FINAL CHAMPIONS 2016

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y ¡¡¡11!!!

sergio-ramos-real-madrid-atletico
Ramos celebra el 1-0 del Real Madrid. (Reuters)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

San Siro olía a churros y a cocido. El himno de la Champions sonaba como un chotis con acordes belicosos. Los aficionados madridistas y rojiblancos bailaban fútbol sobre una baldosa como si estuvieran en la Pradera de San Isidro. San Siro era el Rastro y el Mercado de la Cebada, la Latina y Fuencarral, Chueca y Chamberí, la Cibeles y Neptuno, la Puerta de Alcalá, mírala, mírala, mírala.

San Siro era Madrid o Madriz, como decimos los gatos, ejque nosotros hablamos así. Me gustaría escribir aquello del marco incomparable, pero suena a viejuno, así que lo borro. Digo, que el estadio vibraba con la emoción de ver jugar a los dos, a los dos: Real Madrid y Atlético.

En las filas de Zidane había menos novedades que en las listas del PP: jugaban los de siempre. Es lo que hay. En las huestes de Simeone el cambio de Savic por Giménez alteraba suavemente el orden natural de las cosas. Pero tampoco demasiado. Ya saben: pegada contra orden. Talento contra sacrificio, así en trazo gordo.

La batalla previa de las gradas la ganó la afición rojiblanca, aunque sin golear. Pero eso no contaba ya. Como tampoco que el camino del Atlético hacia el Everest de San Siro hubiera sido por la cara norte y sin oxígeno, no como el del Real Madrid, que subió por la cara sur y sujeto a la cordada.

Domina el Madrid, rasca el Atlético

De salida, el equipo de Zidane tapaba huecos con un 4-1-4-1 en el que Casemiro era el ancla y Benzema el náufrago. Bale y Cristiano ocupaban las alas del centro del campo. El Atlético lo tenía claro: 35 segundos tardó Koke en llevarse puesto a Casemiro. Dominaba el Madrid y apretaban los dientes y las filas los de Simeone.

En la presión el Altético no hacía prisioneros. Fernando Torres corneó a Pepe en el área pero Clattemburg estaba mirando hacia el Duomo. En el cinco, una galopada soberbia de Bale la cortó abruptamente Gabi con un entradón alevoso que era naranja, pero el colegiado inglés le perdonó la amarilla.

Bale sacó la falta y Casemiro, a dos metros de la portería, solo para marcar, se topó con el pie de Oblak en una de esas ocasiones que no se pueden fallar en una final, porque si la fallas, pierdes. Dominaba claramente el Real Madrid y repartía claramente el Atlético. Los de Simeone eran el abusón del patio repartiendo a diestro y siniestro con permiso del profe Clattemburg.

Gobernaba el Real Madrid y el Atlético era la pura resistencia, que sólo aguantaba tendiendo emboscadas. Modric y Kroos manejaban el centro del campo a sus anchas. Clattemburg sí amonestó con justicia una entrada a destiempo de Carvajal sobre Griezmann. El Pitbull llegó tarde, no supo aguantar y vio la tarjeta que debían haber visto antes los jugadores del Atlético. Zidane empezaba a pensar en Danilo para la segunda parte.

sergio-ramos-real-madrid-atletico-milan
Sergio Ramos celebra el 1-0. (Reuters)

Ramos, sí, otra vez Ramos

Y a los 14 minutos Sergio Ramos, otra vez Sergio Ramos, emergió para hacer daño al Atlético. Fue en una falta que botó con su taco de billar Toni Kroos. Bale, libre de marca en el área grande, prolongó la pelota hacia el área pequeña. Oblak no salió y ahí estaba Ramos, otra vez Ramos, para marcar el 1-0. La posición del capitán del Real Madrid rozaba, si no entraba dentro de lo ilegal, pero los de Zidane obtenían el merecido premio a su dominio.

El Atlético acusó el golpe y, aunque intentó estirarse con las subidas de Filipe Luis buscando al amonestado Carvajal, el Real Madrid tenía la final bajo control con un Modric superlativo y un incisivo Bale. Los de Simeone no le cogían el pulso al partido y se dedicaban a meter balones al área.

En el balón parado sufría el Madrid, pero Ramos y Pepe emergían en el área para respiro de la parroquia madridista. Poco a poco, el Atlético iba entrando en el partido, aunque ya se le había pasado un tercio de final. Un jugadón impresionante de Casemiro en el 31 acabó en un regate de Benzema que dejó a Godín la cadera como a Doña Rogelia, aunque su centro lo despejó atento Oblak para conjurar el peligro. El recital defensivo del brasileño era conmovedor. ¡Qué pedazo de mediocentro!

El Atlético crecía despacio como Joselito, pero le valía centímetro a centímetro para ir acogotando al Real Madrid, que disfrutaba con la pelota pero pecaba de cierto desorden y un puntito de pereza sin ella. Los rojiblancos buscaban con obscenidad la banda de Carvajal, capado desde la amarilla, y por ahí venía casi siempre el peligro para el área de Keylor, defendida por Ramos y Pepe como la Guardia de la Noche defiende El Muro. Y así se llegó al descanso

griezmann-real-madrid-atletico-champions
Griezmann falla el penalti con 1-0. (Reuters)

Perdona Griezmann

De salida el Atlético salió a apretar. Carrasco por Augusto y a por ellos. Pepe tardó apenas un minuto en cometer su Pepada de cada partido grande y le hizo penalti a Torres por intentar una anticipación evitable en el área. Clattemburg no lo dudó, como tampoco en amonestar a Keylor por intentar tocar el balón para poner nervioso a Griezman. Y lo logró, porque el francés estrelló el lanzamiento contra el larguero. El fantasma de Lisboa sobrevolaba San Siro.

