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Lita Cabellut: «Los niños viven en cemento y con pantallas, dejemos que se manchen la ropa de barro»

Del 9 de mayo al 8 de junio se podrá visitar la exposición ‘La niña en la mirada' de Lita Cabellut en Opera Gallery de Madrid

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Lita Cabellut
Lita Cabellut. @Eddy Wenting
María Villardón

Artista. Lita Cabellut (Sariñena, Huesca, 1961) trabaja en los Países Bajos, concretamente en La Haya. Allí desarrolla su obra y ahora la ha traído a Madrid, a Opera Gallery Madrid, con una la exposición La niña en la mirada, una serie inédita de 18 retratos en gran formato que dan la bienvenida a la primavera, rindiendo homenaje a la Fiesta de la Maya, una festividad de estética pagana donde las flores silvestres los dominan todo.

Cabellut señala que los seres humanos «no estamos hechos para vivir en el cemento», sino para estar en contacto con la tierra, el barro y la naturaleza; algo de lo que estamos privando a los niños, transmientiéndoles nuestras fobias y miedos. «Están todo el día con las tablets y les privamos de algo tan esencial como es el contacto con la naturaleza, o lo que es lo mismo: con nosotros mismos», destaca.

¿Cómo estás, Lita? ¿Te encuentras bien con esta exposición?

Maravillosamente porque la exposición es muy bonita y este espacio tan especial… Creo que las obras dialogan muy bien con esta galería, con su atmósfera. He querido traer aquí un saludo a la primavera, al nacimiento de algo tan importante como es la naturaleza que, año tras año, está ahí, dándonos su fruto más tierno y fuerte.

Si te pido que cierres los ojos, ¿qué flores aparecen? 

Vería flores silvestres, sin duda. En los campos silvestres hay una armonía tremenda, ¿no crees? Los rojos, los amarillos, los rosas… son intensos y se entrelazan siempre con gran armonía. Cada flor tiene un color que sale con timidez para acercarse a otro, pero ninguno sobresale sobre otro. Hay un respeto innato en la naturaleza. Miras a un campo silvestre y ves todo salpicado de color, como en un estudio de pintura donde miras alrededor y está todo lleno de colores que se pelean por producir y que, a la vez, contrastan con la quietud y el silencio de la galería, que suele ser un templo de serenidad.

Exposición Lita Cabellut. @Cortesía Opera Gallery

Esta muestra comienza en vísperas de San Isidro, el patrón de Madrid, una festividad alegre donde la gente va a la Pradera y lleva flores en las manos, en la solapa, en el pelo o en un ramo para poner en casa. ¿Te sientes un poco la representante de la alegría de estos días en las calles de Madrid?

Sí, absolutamente, soy muy consciente. He querido retratar también ese momento de euforia colectiva que supone la aparición de la primavera. Es decir, cuando aún no ha llegado ni el castigo del calor ni el silencio del invierno. La primavera es un momento que esperamos con euforia, un sentimiento que también tienen los niños pequeños, aunque creo que ellos son portadores de una primavera eterna. Cuando miro a los niños, a sus miradas tiernas y llenas de ingenuidad y de sorpresa, suelo pensar que quisiéramos tener esa edad y no crecer, quedarnos en esa infancia. Pero todos sabemos que, como la primavera, todo tiene su ciclo y la infancia también.

Por todo ello, he intentado unir en estas obras esas características de la infancia: la sorpresa y la fragilidad unidas a la vez a una gran fortaleza. Los niños tienen una fortaleza tremenda y por algo son los portadores del futuro. He fusionado los ciclos de la primavera y la infancia. La primera nos trae las buenas noticias, bienestar, ganas de renovarnos y de vivir; y los niños nos traen la sensación de futuro juntos.

Me parece bonito unir esos dos conceptos y, a la vez, hacer una crítica al hecho de que los niños hoy sólo viven en cemento. Los seres humanos no estamos hechos para vivir en cemento; pero ahora los niños están sólo detrás de las tabletas y las pantallas. Qué importante es que salgan de ese ambiente y que les llevemos, aunque sea a un parque cercano a casa, que caminemos 10 minutos y les enseñemos lo que la naturaleza nos regala, que se encuentren con los árboles, las hojas, las flores.

