¿Por qué el castigo corporal afecta a la actividad cerebral, la ansiedad y la depresión?

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el castigo corporal afecta a la actividad cerebral, la ansiedad.

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El castigo corporal podría impactar en los sistemas neuronales y afectar a la actividad cerebral, la ansiedad y la depresión, según un estudio liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos).

El castigo corporal puede definirse sencillamente como la «imposición intencionada de dolor físico por cualquier medio con el fin de castigar, corregir, disciplinar, instruir o por cualquier otro motivo». Esta violencia, especialmente cuando la infligen los padres, evoca una experiencia emocional compleja.

En este trabajo, publicado en la revista científica Biological Psychiatry: Cognitive Neuroscience and Neuroimaging, los investigadores llevaron a cabo un estudio longitudinal con 149 niños y niñas de 11 a 14 años.

Los participantes realizaron una tarea parecida a un videojuego y un juego de adivinanzas monetarias mientras se sometían a un registro continuo de electroencefalografía, o EEG, una técnica no invasiva para medir la actividad de las ondas cerebrales del cuero cabelludo.

A partir de los datos del EEG, los investigadores determinaron dos puntuaciones para cada participante: una que reflejaba su respuesta neuronal al error y otra que reflejaba su respuesta neuronal a la recompensa.

Dos años después, los participantes y sus padres completaron una serie de cuestionarios para detectar la ansiedad y la depresión y evaluar el estilo de crianza. Como se esperaba, los niños que habían sufrido castigos corporales eran más propensos a desarrollar ansiedad y depresión.

«Nuestro trabajo replica, en primer lugar, el conocido efecto negativo que el castigo corporal tiene sobre el bienestar del niño: descubrimos que el castigo corporal se asocia con un aumento de la ansiedad y los síntomas depresivos en la adolescencia. Sin embargo, nuestro estudio va más allá y demuestra que el castigo corporal podría afectar a la actividad cerebral y al neurodesarrollo», ha comentado Kreshnik Burani, uno de los responsables del estudio.

Eso se reflejó en una mayor respuesta neuronal al error y una respuesta embotada a la recompensa en los adolescentes que recibieron castigos físicos.

«En concreto, nuestro trabajo relaciona el castigo corporal con una mayor sensibilidad neuronal a la hora de cometer errores y una menor sensibilidad neuronal a la hora de recibir recompensas en la adolescencia», ha señalado Burani.

En trabajos anteriores y en curso, estos investigadores han observado que el aumento de la respuesta neural a los errores se asocia con la ansiedad y el riesgo de ansiedad, mientras que la disminución de la respuesta neural a las recompensas se relaciona con la depresión y el riesgo de depresión.

«El castigo corporal, por tanto, podría alterar vías específicas del neurodesarrollo que aumentan el riesgo de ansiedad y depresión al hacer que los niños sean hipersensibles a sus propios errores y menos reactivos a las recompensas y otros acontecimientos positivos de su entorno», ha indicado el investigador.

El trabajo proporciona nuevas pistas sobre los fundamentos neuronales de la depresión y la ansiedad y podría ayudar a orientar las intervenciones para los jóvenes en riesgo.

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