Entrevista al veterinario de animales como chimpancés, elefantes y jirafas
Una carrera en las Ciencias Veterinarias va más allá de un amor innato por los animales. Un veterinario debe ser empático, paciente y un buen comunicador, además de estar bien versado en las ciencias biológicas para poder lidiar con las diferentes responsabilidades de su día a día: salvar y cuidar a todo tipo de animales, luchar para que recuperen su salud, hablar con sus propietarios y proporcionarles toda la información necesaria para el cuidado de sus mascotas. Tanto en una clínica privada como en visitas a domicilio, en refugios, ONG, centros zoológicos y hospitales de urgencias, no hay dos días iguales en la vida de un veterinario. Salvar y cuidar a los animales, esa es su finalidad diaria, en la que están entrelazadas tanto experiencias gratificantes como pérdidas dolorosas y dilemas emocionales. La veterinaria es una carrera muy amplia, especialmente en la especialidad de exóticos, donde, lejos de formarte en el cuidado de determinados animales, abres tu mente a todo tipo de especies, desde tortugas y camaleones, hasta serpientes y leones. Y es que las consultas de veterinarias de exóticos son cada vez más, dado el alza de mascotas exóticas en los hogares.
Hoy hablamos con un especialista en animales exóticos: Tomás Palomares Rolandi. Tomás estudió Veterinaria en la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid y a lo largo de su etapa universitaria desarrolló diversos intereses en torno a la fauna salvaje y los animales exóticos, hasta que decidió finalmente dedicarse de lleno a esta rama, la cual ejerce en la Clínica Veterinaria de Animales Exóticos 24 h, en Madrid, la primera clínica especializada en animales exóticos con un servicio 24 horas, 7 días a la semana. Además, Tomás cuenta con toda una comunidad en Instagram, @thejunglevet, en donde enseña de forma sencilla y didáctica su día a día, los animales que trata, curiosidades sobre diferentes especies. Hoy hablamos con Tomás sobre animales exóticos, veterinaria, y mucho más…
Todos los dueños de mascotas, y también los que no, estarán de acuerdo en que los animales tienen sus propias formas de hacernos sonreír y transmitirnos un sentido de pertenencia, propósito y satisfacción muy diferentes a los que nos puede transmitir otro ser humano. Los animales, sean de la forma, tamaño y condición que sean, pueden proporcionar inmensos beneficios emocionales y psicológicos, además de reducir los sentimientos de soledad y aislamiento, que en ocasiones nos abaten.
El concepto de ‘mascota’ ha evolucionado enormemente en los últimos años. A los tradicionales animales de compañía se han sumado muchas especies a las que, cada vez más, tratamos como animal de compañía o mascota. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que no todos los animales son iguales, sino que cada especie requiere unos cuidados diferentes y una atención personalizada.
Tomás Palomares Rolandi, mejor conocido como @tomijunglevet en Instagram, estudió veterinaria en la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid y a lo largo de su etapa universitaria desarrolló diversos intereses en torno a la fauna salvaje y los animales exóticos, hasta que decidió finalmente dedicarse de lleno a esta rama, para lo que llevo a cabo el título de máster en medicina y cirugía de animales exóticos y diversos diplomas de cursos y congresos sobre medicina de grandes felinos, conservación de la fauna salvaje y etología aviar.
«Siempre he tenido clarísimo que quería ser veterinario. Desde niño, cuando ni siquiera sabía decir la palabra ‘veterinario’ , mis padres me preguntaban qué quería ser de mayor, y yo decía que médico de animales. Nunca he atravesado la típica fase de querer ser futbolista o astronauta, yo quería ser médico de animales«.
Durante el verano de 2017, Tomás complementó su formación con prácticas en el Bioparc de Valencia, realizando trabajos de manejo de animales salvajes, medicina preventiva, alimentación, obstetricia y reproducción orientados a la conservación de especies amenazadas. Debido al éxito de su experiencia, vuelve en 2019 gracias a la concesión de una beca para desarrollar su trabajo de fin de grado sobre el comportamiento y la reproducción de la jirafa Baringo.
«Normalmente, la carrera se enfoca al 100% en animales mascota, es decir perros y gatos. También haces mucho de caballo y de ganado; vacas, cerdos, ovejas… Sin embargo, lo que son exóticos como tal, no se ve prácticamente nada. No puedes abarcar en cinco años de carrera todas las especies de animales del planeta. Por eso, cuando termine la carrera me tuve que especializar como si empezara de cero. Tenía la base de la medicina veterinaria, pero tenía que aprender a tratar en una misma tarde o en una misma guardia a una cabra, a un cerdo, a una iguana, a un guacamayo, a un conejo y a un hurón. Y cada animal tiene una anatomía distinta, una fisiología distinta. Hay fármacos que para unos animales pueden ser tóxicos y para otros pueden salvarles la vida. En cuestión de una hora cambias totalmente de especie y lo que has estado viendo de mamíferos no lo puedes aplicar a las aves, es por ello que tienes que hacer una especialidad diferente, que es la de animales exóticos y salvajes. Yo me centré en la medicina y cirugía. Igual que un médico hace el MIR y se especializa, por ejemplo, en traumatología, pues nosotros además tenemos que escoger la rama, es decir, a qué animal voy a tratar o a qué animal me gustaría dedicarme. Yo por ejemplo, hago oftalmología de cobayas».
En 2018 se desplaza a Uganda a realizar un chequeo veterinario a los chimpancés de la reserva de la Isla Ngamba, perteneciente al instituto Jane Gooudal. La intensidad de este viaje define un punto de inflexión en su desarrollo profesional. En Uganda aprende la importancia de la preservación de la biodiversidad y afianza su pasión por la fauna silvestre africana.