Exposición Lita Cabellut. @Cortesía Opera Gallery

Los niños deberían estar más en el barro, manchándose las rodillas, las manos y la cara. Volver a casa hechos un desastre.

Exacto, exacto. Y todo el mundo tiene tanto miedo a todo que les hemos contagiado nuestra fobia a los niños. No paramos de escuchar eso de ‘no te caigas, te vas a ensuciar de barro, esos pantalones son nuevos y verás luego tu madre, te va a regañar cuando lleguemos a casa’. Les privamos de algo tan esencial como es el contacto con la naturaleza, o lo que es lo mismo: con nosotros mismos.

Lo que quiero decir es que el ser humano no vive sin naturaleza y la tenemos a nuestro alcance. Creo que las personas que viven en la montaña, en el campo, etc. tienen a mano toda la naturaleza; pero los que no estamos cerca, podemos tener la voluntad de desplazarnos e irnos al menos al parque de la esquina.

En esta serie los niños y las flores tienen el protagonismo. Tú sueles trabajar con modelos reales para tus retratos, buscas la imagen, la fotografía y más tarde la pintas. En esta ocasión, ¿también has tenido modelos reales?

Sí. Con niños de carne y hueso. Hemos hecho un casting y hemos seleccionado a 12 niños, aunque hay más niñas porque en el casting no había tantos niños disponibles al haber un prejuicio por el hecho de ponerles flores en la cabeza, algo que ven una actividad de niñas. Esto ha hecho que se hayan presentado menos niños, por eso sólo hay dos en la serie de retratos. Pero la experiencia con ellos, con los dos únicos que había, ha sido maravillosa. Al principio, cuando entraron en el estudio y vieron todo lleno de flores y de mantillas, mantones, ropas pintadas de colores, etc. y les conté qué es lo que íbamos a hacer y que tendrían que vestirse con esos accesorios y posar para las pinturas, uno de ellos dijo que prefería no llevar flores en la cabeza.

Entonces, comenzamos a hablar sobre ello y un asistente de mi equipo nos escuchó, así que él tomó la iniciativa de ponerse flores en la cabeza y caminar con ellas por el estudio, mientras yo le decía que eran unas flores preciosas. De este modo, el niño empezó a ver que no era algo de niñas, sino de todos nosotros y que la naturaleza y las flores no son sólo para niñas, sino también para los chicos. Esto fue interesante y dio como resultado uno de mis cuadros favoritos porque en su expresión lo tenía todo, mucha timidez, pero a la vez estaba encantado. ¡No se quería quitar las flores y se las quería llevar a casa!

Creo que los niños no están acostumbrados a ver que la naturaleza tiene materiales maravillosos y que no siempre están accesibles para ellos porque no les permitimos hacerlo. Con estas obras he aprendido mucho, te das cuenta de que es importante explicar las cosas, ser parte de aquello que estás diciendo y ser cómplice.

El estudio de Lita Cabellut. @Eddy Wenting

¿Cómo te llevas con la eternidad de la obra? Es decir, todos nos iremos, nadie se quedará aquí, pero en tu caso, los cuadros que pintas se quedarán. ¿Cómo te relacionas con esa eternidad?

Fíjate, es algo que pocas veces me cuestiono. Soy una desconstructivista desde lo más profundo de mi alma, siempre estoy dispuesta a desprenderme y desaprender de lo aprendido, y cuando entro en un museo y veo las obras siento agradecimiento por el hecho de que las hayan rescatado y cuidado para que ahora yo pueda verla y dialogar con ella. Por tanto, me hace muy feliz pensar que quizás, no sé, una de mis obras pueda servir de inspiración o de ejemplo, o de lo que sea, para cualquier persona cuando alguien está empezando o para mis nietos.

Ah, ¿tienes nietos?

Sí, tengo dos. Uno de seis años y otra que está por llegar.

¿Y el niño de seis años va a tu estudio?

