Arbeloa, adiós a un símbolo del madridismo

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Arbeloa, durante su último partido en el Santiago Bernabéu. (AFP)
Iván Martín

Álvaro Arbeloa dice adiós y el madridismo se entristece como pocas veces antes. El Espartano, un hombre de club, es uno de esos jugadores que defienden el escudo del Real Madrid por encima de cualquier cosa. Y no hay cosa que más le guste a la afición blanca. Un canterano, uno de los suyos, se despide tras una carrera de éxito que se vio recompensada por la vuelta al Santiago Bernabéu en 2009, aunque su trayectoria ha sido brillante en todos los sitios por donde ha pasado.

Arbeloa llegó a La Fábrica en 2001 tras pasar por el Colegio de El Salvador y las categorías inferiores del Zaragoza. Su carrera en el Madrid comenzó en el Juvenil. Pronto, su garra y calidad le llevó al Castilla, donde terminaría convirtiéndose en capitán. El central, por aquella época, formó parte de uno de los mejores filiares de la historia con jugadores como Granero, De la Red o Mata que terminó ascendiendo a Segunda División.

En 2004 debutó con el primer equipo del Real Madrid en un duelo ante el Betis y jugó de titular frente al Atlético. A la temporada siguiente hizo la pretemporada con los mayores, pero antes de que comenzara la temporada Joaquín Caparrós se cruzo en su camino para llevárselo al Deportivo de La Coruña. En Riazor cayó de pie y sus buenas actuaciones le valieron para que en el mercado de invierno de esa misma temporada fichara por el Liverpool de Rafa Benítez. 

En Inglaterra forjó su juego

En Anfield descubrió que podría ser un gran lateral derecho e izquierdo, terminó de crecer, se convirtió en un fijo en la selección española y en 2009 acabó convenciendo al Real Madrid para que con la vuelta de Florentino Pérez a la presidencia le fichase.

En el Santiago Bernabéu cumplió un sueño. Pronto se convirtió en uno de los jugadores más queridos para la afición ya que encarnaba los valores del madridismo como pocos. Con José Mourinho vivió los mejores años de su carrera. Era fijo en la zaga y ganó una Copa del Rey, una Liga y una Supercopa de España. Con Carlo Ancelotti perdió protagonismo, pero formó parte del equipo que ganó La Décima. En su último curso en el Madrid tuvo pocos minutos, pero disfrutó de todo lo que sucedió a su alrededor. Conquistó La Undécima y Chamartín le despidió en el último partido ante el Valencia con mucho cariño.

De ‘su’ casa voló a Londres para jugar en el West Ham. Su vuelta a la Premier no fue como se esperaba, pero él siempre demostró ser un profesional y trabajó al máximo a pesar de no contar con minutos.

Con España, campeón de todo

Arbeloa ha defendido la blanca como la roja al máximo. Con España ha jugado 56 partidos, coincidiendo con la mejor época de la selección. Conquistó la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008 de la mano de Luis Aragonés, ganó el Mundial de 2010 en Sudáfrica y formó parte de un triplete histórico reconquistando el trono continental en 2012 en Ucrania.

Arbeloa ha dicho adiós como lo ha hecho todo en su vida, cuando él ha querido. Un hombre de club como pocos que siempre ‘mueren’ por su equipo. En el Real Madrid se enfrentó a cualquier enemigo sin miedo a lo que le pudiese ocasionar. Un jugador único que siempre estará ligado al conjunto blanco.

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