«Disfruto un montón de mi trabajo, pero no te voy a mentir, es muy sacrificado. Estás viendo todo el rato a animales enfermos, animales sufriendo, animales pasándolo mal, incluso animales muriéndose. Y bueno, estás un poco aquí para salvarles y para hacerles la vida un poco más fácil. Para mí, la sensación de haber salvado a un animal es una maravilla. Eso es lo que me hace a mí salir de aquí y sentirme totalmente realizado».
En 2019, tras la exposición de su trabajo de fin de carrera, se le otorga una beca para continuar con la investigación en forma de tesis doctoral en Kenia. Esta experiencia se trunca con la llegada de la Covid-19, que paraliza muchas de estas oportunidades y le impide viajar al país africano.
«Mi sueño siempre ha sido trabajar en África con las jirafas, desde que tengo uso de razón. Y tuve la oportunidad, pero llegó el COVID. Mi trabajo de fin de carrera lo hice sobre reproducción y conservación de jirafas. Lo hice aquí en España, en un zoológico. Y bueno, mi intención era aprender aquí y luego poder extrapolarlo a las jirafas en libertad. Incluso me dieron una beca para irme a trabajar a Kenia. Me iba en principio tres meses, pero era algo que se podía alargar y lo que iba a hacer era empezar mi tesis y completar un poco el estudio que había empezado de análisis hormonales en jirafas y ver un poco qué podía aportar yo para evitar la extinción de las jirafas en libertad. Ya tenía la maleta hecha. Me iba el 20 de marzo de 2020 y el 11 nos encerraron. Cuando se terminó la cuarentena, intenté retomarlo y ponerlo todo en marcha otra vez. Pero luego ya era muy complicado ir a África y conseguir los permisos de investigación».
Dispuesto a continuar con su vocación desde la infancia, Tomás se incorpora al hospital Animales Exóticos 24 h, en Madrid, la primera clínica especializada en animales exóticos, con un servicio 24 horas, 7 días a la semana.
«Tratamos a todo tipo de animales, menos perros y gatos, pueden ser conejos, cobayas, hurones, chinchillas, periquitos, agapornis, cacatúas, guacamayos, reptiles, camaleones, gecos, iguanas, suricatos, cabras, ovejas, cerdos… En resumen, todo lo que pueda entrar por la puerta. Lo más raro que hemos visto es una alpaca, un emú y un león bebé. En el caso de que no entré o sea muy complicado el transporte, también tenemos la opción de ir nosotros allí y hacer la consulta o lo que haga falta in situ».
A día de hoy, Tomás cuenta con toda una comunidad en Instagram, en donde enseña de forma sencilla y didáctica, su día a día, los animales que trata, curiosidades sobre diferentes especies…
«Yo me hice la cuenta de Instagram hace muchos, era una cuenta friki en la que subía fotos de animales, a lo mejor un poco raros o fotos bonitas que me gustaban y ponía abajo el nombre del animal y ya está. Entonces me empezó a seguir gente, de todo el mundo y llegué a tener 10.000 seguidores. Años más tarde me contactaron de una agencia de comunicadores sanitarios y de divulgadores científicos y me dijeron que estaban interesados en contar con un perfil de un veterinario. Y acepte. A mí lo que me gusta es hacer llegar información a la gente de forma sencilla y es lo que hago. A mí me habría encantado seguir a alguien que cada dos o tres días me subiese un vídeo contándome algo de un animal o incluso descubriéndome una especie que no sabía que existía. Y así empezó un poco todo hasta día de hoy. La verdad estoy muy contento y creo que a la gente le está gustando también».
Finalmente, le pedimos que nos contara una anécdota…
«Durante la guardia de noche siempre hay un veterinario, todo lo que viene y todas las urgencias que puede haber van a él. Las urgencias que te puedes encontrar de noche son de lo más variopintas que te puedes imaginar. Una vez me llamaron por teléfono de otra clínica veterinaria y me dijeron que nos acababan de derivar un caso, una señora a la que le había nacido un pato de un huevo. Más tarde llamaron al timbre y entró una chica supersofocada, no sabía qué hacer. Traía al polluelo en una especie de trapo y cuando lo abrió reconocí que era de un ganso egipcio, un ganso del Nilo recién nacido. Le pregunté que qué había pasado, que de dónde había sacado un ganso egipcio y lo gracioso fue la respuesta. El huevo era de un proyecto de ciencias de su sobrino, el típico huevo que nunca llega a nacer o que es un huevo de supermercado y no tiene nada dentro. La familia pensaba que no iba a nacer, como es lógico, y de repente una noche empezó a moverse. La familia no podía hacerse cargo del ganso, entonces nos lo quedamos en la clínica. Me pasé toda la noche con él, empecé a darle las primeras tomas de alimento y el gansito salió adelante. Lo más curioso es que ellos se suelen imprimar mucho con la figura que ven nada más nacer, y como no había llegado a ver a sus propietarios, pues me vio a mí y creo que consideró que yo era su madre. Fue graciosa aquella época, yo iba caminando por el hospital y el gansito iba detrás de mí todo el rato. Le enseñamos a comer, le enseñamos a nadar, le enseñamos todo. Estaba siempre por aquí con nosotros, pero cuando se hizo grande ya lo llevamos a un santuario para que viviese. Al fin y al cabo es un ganso que necesita su fuente de agua y su comida, su exposición al sol y todo. Ahora vive libre y feliz».