Respiraba Zidane y se desesperaba El Cholo. El Atlético perdía una ocasión increíble de empatar y sólo el aliento de su hinchada irreductible mantenía en pie a los rojiblancos. El Real Madrid perdía a Carvajal y Zizou metía al campo a Danilo, llegado al Bernabéu como mejor lateral derecho del mundo, pero en una temporada torcida.

Siguió dominando el Atlético y sufriendo el Real Madrid, al menos hasta que emergió Bale con un disparo lejano para dar un respiro a su equipo. Los de Simeone, lejos de acusar el golpe del penalti marrado, salieron espoleados y se merecían el empate. Los de Zidane achicaban agua con cubos, pero el fútbol rojiblanco era una inundación.

Carrasco había cambiado la cara al Atlético, que mereció empatar en el 58 con una jugada del extremo, que remató de volea Saúl y su disparo lamió el poste izquierdo de Keylor. Al Real Madrid le quedaba mucha, pero que mucha final por sufrir. Desaparecidos Kroos y Modric, los blancos habían perdido el hilo al partido hacía tiempo.

Y perdona Benzema

Torres vio una amarilla por un patadón a Sergio Ramos, que sirvió para que los de Zidane cogieran una bocanada de aire. El Real Madrid se metía demasiado atrás y tenía más imprecisiones con la pelota que un escultor del Museo de cera. A los 70 Benzema tuvo en sus botas sentenciar la final después de una buena contra comandada por Bale y Modric. El francés falló uno de esos goles que no se pueden fallar en una final y su pelotazo lo sacó a bocajarro Oblak. Uno de esos fallos que pueden marcar tu futuro dentro o fuera del equipo.

Se rehizo el Atlético, con una fe inquebrantable y con un Madrid cada vez más encerrado en su área. Zidane metía a Lucas Vázquez por un desastroso Benzema. Entonces creció el Madrid y debió sentenciar la final, pero Cristiano en boca de gol perdonó ante Oblak por rematar a la remanguillé. El rechace lo cogió Bale, pero su disparo lo sacó un jugador del Atlético bajo los palos.

El que perdona, lo paga

Y en el fútbol, ya se sabe, el que perdona, lo paga. Y el Madrid lo pagó caro en el 79 después de un gran pase de Juanfran que remató Carrasco en boca de gol. Final nueva a diez minutos y con los de Zidane, más que tocados, casi hundidos. Rugían los rojiblancos, conscientes de que tenían el partido a diez minutos de matar del todo al Real Madrid.

carrasco-real-madrid-atletico
Carrasco marca el 1-1. (Reuters)

A Zidane no le quedaban cambios y su equipo parecía más roto que nunca. Bale lo intentó en el área en el 85, pero su disparo con la diestra lo desvió sin apuros Oblak. De ese córner nació otra ocasión para el Real Madrid, que frustró sin querer Pepe después de un cabezazo del galés que se iba para adentro.

El Atlético había decidido recular en los últimos minutos, pero ambos equipos tenían un ataque de pánico. Ramos cortó una contra de Carrasco en los minutos de añadido y vio la amarilla con toda justicia, igual que Gabi, que protestó tan airadamente a Clattemburg que casi se lo come. Al final, el duelo se fue a la prórroga.

La prórroga del miedo

La prórroga se inició con miedo en ambos y sin fuerzas para grandes cosas. Se jugaba andando y sólo Carrasco y Lucas ponían aceleración al duelo. Danilo demostraba que de Oporto lo que había venido no era un lateral sino un paquete. Cristiano tuvo una en el 94, pero su cabezazo murió sin peligro en las manos de Oblak.

Danilo, por fin, dio una a derechas al cortar una contra de Griezmann que amenazaba con sentenciar a un Real Madrid moribundo. El Atlético asediaba córner a córner. Un disparo de Bale, que estaba absolutamente roto, lo sacó Savic dejándose el alma. Ahora le tocaba sufrir a los rojiblancos en el caos. Ambos equipos estaban al borde de la extenuación.

Carrasco era el hombre del partido. Se iba de todos con la facilidad de un adulto jugando contra chiquillos. Cada jugada suya paraba el corazón de los madridistas y disparaba las pulsaciones de los rojiblancos.

Penaltis y Undécima

Casemiro tampoco tenía miedo, todo lo contrario de Danilo, encogido en ataque y retratado en defensa. Filipe Luis se rompió y Simeone, que iba a meter de golpe a Correa y Thomas, sólo sacó a Lucas Hernández. La mayoría de los jugadores eran zombis acalambrados. Thomas también entraba por Koke, otro de los caídos en combate. Pasaban los minutos y se venían los penaltis.

La tuvieron Cristiano y Lucas, pero el Atlético moría por defender cada pelota con un alma encomiable. El Madrid moría en el área rojiblanca, pero ya no le daba tiempo, así que nos fuimos a los penaltis. No había uñas entre madridistas y rojiblancos que morderse ya.

Empezó tirando Lucas Vázquez. Gol. Luego fue el turno de Griezmann, que repetía suerte. Gol. Marcelo lanzó el tercero. Gol. Cuarto fue Gabi. Gol. El quinto era para Bale. Gol. El sexto lo tiró Saúl. Gol. El séptimo era el de Sergio Ramos. Gol. El octavo le tocaba a Juanfran. Al palo. El noveno era el de Cristiano. Era un penalti que podía valer La Undécima. Gol. Y Undécima. Con sufrimiento, pero Undécima.

Lo último en Deportes

Últimas noticias