vecinas como Vicenta, quien finalmente falleció en las inundaciones. Aún creen que es un milagro que estén vivas y que puedan contar lo que pasó. Felizmente, y a pesar de las horas en el agua, su madre se ha recuperado bien y su cicatriz en el abdomen curó sin lamentar ninguna infección. En estos meses, las dos hermanas han recibido la ayuda de Banco Santander, a través de ESYCU Fundación, entidad social que les está ayudando a reconstruir su casa.

Rehabilitación de viviendas

En la misma línea, la entidad está colaborando con la Fundación Colisée, una organización social que está llevando a cabo iniciativas para ayudar a las personas mayores de la zona, uno de los colectivos más vulnerables y con menos recursos de la sociedad y que, en algunos casos, lo han perdido todo en este desastre. Por ello, llevan meses recaudando ayudas y fondos, y colaborando con Banco Santander, para poder trabajar en la restauración de sus casas, tanto por fuera como por dentro, ayudandoles a tener una vida digna y a recuperar la normalidad. Este es el caso de Pilar, una vecina de Paiporta de 70 años que vivía en un bajo que acababa de reformar y quedó destrozado por la DANA.

Cuando el 29 de octubre a las 17 horas suena el teléfono, la paiporteña estaba decansando recostada en el sofá. Sufre un cáncer desde hace cinco años y regresaba de someterse a un tratamiento de qumioterapia, lo que le había dejado con bastante malestar. Descuelga el móvil y es su hijo, está preocupado por la subida del agua, así que en un rato pasaría a por ella sin falta.

Su hijo llegó y Pilar salió de casa, junto a su padre, un señor de 90 años que vive con ella y que sufre demencia senil. El escenario era complicado, pero consiguen ponerse a salvo. Una semana más tarde regresó a su hogar… o a lo que quedaba de él, porque todo estaba arruinado. Todo ello sumado a que le habían robado lo poco que había quedado tras la DANA y que no tenía seguro. Poco a poco, Pilar verá cómo su casa vuelve a estar habitable, gracias a las ayudas y solidaridad de entidades como Banco Santander y la Fundación Colysee.

Una emprendedora que perdió todo

Al igual que Paco y su papelería, Cristina también es una pequeña emprendedora valenciana que había hecho realidad su sueño de tener su propio negocio: una casa de comidas para llevar.

Llevaba alrededor de dos años preparando su proyecto y tenía el corazón lleno de ganas e ilusión. Finalmente, conseguió montar el negocio y abrirlo al público el 26 de octubre de 2024, pero sólo tres días más tarde la DANA arrasó por completo el local y todo el equipamiento.

Ahora, tras cinco meses después de trabajo, recuperación y las ayudas que ha recibido de Banco Santander, a través de la ONG DASYC va a abrir de nuevo su casa de comidas para llevar.

Un día grabado en la memoria

Todas estas historias aquí relatadas son sólo algunas de las muchísimas que ocurrieron aquel pasado 29 de octubre. Historias tristes y desoladoras, inesperadas y trágicas, que cercenan las sonrisas. La DANA ha golpeado los corazones de miles de personas, ensombreciéndolos, sobre todo porque la pérdida de vidas humanas es irrecuperable.

La cifra de fallecidos es terrible y numerosa: 235 personas perdieron la vida (227 en la Valencia; siete en Castilla-La Mancha y uno más en Andalucía); los daños materiales eran innumerables, ya que según los últimos datos, más de 11.200 viviendas, más de 64.000 empresas o 275.000 trabajadores han quedado afectados por las inundaciones.

Oleada de solidaridad

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Miles de particulares y centenares de compañías, grandes y pequeñas, se volcaron en ayudar desde el primer momento; entre ellas, Banco Santander, que cinco meses después continúa desarrollando iniciativas de apoyo a los damnificados y ha podido ver sobre el terreno cómo está la situación a día de hoy, recogiendo decenas de testimonios con ONG a las que está apoyando y varios de los afectados.

La entidad, que insiste en la importancia de no olvidar a los ciudadanos y empresas afectadas, ha donado ya más de 4,1 millones de euros para la ejecución de distintos proyectos e iniciativas de asistencia y colaboración con los más afectados, canalizadas a través de más de 40 ONG, fundaciones y otras instituciones que trabajan en la zona; también en programas específicos, como el plan de ayudas económicas directas a universitarios afectados de la región para ayudarles a continuar con sus estudios, con 550 ayudas de 2.000 euros a estudiantes, o las donaciones en especie de material de primera necesidad, mobiliario de oficina, etc, a través de su dirección territorial en la Comunidad Valenciana.

La última acción en este sentido se ha producido hace tan solo unos días, con la donación de 32 bancos fabricados con tarjetas bancarias recicladas a los municipios valencianos de Paiporta, Aldaia y Catarroja. Un proyecto de economía circular sin ánimo de lucro, que la entidad arrancó hace tres años y cuyos bancos decoran varias ciudades españolas.

El director territorial de Banco Santander en la Comunidad Valenciana y Murcia, Javier Gallardo, ha señalado que «esta donación forma parte del compromiso que el Santander mantiene con Valencia y la ilusión por colaborar en reconstruir nuestra tierra, porque estamos convencidos de que nuestro papel es estar junto a las personas, los negocios y las instituciones en las zonas afectadas por la DANA para apoyarles y facilitarles el impulso que necesitan para retomar su actividad».