Chanclas y calzado

Por qué debes evitar el uso de las chanclas

Por qué debes evitar el uso de las chanclas
Por qué debes evitar el uso de las chanclas

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En verano y en otras épocas del año solemos llevar calzados más destapados, pensando que son más cómodos. Pero luego resulta que también pueden hacer daño en los pies. Por qué debes evitar el uso de las chanclas aunque creas que no.

Te damos las razones del porqué debes abandonar este tipo de calzado, y destinarlo sólo a momentos puntuales como ir a la playa o estar en la piscina.

Por qué evitar el uso de las chanclas

Alteran la postura

Con las chanclas, el talón se queda sin sujeción, por lo que hay una alteración en la pisada, pero también en los dedos, que se utilizan para agarrarse. Todo esto puede cambiar la postura corporal.

Caminar con este calzado provocará que vayamos más tensos, intentando que las chanclas se ajusten al pie. Esto puede ser un motivo para provocar una lesión. Además, cuando se emplean en desnivel, se alteraría la alineación de la columna.

Provocar lesiones

La mayoría de las chanclas cuentan con una superficie plana y lisa. Apenas amortiguan el impacto del pie en cada paso, por lo que las piernas sufrirán más de la cuenta, sobre todo las articulaciones.

Esto puede, además, provocar que el arco de la planta se vaya aplanando. También hay un tensión excesiva y un estiramiento de la fascia del pie. Con el paso del tiempo se puede crear una molesta fascitis plantar.

Pasos más cortos y dolores

Un estudio de la Universidad de Auburn (EEUU) demostró que los que llevaban chanclas entonces hacían pasos más cortos, fuerzas más el tobillo al andar y sufrían más dolores en las extremidades inferiores que quienes usan un zapato más armado que se adapta mejor al pie. Esto queda recogido en la web de Instituto Valenciano del Pie, donde también aseguran que hay cierto riesgo a sufrir heridas entre el primer y segundo dedo del pie, donde roza la tira de la chancleta.

Dedos en garra

Desde Podoactiva dan a conocer que el gesto de caminar consiste en alternar un pie en el suelo con otro que vuela en cada paso. Este tipo de calzado obliga a realizar “garra” con los dedos en cada fase de vuelo para no perder la chancleta. Este gesto no es fisiológico y genera una mayor tensión tanto en dedos como en la planta del pie.

Falta de higiene

Este calzado tan veraniego no absorbe el sudor y provoca humedad en el pie, por lo que entre otras cosas puede contribuir a la aparición de hongos. También hay que tener en cuenta que al tratarse de un calzado abierto el pie puede quedar expuesto a factores externos como elementos que nos encontremos en la vía pública o la suciedad.

Rozaduras, quemaduras y ampollas

Hay más razones para que las chanclas no estén en nuestros pies a diario. Aegon establece que suelen aparecer diversos daños como rozaduras y ampollas. Y esto pasa cuando usamos chanclas, los pies se quedan al descubierto, y puede provocar que sufran de quemaduras si no nos ponemos crema solar, o rozaduras y ampollas por el contacto con el suelo, la sudoración y la dilatación de los pies por el calor.

Cómo debe ser el calzado de verano

Debe ser transpirable y abierto para evitar el calor y sudor durante los meses de calor. Se aconsejan aquellos de tejidos naturales pero es mejor no llevar todo el día deportivas, tacones altos, evitar las suelas de goma al potenciar más la sudoración y pasarse al esparto, por ejemplo.

 

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