La impresionante casa de Gene Hackman en Santa Fe, Nuevo México
Gene Hackman fue mucho más que un actor de renombre con dos premios Óscar a sus espaldas. A lo largo de su vida, demostró ser un apasionado del diseño y la arquitectura, transformando varias propiedades en auténticas obras de arte habitables. Su residencia en Santa Fe, Nuevo México, fue sin duda su proyecto más personal, un santuario donde encontró paz y donde, finalmente, ha terminado su historia.
Ubicada en un entorno de belleza inigualable, sobre una colina de piñones y enebros con vistas que se extienden hasta las montañas de Colorado, la casa de Hackman es una fusión magistral de tradición y modernidad. Fue en este lugar donde el actor y su esposa, Betsy Arakawa, fueron encontrados sin vida, cerrando así un capítulo de discreción, arte y búsqueda de serenidad.
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La casa de Gene Hackman en Santa Fe
Un hogar construido con visión
Gene Hackman adquirió esta casa en la década de 1980, cuando decidió alejarse de Hollywood y establecerse en un lugar donde pudiera desarrollar su faceta de escritor y diseñador.
La vivienda original, construida en los años 50, estaba en un estado de deterioro considerable, pero el actor vio en ella un enorme potencial.
Con la ayuda de los arquitectos Harry Daple y Stephen Samuelson, emprendió una ambiciosa renovación que alteró radicalmente la estructura de la casa. Uno de los cambios más significativos fue la eliminación del 90% del techo original, lo que permitió elevar la altura de los techos hasta los seis metros en algunas zonas, creando una sensación de amplitud y ligereza poco común en la arquitectura tradicional de adobe.
Para evitar la fragmentación del espacio, Hackman decidió unificar varias habitaciones pequeñas y convertirlas en una gran sala de estar, el corazón de la casa. Esta decisión no solo mejoró la funcionalidad de la vivienda, sino que también la dotó de un flujo natural, donde cada rincón parecía conectarse con el siguiente de forma orgánica.
Una fusión de estilos
Aunque respetaba la arquitectura tradicional de Nuevo México, Hackman no buscaba una recreación purista del estilo pueblo. Su visión era una fusión de influencias, incorporando detalles barrocos españoles, materiales envejecidos de manera intencional y un juego de luces y sombras que otorgaban a la casa un aire de misterio y sofisticación.
Uno de los aspectos más llamativos del diseño era el uso de columnas de troncos de árboles en la sala principal, que aportaban una textura rústica y natural al espacio.
Las paredes de yeso fueron tratadas para mostrar marcas de agua y oscurecimientos que simulaban el paso del tiempo, una técnica que confería a la casa un aire de autenticidad y carácter.
En la decoración, Hackman apostó por piezas cuidadosamente seleccionadas, muchas de ellas provenientes de artesanos locales. Alfombras tejidas a mano, muebles de madera rústica y obras de arte originales creaban un ambiente acogedor, donde la comodidad primaba sobre la ostentación.
Un refugio para la creatividad
Tras su retiro del cine en 2004, Hackman encontró en esta casa el lugar perfecto para dedicarse a su otra gran pasión: la escritura. Desde su estudio, con vistas al vasto paisaje desértico de Nuevo México, escribió varias novelas de ficción histórica, explorando un talento que había mantenido en segundo plano durante su carrera como actor.
Pero su amor por el diseño no se limitó a esta propiedad. Hackman trabajó en varios proyectos de renovación a lo largo de los años, siempre con la misma filosofía: respetar la historia de los espacios mientras los adaptaba a su propia visión. Esta dedicación al detalle y la estética demuestra que su creatividad iba mucho más allá del cine.
Ahora, tras su fallecimiento junto a su esposa en este hogar, la casa se convierte en un símbolo de su legado más allá del cine. Un recordatorio de que, más allá de los focos y la fama, Hackman encontró su verdadera pasión en la arquitectura, el diseño y la búsqueda de la armonía en los espacios que habitó.