Por qué resulta tan complicado adelgazar

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No hay ninguna fórmula mágica para adelgazar, aunque la solución podría pasar por comer menos y mejor, además de realizar más ejercicio. Sin embargo no siempre funciona. Los esfuerzos que se realizan en el gimnasio y las dietas estrictas no siempre consiguen recompensa. El experto en obesidad de la Universidad de Harvard, David Ludwig, ha recogido en su libro Always Hungry por qué resulta tan complicado adelgazar. Para sacar conclusiones ha realizado una investigación durante dos décadas.

En primer lugar, el ejercicio físico resulta esencial para mantener un cuerpo sano. Sin embargo, suele ocurrir que algunas personas después de entrenar notan mucha hambre y creen que por haber sudado se pueden permitir cualquier capricho en forma de dulce. Hay que prestarle mucha atención a los alimentos que se ingieren. El cuerpo necesita recuperarse del esfuerzo y reponer energías, pero siempre sin excederse.

Después de modificar los hábitos alimentarios, el organismo buscará en todo momento volver a la rutina de antes. Por eso se aconseja que los cambios tengan lugar de manera progresiva para que no resulten tan bruscos. El cuerpo conseguirá adaptarse poco a poco y será la única manera de perder peso y mantenerse a largo plazo.

Vigilar el desayuno

La comida más importante de la jornada es el desayuno, pero no todos resultan iguales. Se hace necesario desayunar correctamente con alimentos saludables. La fruta, proteína, frutos secos y lácteos puede ser una estupenda opción para la primera comida del día. A media mañana habría que tomar algún snack saludable para no llegar al almuerzo con tanto apetito.

Reducir de manera drástica el consumo de calorías sólo conseguirá empeorar la situación, ya que se creará una guerra entre el metabolismo y la mente, donde tenemos muchas papeletas de perder. Cuanto mayor sea la lucha por comer menos, más posibilidades tendremos de engordar, apunta este endocrino, experto en obesidad. En vez de centrarse tanto en el conteo de calorías, quizás habría que tener más cuidado con los hidratos de carbono procesados, que afectan al peso corporal.

Otro fallo que se suele cometer en nuestro intento por adelgazar pasa por suprimir el consumo de azúcar por otros edulcorantes artificiales. Sin embargo, estos productos llegan a provocar más hambre al incrementar la producción de insulina y transforman las calorías en células adiposas que crean tejido graso.

En el momento en que el nivel de calorías del flujo sanguíneo se encuentra por los suelos, el cerebro emite una señal que produce apetito. Aparecen los antojos y en muchas ocasiones resulta complicado evitar la ingesta de pasteles, galletas, chocolates, frutos secos o patatas fritas. Para prevenir este tipo de situaciones habría que suprimir casi por completo su consumo.

Por último, otro aspecto que influye en que no consigamos adelgazar es la elevada cantidad de sal que llevan las comidas procesadas y rápidas. Además de afectar a la presión arterial, también provoca alteraciones en el metabolismo. Por eso se hace necesario limitar su consumo al máximo y reducir la ingesta de productos procesados.

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