Día de la Alimentación 2018: Claves para construir un mundo sin hambre

Hoy como cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. Un día en el que desde la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, se desea que todo el mundo tome conciencia y acción para quienes sufren hambre y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria y dietas nutritivas para todos. De modo que podemos analizar esta situación con el fin de poder encontrar las claves para construir un mundo sin hambre.

Este es el lema precisamente del Día Mundial de la Alimentación 2018, poder construir un mundo sin hambre para 2030, algo que la ONU y la FAO creen posible a través de un nuevo enfoque de desarrollo en los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas, basado fundamentalmente en sistemas agroalimentarios inclusivos, sostenibles y resilientes, y con ello, se asegura, que el hambre se podría erradicar  por completo en unos años.

Para ello, cada país tendría que llevar a cabo políticas públicas con la finalidad de fortalecer la agricultura familiar y desarrollar sistemas que sean agroalimentarios e inclusivos, así como  sostenibles y resilientes. La idea no es solo el poder erradicar el hambre en el mundo, sino centrarse de manera especial en aquellas personas que forman parte de las familias indígenas campesinas, para las cuáles se requiere una protección social especial así como la garantía del desarrollo territorial. Es decir, que desde cada Estado se tendrían que fomentar bienes y servicios públicos universales y de calidad con el fin de ayudar a los los agricultores familiares en el territorio de cada país, así como combinar sus políticas públicas con distintas inversiones que garanticen la protección social y de este modo poder agilizar el proceso que nos lleve a erradicar el hambre en el mundo.

Esto puede sonar a algo nuevo para nosotros, pero lo cierto es que desde la FAO informan que en países de América Latina y el Caribe, llevan años practicando políticas públicas que ayudan a los agricultores de esos territorios. Para poder comparar datos, en 1990 el 14,7% de la población de América Latina estaba viviendo en una situación de hambre y más de 66 millones de personas eran incapaces de obtener los alimentos necesarios para una vida sana. En el año 2015 el número total de personas que sufrían hambre había disminuido a 34 millones, un 5% de la población total.

Otra de las claves para erradicar el hambre en el mundo, es la de poder acabar con la malnutrición de niños, sobre todo, en los países pobres. La solución está en la educación sobre las buenas técnicas de alimentación y la obtención de los nutrientes adecuados para la madre y el niño desde el inicio del embarazo. En general, la malnutrición hace que las personas sean más pobres, siendo responsable de una disminución del 11% del PIB en los países afectados y por ello también propicia que haya hambre en el mundo. A ello le podemos sumar también el que sea recomendable que se produzca un aumento de la producción y del comercio, que se lleve a cabo una liberalización financiera y que nos encontremos con mercados abiertos que deberían ayudar al flujo de alimentos, de los cuales en realidad, no existe escasez general. Todos estos son factores que sin duda, podrían hacer que realmente el hambre se acabe por fin en el mundo.

¿Qué puedo hacer yo?

La FAO nos recomienda acciones que podemos llevar a cabo todos para formar parte de este movimiento de erradicación del hambre en el mundo. Porque no todo está en las políticas sociales, tú también puedes colaborar en tu día a día:

No tires comida

¿Te sobra comida? Guárdala, congélala, utilízala como ingrediente para otra comida, … Hay demasiadas opciones como para elegir tirarlas a la basura. De la misma forma, si vas a un restaurante, pide que te den lo que te sobra.

Adopta una dieta más saludable y sostenible

Con nuestro ritmo de vida actual, cada vez parece más difícil mantener un estilo de alimentación saludable y equilibrado. Sin embargo, es mucho más rápido y fácil de lo que parece. Trata de elegir productos frescos locales y de temporada. La regla de oro es ‘más mercado y menos supermercado’.