Ozzy Osbourne: el Príncipe de las Tinieblas deja una fortuna de 220 millones y una mansión en Reino Unido
Murió como vivió: fiel a su leyenda. John Michael Ozzy Osbourne, el eterno Príncipe de las Tinieblas, falleció hoy a los 76 años dejando tras de sí un legado que trasciende la música. Con una fortuna estimada en 220 millones de dólares (187 millones de euros), según cifras coincidentes de Forbes y Finance Monthly, el icónico vocalista de Black Sabbath no sólo forjó un movimiento cultural. Construyó, también, un imperio económico a golpe de riffs, escándalos, visión empresarial… y una capacidad inigualable para convertir lo insólito en rentable.
Una fortuna forjada en el caos
Si bien sus excesos juveniles lo convirtieron en protagonista habitual de titulares sensacionalistas, el Ozzy adulto supo capitalizar cada etapa de su carrera con precisión quirúrgica. Entre su trabajo con Black Sabbath y su carrera en solitario, vendió más de 120 millones de discos, sin contar las plataformas digitales: sólo en Spotify, sus canciones acumulan más de 3.800 millones de reproducciones. Y su himno eterno, Crazy Train, suma más de 240 millones de streams.
A esto se suman los ingresos millonarios provenientes de sus conciertos, giras y festivales. El último hito fue su concierto de despedida en Birmingham, el pasado 5 de julio: 40.000 personas en vivo y 5,8 millones en streaming, con una recaudación solidaria que superó los 178 millones de dólares (151 millones de euros). No fue sólo un adiós: fue la coronación de una carrera que jamás perdió relevancia.
Pero Ozzy no fue sólo músico. Fue también empresario. En 1996 fundó junto a su esposa el Ozzfest, el festival que redefinió la escena metalera global. Más de 5 millones de asistentes a lo largo de los años y una ganancia acumulada que supera los 100 millones de dólares (85 millones de euros) lo convirtieron en uno de los negocios más lucrativos del entretenimiento alternativo.
Un ‘reality’ de Ozzy, muchas realidades
En 2002, Osbourne volvió a reinventarse. The Osbournes, el reality show que protagonizó junto a su familia, no solo batió récords de audiencia para MTV; también lo posicionó como una figura transversal, admirada por públicos de todas las edades. Las cinco temporadas se transformaron en un fenómeno global y abrieron las puertas a nuevos formatos televisivos, como The Osbournes Want to Believe y Night of Terror, con los que el clan familiar exploró el mundo de lo paranormal, la nostalgia y, cómo no, el negocio.
Detrás del personaje caricaturesco y la voz desgarrada, estaba el estratega. Y a su lado, Sharon Osbourne, mucho más que esposa o mánager: artífice de su resurrección pública y financiera. Con ella construyó una marca familiar cuya rentabilidad continúa en manos de sus hijos: Aimee, Kelly y Jack Osbourne, todos con carreras propias en la industria del entretenimiento.
La arquitectura del lujo: sus propiedades
A su muerte, Ozzy residía en el Reino Unido, en una mansión victoriana que parece sacada de una novela de horror gótico. La propiedad, Welders House, ubicada en Buckinghamshire, fue adquirida por la familia en 1993. Construida en 1899 y con un pasado como hospital psiquiátrico para mujeres, la mansión está valuada hoy en más de 15 millones de dólares (13 millones de euros).
No era su único activo inmobiliario. Hasta hace muy poco, la estrella vivía entre dos mundos. En 2022, alegando motivos fiscales, Ozzy y Sharon decidieron abandonar su icónica mansión de Hancock Park, en Los Ángeles. La propiedad, diseñada en 1929 por el arquitecto A.K. Kellogg, es una joya del estilo mediterráneo revival: más de 1.000 m², seis habitaciones en suite, biblioteca, cine privado, piscina con mosaicos artesanales y un apartamento independiente para invitados. Comprada por 12 millones de dólares (10 millones de euros), fue valorada en el mercado por 18 millones.