El norteamericano Thomas Dillon (Nueva York, 1986) está en Madrid por primera vez. El artista es conocido por su expresionismo abstracto, aunque con un punto de ligera figuración que le hace diferente a los expresionistas de la década de los años 40 y 50 en EEUU, como Jackson Pollock, Franz Kline, Mark Rothko, Robert Motherwell, Lee Krasner o Hedda Sterne. La muestra está en Opera Gallery, en la sede madrileña de galería de arte internacional, hasta el 21 de junio bajo el nombre Body Work. Un título que, además de toda una declaración de intenciones, describe a la perfección la manera de Dillon a la hora de asaltar las obras.

Dillon es conocido, sobre todo, por sus pinturas de gran formato que mezclan la figuración con la abstracción, creando composiciones en las que las formas figurativas pueden interpretarse como personajes que representan pensamientos y emociones fugaces.

«Mi estudio es mi espacio seguro»

Thomas Dillon en Opera Gallery con una de sus obras. @Enrique Palacio

Body Work, explican desde Opera Gallery, alude al método terapéutico basado en la manipulación del cuerpo para la sanación. Muy influenciado por su investigación espiritual y su experiencia con la meditación, Dillon también aborda su práctica pictórica como una herramienta de autorrealización. «Veo el estudio como un espacio seguro en el que experimentar toda una gama de emociones. No importa si es incómodo, siempre que provenga de un sentimiento verdadero», explica.

Para Dillon, sólo a través del «trabajo corporal» y la observación consciente sus cuadros adquieren su forma final. Su obra desafía la idea de que pintar es sólo un medio para un fin y reivindica el valor del proceso mismo, buscando trascender el pensamiento consciente y eliminar cualquier referencia a la semántica y la ornamentación.

Retrocausality de Thomas Dillon. @Opera Gallery

Al entrar en el estudio, Dillon vierte, lanza y aplica capas de pintura acrílica en una paleta caleidoscópica. Su enfoque físico de la pintura, que hace referencia tanto al automatismo como al action painting, utiliza a menudo herramientas poco convencionales, desde palillos chinos hasta jeringuillas, pasando por sus propias manos, para crear composiciones de las que surgen ojos penetrantes entre salpicaduras y vetas de pintura.

En Retrocausality (2025), un fondo azul cielo se cubre con capas superpuestas de manchas y rayas de color, utilizando una gran variedad cromática como el blanco de titanio, el verde vivo y el carmesí intenso. Dos pares de ojos parecen converger en la composición, mientras que una masa amorfa de pintura amarilla interactúa con gotas negras, sugiriendo la forma de un torso en movimiento.

Los cuadros de Dillon con más de una figura tienden a encarnar versiones más abstractas de personajes superpuestos que acentúan la abstracción y el dinamismo de la escena. En contraste, sus obras centradas en una única figura evocan una mayor sensación de aislamiento e introspección. Un ejemplo de esto es The Chad (2024), donde representa el perfil de un hombre de nariz afilada y ojos verdes, cuya expresión parece debatirse entre la contemplación y la inquietud.

Automatismo y meditación

Muestra en Opera Gallery. @Enrique Palacio

Una de las principales preocupaciones de Dillon es dotar de alma a las figuras ambiguas y gestuales de sus cuadros, sin caer en referencias literales o iconografías, símbolos o caricaturas. Por ello, detalla, que en sus obras, «los personajes tienen diferentes niveles de estado emocional. Ninguno de ellos se enfrenta al espectador como una amenaza, sino que son lo bastante ambiguos como para que el espectador les atribuya su propio significado».

La directora de Opera Gallery Madrid, Belén Herrera Ottino, se ha mostrado encantada de contar con la obra de Dillon en la calle Serrano de Madrid, ya que destaca que se trata de «una invitación a sumergirnos, en cuerpo y alma, en el lenguaje pictórico de Thomas Dillon, donde el automatismo inconsciente y la meditación van de la mano».

Leve figuración

Muestra en Opera Gallery. @Enrique Palacio

Thomas Dillon es un pintor cuya obra, dentro del ámbito abstracto, mantiene una leve figuración. Su trabajo explora el acto de pintar sin una intención consciente, desafiando las nociones tradicionales de autoría para descubrir significados más profundos. Nacido en Staten Island, Nueva York, Dillon aprendió a pintar de manera autodidacta tras haberse dedicado previamente a la música y la escritura.

Aunque en sus pinturas pueden apreciarse rostros y cuerpos, su trabajo se inscribe firmemente dentro de la tradición abstracta del automatismo, que implica la creación de arte sin pensamiento consciente. A través de su práctica en el estudio, Dillon busca avances estéticos hacia una expresión más destilada de la humanidad y la experiencia. Actualmente, vive y trabaja en Filadelfia y su obra se ha expuesto en diversos lugares de EEUU y Europa.

Una oportunidad de inversión

El trabajo de Dillon, además, ha captado la atención tanto del mercado como de los críticos de arte, un hecho que es una hazaña en un mundo tan complejo como el del arte. Según Splint Invest, sus obras han experimentado un crecimiento significativo en valor, con retornos anualizados estimados entre el 16% y el 34% en un horizonte de dos a cuatro años.