¡Huy! Sí. En cuanto llega a mi casa, lo primero que me dice es: ‘Hola, abuela. ¿Podemos ir al estudio?’. Así que está mucho allí conmigo, le encanta pintar y es complicado sacarlo de su mesa. Estoy pintando y él también, cada uno tenemos un rincón. Es maravilloso verle, te das cuenta como nos acercamos el uno al otro pintando. Él ve que en el estudio no sólo soy la abuela, allí estoy trabajando, creando, haciendo y deshaciendo. Lo observa todo.

El otro día en el colegio preguntaron a cada uno de los niños qué es arte para ellos. Cada uno dio su respuesta, mi nieto dijo: ‘Es algo muy difícil de explicar, pero es muy bonito’. Pensé que era la mejor explicación que podía darse.

Esta serie retrata a la infancia. La mujer que es ahora Lita Cabellut, ¿qué le diría a la niña que fuiste?

Le diría: ‘Sigue caminando y no pares. Lo que estás esperando es grande’.

¿Hubieras querido saber qué trae el futuro?

No, creo que no. Si hubiera sabido que el camino era tan intenso y tan vivido, quizá no hubiera tenido la ingenuidad y la ignorancia de soñar en lo que puede llegar.

Exposición Lita Cabellut. @Cortesía Opera Gallery

Dicen que la vida es corta, pero lo cierto es que da tiempo a hacer muchas cosas. De lo hecho, ¿con qué te has sentido más feliz?

En mi profesión, creo que va a ser cuando llegue el momento de ver la exposición de la interpretación de Los disparates de Goya en la Real Academia de San Fernando. Es una muestra que estoy preparando y es el momento que más feliz me he sentido en mi carrera. Y es que Goya es mi gran maestro, no solamente en la pintura, sino también en la manera que me ha formado para ver el mundo y para tener autocrítica hacia mí y hacia todos nosotros. Estar trabajando en su obra no puede hacerme más dichosa. Y en lo personal, lo que más feliz me ha hecho en la vida es ser madre.

¿Por qué?

Porque para mí ser madre significaba entregarme por completo y recibir por completo. Es la entrega y la recepción del amor incondicional. Para mí ha sido importante formar mi familia, amar a unas criaturas que son tuyas o que te las puede regalar la vida, y las quieres con la misma intensidad.

¿Eres feliz?

Soy una mujer feliz en general, personalmente estoy muy realizada por el amor que tengo a mi familia y por el amor que recibo sanguínea y profesionalmente. Me apasiona lo que hago y no podría vivir sin hacerlo.

Es importante. Un alto porcentaje de la sociedad afirma que no le gusta su trabajo. 

Pues eso es realmente un sufrimiento muy profundo. Cuando estás viviendo y haciendo algo donde tu alma no está preparada y tienes que estar, es terrible. Son las cárceles de esta sociedad que nos hemos construido nosotros mismos, hemos creado una sociedad donde sólo es importante prepararse para el futuro y nunca se nos prepara para ser felices. A mis hijos les he intentado transmitir que es mejor no hacer algo para tener éxito, sino sentirte exitoso con lo que estás haciendo.

La medida del éxito es relativa.

Lo sé, claro. Para mí es más importante el éxito personal que el social o el material.

En tu caso, la obra que haces deben comprarla otras personas, eso requiere de casi permanente contacto social, fiestas, entrevistas, etc. ¿Eso cómo lo llevas?

Soy tremendamente tímida. En el momento de las exposiciones, sobre todo con la galería con la que trabajo, me gusta apoyarles y caminar juntos con entusiasmo. Pero no soy una persona a la que se le vea mucho en las cosas sociales así de forma gratuita, tiene que ser por alguna razón, por alguien que me cae muy bien y no quiero hacerle un feo. Pocas veces me planto en sitios donde el foco de atención como artista sea yo. Esas cosas me cuestan mucho. Muchísimo.

Ahora mismo la carga social la llevo bien porque la manejo con una balanza, hay equilibrio y paso mucho más tiempo en el silencio de mi estudio, con mi familia y con mi privacidad que con el mundo social. Si tuviera muchas obligaciones sociales, ¡podrían conmigo!

@MaríaVillardón

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