Miles de estudiantes han estado meses preparándose académicamente para presentarse y superar con éxito la EBAU. Esta prueba educativa es la que marca, en muchos casos, el futuro laboral y profesional de los estudiantes porque la nota que obtengan es clave para elegir una carrera universitaria u otra. Han sido momentos de muchos nervios para ellos -sobre todo con el año académico tan dispar que hemos tenido este año a causa del COVID-19—y de muchas dudas sobre la materia que estudiarán o la universidad que elegirán una vez que la hayan aprobado.
La elección del centro al que ir es fundamental para todos los alumnos porque será un punto de partida para una nueva etapa vital; pero, sin duda, la elección puede ser muchísimo más importante para aquellos estudiantes que tienen algún tipo de discapacidad.
En este sentido, esta decisión se toma poniendo sobre la balanza criterios añadidos y diversos como son la accesibilidad, los sistemas de acompañamiento si fueran necesarios o la orientación, así como las ayudas económicas ofertadas. Sólo así, teniendo toda la información, serán capaces de elegir con mayor libertad y en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros.
El impulso de Banco Santander para la plena inclusión universitaria
Con el fin de ayudarles en su decisión, la Fundación Universia, impulsada por Banco Santander, ha elaborado la ‘Guía de Atención a la Discapacidad 2019-2020’. (añadir link a la guía) Una publicación donde podrán encontrar los contactos de las áreas responsables del apoyo a las personas con discapacidad de las universidades y, además, descubrir los servicios que ofrecen cada una de ellas. También, gracias a esta publicación, podrán conocer toda la información sobre becas, mentoring, voluntariado, orientación laboral, prácticas profesionales, formación en idiomas y deporte, así como artes escénicas y culturales.
Actualmente, más de 22.800 alumnos y alumnas con discapacidad estudian en las universidades españolas y, naturalmente, han pasado por el proceso de elegir el centro de educación superior que mejor se adaptaba, no solo a sus necesidades académicas, sino también a sus necesidades físicas, ya que muchos de ellos necesitan arquitecturas accesibles y sin barreras físicas.
No es una iniciativa baladí para el acceso a la educación y la igualdad social, sobre todo teniendo en cuenta que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay más de 1.000 millones de personas en el mundo con una o más formas de discapacidad. Por ello, esta iniciativa es un ejemplo más del compromiso que Banco Santander tiene adquirido con la formación y la empleabilidad de los jóvenes con discapacidad, así como con la igualdad de oportunidades y la garantía del acceso a los conocimientos necesarios para una plena inclusión en la sociedad.
Acceso al conocimiento con igualdad de condiciones
Además, la Fundación Universia, con el apoyo de Banco Santander y con el fin de conocer más en profundidad la situación de las personas con discapacidad en el sistema universitario español, también colabora junto al Comité Español de Representantes con Personas con Discapacidad (CERMI), la Fundación ONCE y el Real Patronato sobre Discapacidad en la elaboración bianual del ‘Estudio Universidad y Discapacidad’. En la última edición participaron 72 universidades –públicas y privadas– y se encuestó a más de 1.700 universitarios con discapacidad.
Según este análisis, la proporción global que suponen los estudiantes con discapacidad sobre el total de los estudiantes matriculados en las universidades que proporcionaron información en el IV Estudio Universidad y Discapacidad es del 1,5%.. Esto supone un ligero aumento de la población universitaria con discapacidad respecto al último informe del ministerio de educación (2015-2016): 0,1% más que en 2017 y 0,2% más que en el año 2016.Eso sí, notamos una falta de continuidad en la formación universitaria de los estudiantes con discapacidad, ya que cuando mayor es el nivel de estudios universitarios, menor es la representación de alumnos con discapacidad en las universidades españolas.
No obstante, hay que destacar también que aquellos que están cursando carreras universitarias con ayuda de asistentes y orientación valoran que los servicios para las personas con discapacidad son “buenos” o “muy buenos”, aunque reivindican mejores instalaciones que les permitan permanecer en el campus el tiempo necesario, así como más prácticas en empresas o más información a la hora de encontrar un empleo que se adecúe a sus necesidades.
Lo que es bueno para la discapacidad, es bueno para la sociedad
De acuerdo con el Manifiesto por la Educación Inclusiva de las Personas con Discapacidad de la Enviada Especial del Secretario General las Naciones Unidas y Fundación Universia como parte de la campaña Somos, se afirma que el sistema educativo debe ser accesible aplicando las normas del diseño accesible universal. No solo en las aulas como espacio físico, sino también en las conductas y actitudes de las personas de la comunidad docente y estudiantil. Esto requiere también que los trabajadores de las instituciones educativas en todos los niveles de enseñanza estén formados en competencias de educación inclusiva para personas con discapacidad.
En relación a la accesibilidad universal, Jesús Celada, director del Real Patronato sobre Discapacidad, ha señalado la importancia de “adaptar los planes de estudio para incorporar la accesibilidad y, poco a poco, inundarlos de cultura que permita la plena inclusión de las personas con discapacidad” porque, añade, “lo que es bueno para la discapacidad, es bueno para la sociedad”.
La accesibilidad, la orientación y el apoyo a los universitarios con discapacidad son asuntos a los que hay que atender para alcanzar una sociedad plenamente inclusiva. Una donde todas las personas puedan ser partícipes, cumpliendo sus anhelos laborales y profesionales, sin importar su condición.
Ante un escenario con tantos retos para las personas con discapacidad, esta guía editada y elaborada por Fundación Universia se convierte en uno de los mejores aliados para los estudiantes y también para las universidades porque, además, también contribuyen a la inclusión real de las personas con discapacidad en el espacio académico y, posteriormente, sociolaboral.