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La sonrisa, por Carlos Pérez-Carracedo

  • Carlos Pérez-Carracedo
Carlos Pérez-Carracedo

¡La sonrisa es la expresión no verbal más identificable y poderosa que existe! De hecho, me atrevo a decir que la sonrisa tiene un efecto mágico sobre las personas, no solo quien la recibe y la percibe, también quien la emite.

De todos es sabido que sonreír tiene unos efectos muy positivos en la naturaleza humana, que es un vehículo no verbal que allana mucho el camino a una comunicación positiva y optimista que genera bienestar en las relaciones con los demás y que abre la puerta a que los seres humanos, incluso, nos podamos comunicar los unos con los otros sin decir ni una sola palabra. Un puente perfecto para la comunicación incluso con aquellas personas que no conocemos y que no hemos visto nunca. Seguro que nos ha ocurrido más de una vez que alguien nos ha sonreído por la calle y le hemos devuelto una sonrisa generando en nosotros una pequeña dosis de satisfacción y de buen rollo ☺

Julia Roberts

Dijo el escritor y periodista Mariano Aguirre que «una sonrisa cuesta poco, pero vale mucho».

Al igual que un beso, una sonrisa, aunque dura muy poquito su efecto puede ser muy duradero, son huellas que perduran en nuestra memoria.

Una buena sonrisa te lleva muy lejos también a nivel inter personal, a nivel social, laboral, afectivo, una sonrisa nos proyecta en positivo y tiene un poder cautivador.

George Clooney

Pero adentrémonos un poco en analizar la sonrisa desde un punto de vista científico. La sonrisa se ha estudiado mucho y de hecho hay muchos especialistas que le han dedicado mucho tiempo e investigación.

Uno de los primeros en hacerlo fue el Dr. Guillaume Duchenne, médico francés, allá por finales del siglo XIX. De hecho, su estudio de la sonrisa genuina se hizo tan famoso que se acuñó la definición y se le dio su nombre, ‘la sonrisa de Duchenne’.

La sonrisa, el reír, está impreso en el ADN del ser humano. Lo empezamos a hacer aun cuando no hemos nacido. Esto se pudo comprobar al ver las imágenes utilizando la tecnología ultrasónica de 3D, seguimos sonriendo en nuestra más temprana infancia y nunca abandonamos este gesto a lo largo de nuestra vida.

Un bebé riendo / Foto: Unsplash

El Dr. Duchenne logró, a través de sus estudios, diferenciar varios tipos de sonrisas, y estableció de forma fotográfica cuál de ellas era genuina y no forzada a través de los movimientos de nuestra arquitectura y mapa facial.

 

Sonrisa forzada y natural

Cuando sonreímos de una determinada forma, hay ciertos músculos y micro fibras que se contraen, especialmente en las esquinas de los labios, que a su vez son activados por la ligera contracción de las mejillas y que a su vez generan una contracción alrededor de los ojos generando ligeras micro contracciones visibles. Esto bien podría ser una pequeña explicación a grandes rasgos de lo que el Dr. Duchenne describió como una sonrisa genuina.

Otro médico, en este caso el psicólogo americano Paul Ekman, de forma más reciente no solo estudió la sonrisa, también estudió en profundidad todas las facciones de nuestra cara estableciendo por primera vez un mapa facial científico de las emociones que incluso hoy en día es utilizado por el FBI y por otras fuerzas de seguridad para identificar a través de cámaras 3D todos los movimientos y contracciones de la cara para establecer las emociones. Cada contracción y micro tensión en la cara tiene su lectura emocional.

Según Ekman, consiguió elaborar un mapa de 18 sonrisas perfectamente identificadas y que correspondían a distintas emociones de distintos niveles de intensidad. ¡Es decir, cada sonrisa tiene una emoción!

La sonrisa genuina se origina en la zona cerebral asociada a nuestras emociones, el sistema límbico. Sin que nosotros seamos conscientes, somos capaces de identificar cuando una sonrisa es forzada, falsa o auténtica, generada por las emociones, y esto es algo que nos ocurre a todos, somos capaces de leer las sonrisas de los demás.

Cerebro

La mascarilla le ha robado el protagonismo a la sonrisa ya que cubre nuestra boca y parte de nuestras mejillas, pero no nos confundamos, los ojos también hablan y se expresan de una forma muy clara. Teniendo en cuenta lo que descubrió el Dr. Duchenne y los estudios recientes del Dr. Ekman la sonrisa auténtica tiene unas evidentes contracciones alrededor de los ojos, por eso identificamos perfectamente cuando una persona nos sonríe a pesar de tener la boca cubierta y las mejillas ocultas detrás de una mascarilla.
¡Percibimos las emociones positivas a través de los rasgos visibles de nuestro rostro!

La sonrisa es igual a un estado de animo en positivo, que a su vez genera endorfinas, así que está directamente asociada a un estado de placer. Asimismo, reducimos los niveles de la hormona del cortisol que tanto daña a nuestro sistema, la dopamina también se activa.

Foto: Unsplash

Que no os sorprenda el hecho de que una sonrisa auténtica y genuina estimula nuestro centro de recompensa en nuestro cerebro como lo harían más de 2.000 barritas de chocolate, con el consecuente ahorro calórico ☺

¡Imaginaos el poder de la sonrisa que, cuando una persona empieza a reírse, el efecto contagio es prácticamente inmediato. Las neuronas espejo empiezan a activarse y empezamos a imitar a la persona que se ríe sin tan siquiera conocer la razón del por qué!

Pura terapia positiva, ¿no os parece?

Nos reímos alrededor de 20 veces al día como media, mientras que un 14% de las personas solo se ríe una media de 5 veces. Pero es curioso que los niños son los grandes protagonistas de las risas, se ríen como media unas 400 veces al día.

Hay un ejercicio que es una terapia muy efectiva y muy sencilla, pero de una efectividad increíble. Antes de salir de casa, cuando vayamos a abrir la puerta, salir y dar comienzo a nuestro día, sencillamente hagamos el sencillo ejercicio de regalarnos una sonrisa, sencillamente sonreír. Creedme que el efecto es inmediato y nuestro estado de animo se tornará más positivo y nuestras sensaciones positivas se verán muy reforzadas.

Foto: Unsplash

La sonrisa tiene un poder oculto transformador, es una enorme herramienta de comunicación.

Pero los estudios realizados en la universidad americana de Wayne State llegan más lejos. ¡Los estudios arrojaron una verdad contundente, la gente que se ríe más VIVE más!

El ‘Smiling Predicts Longevity Study’ sacó a la luz que las personas que se ríen mucho viven una media de 79.9 años, los que se ríen con menos frecuencia viven una media de 75 años y las personas que a penas se ríen viven una media de 72.9 años.

Foto: Pexels

La madre Teresa de Calcuta dijo: «Nunca llegaré a entender todo lo bueno que una sencilla sonrisa puede llegar a hacer».