Con Pedro Capó: «Mi nuevo trabajo, ‘La Carretera’, es un trabajo de observación de uno mismo»
Quien crea sonidos ama la música y el que crea música lo hace con el objetivo de indagar y agitar nuestros sentimientos. Eso es lo que pasa con las letras de muchos cantantes, y el que se dedica a esto sabe que no son sólo palabras unidas a acordes, sino que tiene que ser como un poema que narre una historia, respirando la esencia de cada uno. Muchos lo aprenden y otros lo nacen con ello, viviendo entre cuatro paredes que les inspiran a componer, además de enseñar a producir. Hoy entrevistamos a un artista que sabe esto muy bien y viene con su nuevo trabajo, La Carretera, debajo del brazo. Desde Puerto Rico a España, hablamos con Pedro Capó.
Pedro Francisco Rodríguez Sosa (San Juan, 14 de noviembre de 1980), conocido artísticamente como Pedro Capó, es un cantante y compositor que creció en un entorno donde el talento musical estaba presente. El nombre artístico lo hereda de su abuelo, el reconocido compositor puertorriqueño Bobby Capó, el cual, desde muy pequeño, comienza a inculcarle el sentido del ritmo, la letra y lo que rodea a una canción.
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Eso crea un interior, el cual se basa en una construcción que comprende varios elementos, como puede ser la sensibilidad o el sonido con el que esa expresión se adecúa mejor. «Soy un tipo que ama la música, que la utiliza como vehículo. La uso en beneficio propio en forma de autoobservación, documentación de mi proceso de vida, con el objetivo de conectar con la gente a través de estas vivencias. Todos pasamos por lo mismo, pero desde nuestra propia realidad», confiesa Capó. Una declaración que nos adelanta un poco el motivo de su nuevo disco y la forma de entenderlo.
El comienzo de su historia se remonta a su infancia en un hogar donde el ritmo era el compañero habitual. «Toda mi infancia fue un estímulo. No sólo por mi abuelo, que cambió el pentagrama musical del mundo, sino también por mi padre, Bobby Capó hijo. Tocaba en el circuito bohemio de Puerto Rico y la música siempre estaba presente. Si no era con sus conciertos o sus ensayos en casa, era porque estaba componiendo y creando ideas nuevas», confiesa el cantante. «También me hacía partícipe de ello y me preguntaba qué me parecía o si a mi entender había que cambiar alguna rima o melodía. Eso fue lo que despertó la chispa de la vocación en mí», añade.
Este primer entendimiento es algo importante porque guía tu futuro en una complicada industria. Como bien nos expresa Pedro Capó: «Eso marca el ADN y esa crianza es la que ha definido mi camino hasta ahora». Un punto de partida con una esencia propia que evoluciona con nuevas tendencias, pero siempre se conservan esos sonidos que recuerdan a la infancia. Todos tenemos ese momento que nos marca y crea un punto y seguido. El del artista fue salir de su Puerto Rico natal para ir hacia el norte del continente.
Los obstáculos en cualquier camino nos obligan a cambiar de dirección, sobre todo porque es algo que nos permite crecer como personas y entender esos contratiempos que la vida plantea de una manera diferente. Nueva York fue uno de los puntos de inflexión del cantante y es que cuando llegó, no todo fue un camino de rosas. «Fue una aventura, ya que tuve varios trabajos, entre ellos camarero, hasta que comencé a adentrarme en el mundo de los musicales». Algo sorprendente, puesto que por esa época no era una modalidad que los cantantes barajaran, pero Capó supo que toda vivencia es buena.
Su experiencia no partía de cero y es que grabó dos álbumes de estudio junto a Marka Registrada, su disco debut y homónimo, publicado en 1995, y 400 + 100 en 1998. Una vez salió al mercado este último, Capó dejó la banda para irse a vivir a la gran manzana. Poco después da el salto a Broadway con el musical The Sweet Spot y Azúcar! Celia: La vida y la música de Celia Cruz. Esto le enseñó a seguir un camino en solitario.
Con el paso de varios álbumes y probar suerte como actor, uno de esos momentos que marcan un antes y un después llegó en 2009 cuando interpretó Estoy enamorado, junto a la cantante mexicana Thalía. Desde ahí todo se fue sucediendo con nombres como Jennifer López, Gloria Estefan o Rita Moreno, entre otros iconos de la música latina. Pedro Capó ya había encontrado su voz y el mundo comenzaba a escuchar esa voz rasgada, contando historias a través de letras que se rodeaban de un sonido que evocaba a Puerto Rico. En 2018 llegó Calma, un hit que creó con el cantante Farruko, que se tradujo en más de 2.000 millones de visitas en YouTube y más de 500 millones de escuchas sólo en Spotify. Una canción que luego la volveríamos a sentir con la voz de Alicia Keys.
Con una profesión en la que la fórmula ideal se obtiene a través de prueba y error, Pedro Capó supo cómo crearla. Un camino que se plasma en La Carretera, su último trabajo. «Como bien dice el disco, todo esto es un trabajo de carretera. Habla de cuando estás en esa ruta llena de vivencias y estímulos, sin mencionar un sinnúmero de altas, bajas y problemas como puede tener cualquier otra persona. Se convierte en ese espacio de autoterapia, de catarsis y de observación de uno mismo», nos cuenta el cantante.
Sus sonidos vuelven a su adolescencia, a ese rock and roll que gusta a Pedro Capó, y para hacerlo se trasladó a Nashville. «Me encerré allá a componer y saqué las inquietudes que tengo en esta etapa de mi vida. Ha sido la oportunidad para fotografiar genuinamente el momento en el que estoy y cómo me defino«, cuenta. Un disco muy bien conectado que tiene un punto bastante especial, pero nos confiesa que Aquí estaré es uno de los temas más populares, ya que se lo escribe a su hijo. «Habla de ese proceso que pasamos los padres cuando el ave vuela del nido. Es algo para lo que nadie nos prepara (se ríe). Viene con un cielo y un sinnúmero de emociones que desean que todo lo aprendido le sirva en su camino».
Pedro Capó es un artista que viene de una gran saga, pero decidió luchar por sí mismo y crear un camino propio para encontrar su voz y el sonido que le define. Como bien lo denomina él, «mi carrera ha sido como una escalada extrema», pero tiene el privilegio de poder expresarse a su manera, de conectar con los demás y hacer que se identifiquen con los sentimientos que se esconden detrás de sus letras.