La isla privada de Marlon Brando ahora es el ‘resort’ ecológico más exclusivo del mundo: 10.000 € la noche
Imagina despertar rodeado de aguas turquesas, playas de arena blanca inmaculada y un susurro de palmeras mecidas por la brisa. Así es Tetiaroa, la joya escondida de la Polinesia Francesa, un edén que el legendario Marlon Brando no sólo descubrió, sino que convirtió en su refugio privado y, más tarde, en uno de los resorts más sostenibles y lujosos del planeta: The Brando.
La isla privada de Marlon Brando
La historia de este paraíso comienza en 1962, durante el rodaje de El Motín del Bounty. Fue en ese rodaje donde Brando conoció a Tarita, actriz y futura esposa, y también donde quedó prendado de Tetiaroa, un atolón virgen a unos 50 kilómetros de Tahití.
Tal fue su fascinación que, apenas cinco años después, compró la isla con la visión de preservarla y proteger su biodiversidad única. Para Brando, Tetiaroa era mucho más que un paisaje espectacular: era una promesa de vida en armonía con la naturaleza.
Sin embargo, no se conformó con tener un pedazo de paraíso para él solo. Su sueño era mayor: quería convertirlo en un modelo de sostenibilidad para el mundo. Con esa ambición, en 1999 se alió con Richard Bailey, experto en turismo de lujo en Tahití, para construir un resort que respetara cada rincón de este santuario natural.
El resultado, The Brando, es el primer hotel post-carbono del mundo: un lugar donde el lujo y el compromiso medioambiental conviven en perfecta sintonía.
Esta villa que te mostramos a continuación, con capacidad para cuatro personas, con 96 metros cuadrados y vistas al mar, cuesta 10.000 € la noche.
El lujo consciente: una experiencia que transforma
The Brando no es simplemente un hotel de lujo en una isla privada. Es una declaración de amor a la naturaleza, un experimento de sostenibilidad a gran escala, y una promesa de exclusividad consciente.
Desde el primer momento, el resort se diseñó para integrarse sin invadir el entorno. Utiliza energía solar, sistemas de aire acondicionado alimentados por agua de mar y prácticas agrícolas orgánicas que abastecen sus cocinas.
Cada villa del resort (inspiradas en la arquitectura polinesia tradicional) se oculta entre la vegetación, garantizando privacidad total sin romper la armonía del paisaje.
Y no hablamos de alojamientos modestos: piscinas privadas, terrazas abiertas al océano y servicios de mayordomo personal son parte del paquete.
Tetiaroa: más que belleza, un santuario vivo
Tetiaroa es la viva imagen del paraíso soñado: playas que deslumbran de blancura, aguas cristalinas, y una biodiversidad desbordante. En su arrecife florecen más de 160 especies de peces; delfines juguetones saludan a los visitantes, y entre julio y octubre, las ballenas jorobadas hacen una parada en su migración. En temporada, las tortugas marinas emergen de las aguas para depositar sus huevos en las arenas coralinas.
Pero además de su riqueza natural, Tetiaroa es un lugar sagrado para la cultura polinesia. Durante siglos, fue el refugio de la realeza tahitiana, y aún hoy se conservan marae (templos ceremoniales) que susurran historias ancestrales a quienes se acercan con respeto.
Experiencias que van más allá del viaje
En The Brando, cada jornada es una invitación a explorar, aprender y reconectar. El resort ofrece desde excursiones guiadas por naturalistas para descubrir la flora y fauna del atolón, hasta talleres de danza polinesia y cocina tahitiana. Si prefieres la aventura acuática, puedes sumergirte en el arrecife haciendo snorkel o paddle surf en las tranquilas aguas que rodean la isla.
¿Eres más de relajarte? Entonces las clases de yoga al amanecer y los tratamientos de spa basados en técnicas tradicionales te darán ese respiro profundo que solo un lugar como este puede ofrecer.
Gastronomía de altura en medio del Pacífico
La experiencia culinaria en The Brando no se queda atrás. El chef Cédrik Ollivault lidera una propuesta que fusiona lo mejor de la cocina francesa y polinesia, usando ingredientes locales frescos (muchos cultivados en la propia isla).
Y para quienes buscan un viaje gastronómico aún más especial, el restaurante japonés Nami Teppanyaki promete una explosión de sabores en cada bocado.