Eugenio Cuttica, el artista argentino expone en Madrid: «El arte es silencio en medio del ruido»
Serendipia es el poder de que sucedan cosas buenas mientras nadie espera. Para Eugenio Cuttica, uno de los artistas argentinos más reconocidos internacionalmente y uno de los máximos exponentes de la generación intermedia, representa la forma de crear sus obras. El mantra que le ha guiado durante sus más de 20 años de carrera y que lleva el nombre de su nueva exposición que exhibe en la casa del embajador argentino.
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Serendipia es una exposición con la feminidad como motor central donde el artista representa a Luna, una niña traslúcida que, con la mirada puesta sobre el horizonte, se une al fondo de las pinturas atravesando la materia. Explorando el simbolismo y la pureza desde la perspectiva del arte. La muestra estará hasta el 3 de marzo en la casa del embajador argentino, donde disfrutó de la compañía de grandes invitados como como Agatha Ruiz de la Prada, Cayetano Martínez de Irujo, Rafael Anson, etc.
Pregunta: Antes de hablar de arte tenemos que entender qué es, qué abarca. Una primera pregunta necesaria para asentar la conversación: ¿qué es para ti el arte?
Respuesta: La palabra arte, etimológicamente, significa herramienta. Es una necesidad que tenemos todos como seres humanos. Podemos decir que es la verdadera espiritualidad, porque es algo que uno hace para dar lo mejor de sí mismo a un objeto, que realiza una transformación que conecta portales, tanto para él como para quien lo observa.
P: ¿En qué momento se encuentra el arte?
R: Hay una nueva ola que pone en retroceso el arte conceptual de los 90, para dar paso a un arte ready-mades que ha asegurado un dogma de que todo puede ser arte. Y que, por tanto, cualquier persona puede ser artista. Ahora hay un revisionismo sobre esto y se está volviendo más a un arte de maestría.
Ahora está sucediendo en cierta parte lo mismo que en la torre de Babel: todo el mundo habla pero nadie se entiende. Estamos viviendo una postura de superposición de discursos que producen cierta aridez en cuanto al sentimiento. Estamos en medio de un ruido en el que es complicado pensar y sentir. Y el arte precisamente es eso, es silencio.
En este momento estamos en una guerra cultural. En la que los artistas nos estamos enfrentando a la anulación del poder cognitivo, del razonamiento. Por eso creo que ahora el arte es una herramienta para defenderse. Cada vez que alguien acude a una muestra o ve una película está haciendo un acto de resistencia.
P: En todas tus pinturas aparece una niña a la que has denominado Luna, ¿por qué es una niña?
R: A la edad de 9 años, las niñas son muy inteligentes. Están súper despiertas y súper alertas a todo. Para mí, es el símbolo de ese estado de alerta que hay que tener utilizando a pleno todo el poder de nuestra percepción. Viviendo el presente, estando atentos a todo lo que sucede y descartando lo falso. Un pasado que armamos de acuerdo a una rutina de recuerdos o un futuro que construimos en función de nuestras ansiedades.
La niña lo deja todo atrás. La suya es una posición de firmeza, de autenticidad, más cercana a lo esencial. Pero súper conectada a todos los valores que nos hacen más humanos y más inocentes.
P: Luna va evolucionando en la colección con la introducción de elementos (como animales). Pero hay momentos en los que se la representa de forma más onírica, ¿por qué?
R: Siempre aparece vestida de blanco porque para mi Luna es una representación de los ángeles. Como un ángel de la guarda que va pasando por las distintas situaciones. Siempre en contacto con la naturaleza, ya sea un campo de lavandas, un campo de tulipanes, o animales salvajes, que también tienen su pureza.
Nadie puede pensar cuando está frente a un campo de tulipanes en Holanda cuánto vale la docena de tulipanes. Todos nos quedamos perplejos mirando la belleza que es. Un tipo de belleza que describe Kant que, cuando se presenta con tanta fuerza, nos pone la mente en blanco y dejamos de pensar.
P: Vemos que en las pinturas aparece únicamente un elemento: la silla. ¿Qué simboliza para ti ese instrumento?
R: La silla es un instrumento de poder, porque el conocimiento es poder. Los estudiantes estudian sentados; los meditadores, meditan sentados; los reyes dictan sus órdenes sentados. ¿Por qué? Porque es una situación que representa estar alerta y relajado al mismo tiempo. Y es la posición ideal para recibir conocimiento.
Hago una niña de pie sobre una silla que significa la pureza de una persona que no ha sido todavía transculturada, que está contenta dentro de su piel de mujer. La represento mirando al horizonte con una mirada que atraviesa la materia, porque esa es la mirada de la consciencia. Simultáneamente está sobre un campo de trigo o un campo de lavandas, que simboliza la fertilidad. Esta situación mental es la que reproduce la fertilidad.
P: ¿Por qué Serendipia? ¿Cómo te ha influenciado el significado de este concepto en la búsqueda de tu descripción de arte y belleza?
R: Yo considero que la belleza es un reflejo del bien. De la buenaventura. De una actitud positiva. De estar del lado de la luz y de la vida. La belleza es un reflejo de la libertad, de la verdad y de unos valores que están reapareciendo. No entra en la percepción de lo ‘bonito y lo feo’. Está ligada a cierta bondad.
Por el lado de la Serendipia, esto quiere decir encontrar algo de casualidad que no se estaba buscando. Haciendo otra cosa, uno encuentra algo muy valioso. Así es como se crea el arte de maestría. Borges decía en una poesía «¿Cuál es la mano que mueve la mano que mueve la pieza?». Lo que hay que preguntarse es dónde está esa segunda mano.
Yo todo lo que hago es a través de la Serendipia. Siempre estoy atento a todo lo que sucede a mi alrededor, porque el tema más exitoso puede aparecer de forma casual y tangencial.
P: ¿Cómo ha sido el proceso de traer volver a España y traer Serendipia a un escenario tan especial como la casa del embajador de Argentina?
R: La primera vez que estuve aquí fue con la Fundación Cajasol. Con ellos voy a hacer ahora en septiembre y ya hemos estado en Sevilla, Huelva y Córdoba. Llegar a Madrid ha sido posible gracias a que trabajo con dos representantes que son por Paola Rossi y Carminne Dodero, y tengo la suerte de estar respaldado por un buen sponsor que ama mi trabajo con quien hemos planeado un calendario de aquí a cinco años. Serendipia es la prueba piloto que estamos haciendo para ver cómo funcionamos en equipo. Pero de aquí vamos a ir a exposiciones en distintos museos.
P: ¿Cómo te gustaría que la gente enfrentarse la colección Serendipia?
R: Mi trabajo es abrir conciencias. Yo trabajo para producir algo. No me interesa la cultura del ego, quiero que la gente encuentre un sentido a la vida a través de mi obra. Que con un segundo delante de mí obra pueda desconectar, aunque sea cinco minutos. Lo que hago es como un hojaldre de simbolismos. Quiero crear un universo con muchas facetas. Como una especie de deconstrucción de completos para que nos ayude a vivir.