En España existen millones de personas en situación de vulnerabilidad cuya difícil realidad se ha visto agravada en los últimos años como consecuencia de la crisis. La integración de estas personas en la sociedad pasa muchas veces por su acceso al mercado laboral. Un trabajo les aporta estabilidad, seguridad económica, autoconfianza e independencia. Facilitar este acceso requiere de la colaboración entre administraciones, asociaciones y empresas.
En el Grupo ACS este compromiso con la integración laboral es estratégico. Hoy en día cuenta en su plantilla con 7637 personas de perfil vulnerable, de los cuales 7.119 trabajadores pertenecen a colectivos desfavorecidos, el 10% de la plantilla de Clece, según datos de marzo de 2017.
Personas con discapacidad, mujeres víctimas de violencia de género, personas en riesgo de exclusión social, jóvenes desempleados forman parte activa de la compañía. Hombres y mujeres con historias increíbles de superación, de éxito, que forman parte activa.
Que la inclusión laboral de estos colectivos es una apuesta decidida del Grupo ACS y el principal eje de actuación de su proyecto social queda patente por el crecimiento anual de los índices de integración cogiendo como ejemplo a su filial Clece. Concretamente, en el último año ha aumentado un 5,4% respecto a 2015 el número de personas de colectivos desfavorecidos que forman parte de la plantilla.
“Aprovechamos lo que somos, tenemos y sabemos hacer para dar una oportunidad a estas personas, incrementar la sensibilización social sobre los problemas que estas personas padecen y favorecer la empleabilidad”, recuerda el Grupo. Está demostrado, además, que estas personas crean modelos de referencia positivos dentro de la plantilla. “Valoramos mucho el talento y capacidad de trabajo de estos colectivos. Es increíble ver la capacidad de trabajo que tienen y como contribuyen a generar buen ambiente dentro la empresa.”
En esta labor de integración el papel de las asociaciones es fundamental. En el caso de Clece colabora con más de 350 asociaciones, fundaciones, entidades sociales y organismos públicos, como fuentes de selección e inserción de colectivos desfavorecidos.
Una política de inserción laboral que implica también una forma de entender la integración. La completa y eficaz inserción de estos trabajadores sólo se consigue desde la normalización. Esto significa valorar y tratar a las personas por sus cualidades y capacidades, y no porque tengan una determinada discapacidad o vivan una situación personal excepcional.
Además, la compañía cuenta con un equipo de inserción laboral que prioriza la incorporación de estos colectivos, actuando como sensibilizador y fuente de conocimiento interno de cara a quienes son agentes de contratación dentro de la compañía.
Muchas veces la labor de integración de la compañía empieza en la propia actividad que realiza para el sector público. Clece entiende los servicios que presta para las distintas administraciones de una forma más amplia y busca dar una oportunidad de acceso al mercado laboral a las personas de colectivos socialmente vulnerables a los que atiende en diferentes centros asistenciales.
“Nuestra empresa puede llegar donde no alcanzan las administraciones o el tercer sector, ofreciendo un puesto de trabajo dentro de nuestra compañía. Es lo que llamamos cerrar círculos. Personas que empezamos a atender en la prestación de un servicio, les ayudamos en su desarrollo y finalmente les ofrecemos un empleo. Personas que además acaban trabajando para otras personas en situación de vulnerabilidad”, señala el grupo.
Para seguir “cerrando círculos” es fundamental la colaboración de empresas e instituciones, además de las asociaciones, que ya realizan una labor importante. El cumplimiento de la ley vigente en materia de integración, el respeto de los convenios o la inclusión de cláusulas sociales en los pliegos que favorezcan la inclusión de estos colectivos son tareas pendientes de mayor desarrollo en algunos casos y de aplicación en otros.
Personas con discapacidad
Las personas con diversidad funcional han ido derribando barreras y ocupando empleos antes impensables. Algo que ha sido posible principalmente por su empuje -el de personas generalmente con una capacidad de esfuerzo y de superación mayor-, pero también gracias al apoyo de sus familias, al impulso de cientos de asociaciones y a la apuesta de administraciones y de empresas, principalmente de los centros especiales de empleo.
Pero los datos siguen mostrando una realidad que está lejos de ser positiva. En la actualidad hay más de 4 millones de personas con discapacidad en España, de las cuáles sólo el 25% está ocupado. Es decir, sólo 1 de cada 4 personas con discapacidad tiene un puesto de trabajo y el paro en este colectivo se sitúa en el 30%, frente a un 18,6% de la población general.
Una realidad a la que compañías como ACS quieren dar la vuelta a través de la inclusión de este colectivo y el desarrollo de programas de sensibilización social, porque el problema que estas personas afrontan no es sólo superar su situación sino hacer frente a las barreras sociales.
Actualmente, 5.213 personas de este colectivo forman parte activa de la plantilla de su filial Clece, a fecha de marzo de 2017, lo que supone el 7,3% del total de empleados, una cifra muy superior a la media de las empresas españolas. Unos datos en los que el Centro Especial de Empleo del Grupo tiene un papel importante, ya que más del 86% de los empleados tienen alguna discapacidad.
Además de la integración laboral y dentro de la actividad de gestión de centros asistenciales para personas con discapacidad de titularidad pública, ACS, a través de Clece, desarrolla iniciativas innovadoras y nuevas terapias que, en muchos casos, van más allá del contrato suscrito con la administración adjudicataria. Técnicas que persiguen el tratamiento y sociabilización de las personas a las que se asiste mejorando su integración social, bienestar y calidad de vida. Terapias con animales, piragüismo terapéutico, talleres ocupacionales, jornadas de convivencia, etc.
Colectivos desfavorecidos
ACS también presta una especial atención por la mejora de la empleabilidad para favorecer el acceso al mercado laboral y el desarrollo profesional y personal de otros colectivos como son mujeres víctimas de violencia de género, personas en riesgo de exclusión social o jóvenes desempleados.
Hoy 1.906 trabajadores de la filial Clece provienen de estos colectivos. Un notable volumen resultado del esfuerzo que se realiza por su proceso de inclusión.
“Brindando un empleo a estas personas les ofrecemos la mejor ayuda para mejorar su autonomía, especialmente, en el caso de mujeres víctimas de violencia de género, para quienes el trabajo se convierte en una herramienta que les permite recuperar la autoestima, autonomía e independencia y romper con la espiral de violencia, soledad y aislamiento en la que muchas mujeres se encuentran atrapadas”, explica ACS.