La pesadilla de Silvia: su ex marido la amenaza desde la cárcel y en unos días estará libre

La única protección con la que cuenta Silvia a día de hoy es un perro, a pesar de las amenazas de muerte desde la cárcel y haber incumplido la orden de alejamiento durante permisos

Volencia de género
Marcha del Día Internacional contra la Violencia de Género en Madrid. (F: Enrique Falcón)
Joan Guirado

Silvia Gonzalo convivió doce años de su vida con su maltratador. Recibió su primera paliza por parte de su ex marido cuando tenía solo 18 años y hasta los treinta, Silvia vivió un calvario diario que continuó posteriormente durante la estancia de su agresor en la prisión de Pamplona de donde saldrá en los próximos días.

A parte de las agresiones físicas y las amenazas de muerte con las que tuvo que convivir Silvia durante doce años, el agresor llegó a pagar su frustración con el hijo de la pareja, a quién llegó a enterrar vivo cuando tenía un año y que logró salvar la vida gracias a una rápida actuación de la Guardia Civil.

El caso de la ex pareja de Silvia, como ha ocurrido también con el asesino de la profesora Laura Luelmo, es la demostración de que en algunos casos la cárcel no tiene el carácter rehabilitador que se persigue. Según el psiquiatra Joan Serra, el comportamiento de agresores como en estos dos demuestra que por mucho trabajo que se haga en la prisión “la malicia forma parte de su ADN”. En ambos casos, y tal como dijo el mismo Montoya, la mejor forma de evitar que vuelvan a actuar es la prisión permanente revisable.

Y es que desde el centro penitenciario navarro, donde el condenado cumplía condena, el agresor de Silvia ha llegado a llamarla para amenazarla de muerte en más de 200 ocasiones, advirtiéndola, según la víctima que “o serás mía o no serás de nadie”. Además, durante permisos penitenciarios, el hombre ha incumplido la orden de alejamiento que tenía por decisión judicial en más de una ocasión y hasta 14 veces rompió la pulsera telemática que le mantenía geolocalizado.

“Quiero vivir”

A día de hoy, con su agresor a punto de abandonar la cárcel, la única protección con la que cuenta Silvia es su perra Sugui, de quién no se separa desde hace unos meses que le acompaña. Sugui, un pastor alemán entrenado para defender a su propietaria, actuaría en caso de que Silvia estuviese en peligro. La víctima, que asegura que tiene miedo y que pide que “quiero vivir junto a mis hijos” pide a las administraciones que le brinden un mayor acompañamiento ante la obsesión de su ex marido.

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