Cultura

Premios Oscar, descubrimos el origen del galardón de cine más codiciado

Foto: Premio Óscar

La historia de la actuación se remonta al año 534 a. C. El primer actor del que se tiene conocimiento es el griego Tespis, quien actuó en el Teatro de Dioniso, en Atenas. Sobre el escenario, se puso su máscara de actor, e interpretó a un personaje narrando la historia en primera persona, algo que sorprendió al público, ya que hasta ese entonces solo se habían narrado historias cantadas y en tercera persona.

Con el paso de los años, el interpretar ante una audicencia se convirtió en un tipo de entretenimiento, guionizando historias reales y ficticias. Así, surgió uno de los oficios más codiciados. Interpretar requiere estudiar, además de una capacidad muy grande de memorización y, en definitiva, de adentrarte en tu personaje, mimetizarte con él y convertirte en otra persona. Tuvieron que pasar muchos años hasta que surgieran diferentes asociaciones de actuación, pero en 1927 se formó una de las instituciones más poderosas de la labor, la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas. Entre sus principales metas estaba idear un método que honrara los logros extraordinarios, fomentando así los niveles de calidad superiores en todas las facetas de la producción cinematográfica. Por ello, vamos a hablar de la historia de los Oscar.

Foto: Premio Óscar

A muchas personas les surgen preguntas ¿A caso fue alguien llamado Óscar quien quiso poner su nombre a tan anhelado trofeo? ¿O tal vez fuera algún académico o fundador de tan internacional evento? Lo cierto es que no. La realidad va mucho más lejos que las hipótesis, de hecho, fue una mujer la que la bautizó. Su nombre era Margaret Herrick y fue bibliotecaria de la Academia de cine durante varios años, pero ni ella misma se dio cuenta en su momento de qué pasaría a la historia ni de que la prensa acabaría hablando de esta anécdota.

Margaret Herrick / Foto: Pinterest
Janet Gaynor, primera actriz en ganar un premio Oscar, 1927 / Foto: Pinterest
Emil Janning, primer actor en ganar un premio Oscar / Foto: Pinterest

Cabe decir que, en sus inicios, este premio no tenía un nombre concreto. La gente se refería al trofeo como «la estatuilla de la Academia» u otros sinónimos como «el premio dorado» o «la estatuilla al mérito». Pero un buen día, Herrick, que tuvo la oportunidad de verla de cerca, aseguró a sus compañeros que realmente se parecía mucho a su tío Óscar. Fue por esa época, cuando se celebraba la primera gala de estos aclamados galardones, tuvo lugar en el clásico Hotel Roosevelt de Los Ángeles.

Ginger Rogers aceptando su primer premio Oscar / Foto: Pinterest
Hotel Roosevelt, hotel donde se celebraron los primeros Premios Oscar / Foto: Pinterest
Primera gala de los premios Oscar

Es muy curioso y puede sonar a broma, pero realmente fue de esta forma tan cotidiana como el premio acabó adoptando su nombre. Y es que, entre los trabajadores, se acabó haciendo popular el llamarle Oscar, siguiendo la broma de Herrick. Por su puesto, ninguno de los presentes en la formación de esta historia imaginaba que la anécdota acabaría calando, hasta el día de hoy.

Norma Shearer con su premio Oscar a mejor actriz, 1930 / Foto: Pinterest
Red Carpet premios Oscar / Foto: Pinterest
Audrey Hepburn, con su primer Oscar, 1954 / Foto: Pinterest

Pero, aunque de forma interna lo llamaran así, no fue hasta años más tarde, en 1934, que traspasó las paredes de la entidad y llegó a los espectadores. Concretamente, cuando el periodista Sidney Skolsky lo empleó en su columna para hablar del premio a la mejor actriz para Katharine Hepburn (la mujer con más estatuillas de la historia), por su película Morning Glory. A la academia le costó adaptarse a la idea, de tal forma que hasta el 1939 no se formaliza la denominación. A partir de entonces, ya todo el mundo se refería a ellos como premios Oscar. Otra versión acerca del origen del nombre se originó con Eleanor Lilleberg, secretaria ejecutiva de Louis B. Mayer, presidente de Metro Goldwing Meyer por la época, quien al ver la estatuilla exclamó que se parecía al rey Óscar II, aunque esta versión es menos popular y le han restado credibilidad.

Sidney Skolsky con Marilyn Monroe / Foto: Pinterest
Katharine Hepburn en Morning Glory, 1934 / Foto: Pinterest
Katharine Hepburn / Foto: Pinterest

Dentro de esta narración histórica, surgen muchas incógnitas sobre las estatuillas y las normas sobre ellas se impusieron. Desde 1950, fueron acogidas legalmente para que ni el ganador ni sus herederos las puedan vender sin antes haberlas ofrecido a la Academia por el precio establecido de un dólar. Si el ganador se niega a aceptar dicha disposición, la Academia se quedará con la estatuilla. Las estatuillas del Oscar que no estuvieron protegidas bajo esta ley fueron vendidas en subastas públicas y privadas bajo sumas superiores a seis cifras. En diciembre de 2011, el Oscar que Orson Welles ganó por Ciudadano Kane en 1941 fue subastado después de que en 2004 sus herederos ganaran un litigio legal que aseguraba que Welles no firmó para devolver la estatuilla a la Academia.

Marlon Brando / Foto: Pinterest
Orson Welles / Foto: Pinterest
Olivia de Havilland, con su premio Oscar en 1950 / Foto: Pinterest

Mientras que la estatuilla esté bajo la propiedad del ganador, no podrá venderse en el mercado. Además, el nieto de Michael Todd intentó vender su Oscar a un coleccionista en 1989, pero la Academia acudió a instancias legales en donde finalmente pudo recuperar la estatuilla. A pesar de que, en muchos casos, la venta de un Oscar se lleva a cabo de forma efectiva en el mercado regular, muchos de los compradores deciden devolver la estatuilla a la Academia, en donde es guardada como un tesoro y una recreación sobre su historia.

Michel Todd y Elizabeth Taylor / Foto: Pinterest
Gloria Swanson premios Oscar, 1950 / Foto: Pinterest
Barbra Streisand premios Oscar, 1969 / Foto: Pinterest