La cultura es un bien común a cuidar por todos porque nos ayuda a no olvidar jamás quiénes fuimos y, por supuesto, quienes somos. No mirar al pasado con nostalgia, como lo hizo la mirada romántica de los decimonónicos, no, sino como un mapa que hay que observar para poder seguir adelante con nuestro aprendizaje vital.
Es un agente del progreso social que une sociedades gracias a la belleza, la libertad o la verdad que encierra. “Los clásicos nos humanizan, nos libran de la barbarie”, determina Nuccio Ordine (Italia, 1958), profesor de Literatura y Filosofía en la Universidad de Calabria y defensor férreo de las humanidades. Es decir, de todo aquello que no es posible fiscalizar o hacer una conversión a estadísticas.
En plena era tecnológica, sumidos en una rápida transformación digital, que está influyendo por completo en la manera en que los jóvenes aprenden, entienden y se relacionan con el entorno, donde la escritura manual se está sustituyendo por las teclas, las palabras por abreviaturas, la lectura en papel por el soporte digital y entre las profesiones del futuro priman los números, las fórmulas y los algoritmos, resulta imprescindible mantener e impulsar como compañía indispensable, la defensa de las Humanidades y la Cultura.
No sólo respaldando la creación emergente y actual, sino también el patrimonio artístico y cultural existente, en el caso de España, uno de los más ricos y vastos del mundo, para darle una difusión adecuada que invite a la reflexión, el conocimiento y el espíritu crítico.
El compromiso privado es más importante que nunca
Recientemente, la Fundación Banco Santander ha publicado una colección de 80 cartas del puño y letra de Vicente Aleixandre, poeta de la Generación del 27 y Premio Nobel de Literatura, al artista Gregorio Prieto durante un total de 50 años bajo el título de ‘Visitar todos los cielos. Cartas a Gregorio Prieto (1924-1981)’.
Un material epistolar, uno de los más extensos de una de las generaciones más brillantes de nuestro país, que, tal y como explica a OKDIARIO Javier Expósito, responsable de Literatura y Comunicación Externa de la citada fundación, supone “un ejercicio de amor, de entrega, de invitación a vivir la vida de forma bella y armónica desde lo que cada uno es sin esconderse, sin condicionamientos o imposiciones, desde una libertad amorosa que nutre todo principio de creación e intercambio de ideas o sentimientos en una sociedad”.
Siguiendo con Ordine, gran conocedor del Renacimiento, una de las etapas doradas del mecenazgo artístico y cultural, defiende que los bienes culturales, ya sea escritura, pintura o escultura, son “un tesoro que la colectividad debe preservar a toda costa”.
En este sentido, Expósito explica que, desde la Fundación Banco Santander, a través de la Colección Obra Fundamental, llevan años “dando a luz epistolarios, diarios y textos de una hondura interior y riqueza literaria fuera de toda duda, como las cartas de Elena Fortún y Carmen Laforet, las de Buero Vallejo, León Felipe, o el diario de Juan Larrea, Dionisio Ridruejo, textos inéditos de Carlos Fuentes o ensayos de Clara Campoamor que habían permanecido en el olvido”.
La cultura como agente del cambio
Desde la Fundación Banco Santander, explica el responsable de Literatura, no dudaron que estas misivas inéditas entre Aleixandre y Prieto, que llegaron a través del antólogo Víctor Fernández, debían ver la luz de manera inmediata. Eran un descubrimiento y un tesoro para los lectores y no dudamos un momento en publicarlas porque, sobre todo, hablaban del amor y de una persona y a la vez gran artista”, comenta Expósito.
Señala también que, como Fundación, “valoramos por encima de todo conseguir que las cosas mejoren para todos los que componen las sociedades en las que estamos presentes y eso es a través de apostar por valores eminentemente humanos y con sentido social en todas las actividades que realizamos”.
Con respecto a esta afirmación, cree que el éxito del libro radica en que es “un agente del cambio” porque pone en contacto “valores que cambian la sociedad: amor, compasión, escucha, entrega y compromiso”.
Revisar el pasado para mejorar el presente
La imaginación y la creatividad, base de la creación en todas sus vertientes, nos ayudan a construir un mundo más inclusivo, sostenible y rico. Y, para ello, a menudo, los artistas del hoy hacen una revisión del pasado más o menos inmediato porque la memoria no son fotografías exactas. Es más, según los expertos en esta disciplina, cada vez que recordamos algo tendemos a enriquecerlo.
En este sentido, la recuperación de nuestra cultura, esa que a menudo llega cercenada hasta nuestros días, según comenta Expósito, resulta esencial porque “si algo no ha cambiado es la naturaleza esencial del ser humano, seguimos siendo chispas creadoras que se incendian a cada momento en nuestra vida. No podemos olvidar que el arte en todas sus manifestaciones, es vida y está realizada de seres humanos y sus emociones o aprendizajes”.
Añade que con este aroma humanista que impregna cada una de las actividades de la Fundación Banco Santander, “nunca hemos olvidado que, ante todo, somos personas y creadores de nuestra realidad, y que en lo mejor de nuestro pasado como seres humanos también está lo mejor de nuestro presente. Por eso nos gusta combinar lo clásico y lo contemporáneo”.
Las 76 cartas –abiertas, sinceras, ardientes y desbocadas– hablan de sexo, de Federico García Lorca, de viajes o de proyectos literarios. Son una exhibición emocional de Aleixandre que, de alguna manera, y tras ser publicadas en este delicioso libro, son un acto de justicia con el poeta porque ni Prieto ni Aleixandre cuentan con unas memorias que hayan dado lugar a sus biografías.
Lo presuntamente inútil construye una existencia mejor
Expósito afirma que “Aleixandre es uno de nuestros grandes poetas”, pero “no sólo debe leérsele o recordársele por sus espléndidos poemarios, sino por su mayúscula generosidad, su apertura de miras, así como la libertad con la que vivió su intimidad y su sexualidad” al convertir su casa de Velintonia “en un hogar de resistencia para todas las personas que buscaran comprensión y escucha, independientemente de su ideología, adscripción social, definición sexual o cualquier etiqueta que los definiera”.
Concluye que, sin duda, el nombre de Aleixandre es sinónimo de “libertad y amor” y estas cartas, añade, “son el fiel reflejo de su personalidad, su entrega y de su capacidad para superar todas las barreras y hablar del amor en todas sus formas y manifestaciones, desde el lado más místico y el más carnal, desde lo más sencillo a lo más profundo”.
Definitivamente, el amor a la cultura, al conocimiento menos tangible, sin estadísticas y sin aditivos crematísticos, hace que todo sea mejor y, además, brinda la oportunidad de que todo lo mejorable se mejore. Una buena dosis de reflexión y cultura, conceptos presuntamente inútiles, podrían ayudarnos a tener una existencia mejor.