Estornudar

Por qué no conviene detener un estornudo

Por qué no conviene detener un estornudo
Por qué no conviene detener un estornudo

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Probablemente nadie tenga reparos en estornudar en casa, cuando se encuentra sólo o acompañado de sus seres cercanos. Sin embargo, son muchas las personas que detestan estornudar en público. Puede que por miedo a expulsar mocos, o por lo ridículo que se ve uno en esas circunstancias. Lamentablemente, si es tu caso, tendrás que hacerte la idea de que no conviene detener un estornudo.

No es una cuestión menor, de hecho, porque el acto reflejo del cuerpo en el que expulsamos aire de forma involuntaria, brusca y repentina por la nariz, está causado por la irritación de las mucosas internas, tanto de las propias fosas nasales como de la garganta, por lo que no tiene nada de extraño que la sabia naturaleza priorice el prevenir otros problemas de salud.

Descubre por qué no conviene detener un estornudo

Es decir, se trata de un proceso orgánico en el que el cuerpo humano intenta limpiar esos conductos. Al expulsar el aire con tal violencia, de hasta 60 km/h, todas las partículas sueltas que producen la irritación, desaparecen con el estornudo. Esos son los restos que quedan en el pañuelo… a veces. Así y todo, por incómodo que te sientas, hay explicaciones sobre por qué no debes intervenir.

Frenar este acto supone un grave error. Principalmente porque se retienen todas las bacterias y virus que se encuentran en los conductos del aparato respiratorio. La presión que se forma tiene que expulsarse de alguna manera. Si lo retenemos, es posible que por ejemplo el globo ocular acabe dañado, aunque resulte más frecuente que esa presión encuentre su salida a través de los oídos.

Hay que tener un gran cuidado por la gravedad de las lesiones que puede provocar esta retención del estornudo, sobre todo en el tímpano, que resulta muy sensible y fácil de dañar.

Por lo tanto, la próxima vez que nos toque estornudar, dejaremos que el acto se haga de manera natural, pero siempre con un pañuelo o la mano delante para no contagiar con nuestras bacterias a los demás.

Detener los estornudos, una pésima idea

La primera razón por la que no deberías pretender frenar esta acción espontánea del metabolismo tiene que ver precisamente con ese objetivo de limpiar las vías respiratorias, que no se cumplirá si estorbas. Acumulándose las causas de la irritación, es posible que acabes enfermándote a los pocos días. Además, esas partículas pueden desplazarse a otras partes del cuerpo, infectándolo.

Pero el principal motivo por el que jamás tienes que impedir el estornudo no es ese, sino que puedes causar graves daños a los tejidos que forman parte del proceso, como lo demuestran las evidencias médicas al cabo de los años, con ejemplos de individuos que vieron afectados sus organismos, sufriendo alteraciones en el oído, o bien perforaciones profundas de garganta.

Imposibilitado de expulsarse normalmente, ese aire busca otras maneras de abandonar el cuerpo, y allí es justamente que nos exponemos a padecer consecuencias bastante peores que la de un simple ridículo público.

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