SUPERCOPA DE ESPAÑA: REAL MADRID 2-0 BARCELONA

Superbaño

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Asensio celebra el 1-0 con Carvajal. (EFE)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Un Real Madrid descomunal, desatado, dominador, poderosísimo y arrollador dio al Barcelona el baño del siglo. Fue un ‘superbaño’. No hicieron falta más de 45 minutos para que los de Zidane dieran a los de Valverde un repaso como una catedral. Asensio hizo el primero con un golazo propio de un genio como él y Benzema selló el segundo después de una jugada coral. Pero, más allá de los goles, la sensación que dejó el Real Madrid fue de una superioridad casi insultante.

Con media Supercopa en el bolsillo, Zidane hacía con su equipo lo mismo que Neymar con su pelo de vez en cuando: oxigenarlo. Salían del once Casemiro, Isco y Bale. Entraban Modric, Asensio y Lucas Vázquez. La normalidad de Zizou es la variedad. Pero no todo era un simple cambio de cromos, también escondía una trampa táctica. El centro del campo del Real Madrid era reversible: tres para atacar (Kroos, Kovacic y Modric) y cinco para defender, los tres citados más Lucas y Asensio en los costados.

No cambiaba el portero (Keylor), ni los cuatro defensas (Carvajal, Varane, Ramos y Marcelo), pero la alteración del ecosistema del centro del campo era una propuesta que un entrenador florero –Ancelotti, para que me entiendan– jamás se atrevería a plantear. Pero Zidane podrá tener flor, pero no es un florero.

Enfrente Valverde utilizaba una táctica similar. Defensa de tres centrales con Piqué, Umtiti y Mascherano –¿demasiados para un único delantero?–, con Jordi Alba y Sergi Roberto como laterales largos o falsos interiores, lo que más les guste. Los otros tres del centro del campo: Busquets, Rakitic y André Gomes. Arriba Messi y Luis Suárez, delanterazo y waterpolista a tiempo parcial.

Apenas un minuto tardó el Real Madrid en encontrar el agujero negro en la zaga del Barcelona: la velocidad de Asensio frente a un Mascherano con muchos años e igual kilómetros. Una internada del joven crack mallorquín la aprovechó Modric para rematar a bocajarro: sólo la espalda ancha de Umtiti evitó el 1-0 casi en boca de gol.

Asensio, colmillo blanco

Y al filo del minuto 4 lo encontró, quién sino, Marco Asensio. El futuro Balón de Oro español recogió un mal despeje de Umtiti a 35 metros y se cascó el mismo zapatazo que ante el Sevilla en la Supercopa de Europa del año pasado. Su zurdazo voló por los cielos, hizo una parábola y se coló por la estatua diestra de un Ter Stegen que hizo la estatua.

El Barcelona no había comparecido al partido. El Real Madrid les superaba en cada pelota dividida, en cada duelo, en cada palmo del terreno de juego. Sólo el incisivo Luis Suárez intentaba morder entre los centrales madridistas. Hasta que Messi compareció al Clásico pasó un cuarto de hora. Tuvo un mano a mano con Keylor, que estuvo más rápido y ágil que el argentino.

En el 16 Sánchez Martínez empezó a hacer de las suyas al perdonarle una amarilla a Sergi Roberto, que frenó la internada de Asensio, el hombre del partido. Despacito, como la canción, iba espabilando el Barça. Respondió Marcelo en el 19 con un centro-chut por ese camino que se había aprendido el Real Madrid desde el primer minuto.

Y con el equipo de Zidane jugando a placer pudo llegar el 2-0 si un cuerpo azulgrana no se hubiera cruzado en el disparo de Marco Asensio otra vez dentro del área. Cada vez que aceleraba el Real Madrid, sufría el Barça como si estuviera viendo una película de terror.

Un Madrid desatado

Definitivamente, el Barça eran sólo las arrancadas (2) de Messi. Cada pelota recuperada por el Real Madrid era una ocasión de gol. Lucas Vázquez bailaba reguetón con Jordi Alba y Asensio, bueno, Asensio bailaba al que se le pusiera por delante. En el 32 pudo caer (otra vez, sí) el 2-0, pero el mano a mano de Lucas Vázquez con Ter Stegen se estrelló contra el palo. Sólo la puntería estaba evitando una goleada.

Los jugadores azulgranas eran una legión de zombis arrastrando los pies en el Bernabéu. El baño estaba siendo de campeonato. El Real Madrid se gustaba como José Tomás en los medios. Y en plena exhibición blanca, aunque con diez minutos de restraso, llegó el segundo. Fue en el 38 y lo marcó Benzema después de una jugada coral de medio equipo y con asistencia de Marcelo.

Sólo la campana del descanso sirvió para que el Barça pudiera ir al vestuario a secarse después del baño que le estaban dando.

Piqué, cambiado y pitado

De salida en la reanudación Valverde tuvo que sacar del campo a Piqué para meter al tal Semedo por el que han pagado la friolera de 35 kilos. Y la tuvo Messi en el 51 después de un error defensivo del Real Madrid, pero su disparo ante Keylor se estrelló contra el travesaño. Parecía como si los de Zidane hubieran levantado un punto el pie del acelerador.

Ter Stegen hizo un paradón descomunal en el 55 a un disparo a bocajarro de Benzema. La sacó con el hombro en una parada más propia de portero de balonmano que de fútbol. El Real Madrid volvía a acelerar. Y lo hacía comandado por un Marco Asensio en modo tuneladora.

En el 61 Zidane metió a Casemiro por Kovacic. El croata se había marcado otro partido tremendo, jugando por todos los sitios e imponiéndose en todos los duelos. Ahora mismo, el jugador más en forma de la plantilla del Real Madrid. Mientras, Theo y Ceballos calentaban preparándose para su debut oficial con el equipo blanco.

El Madrid levanta el pie

Otro palo tuvo Luis Suárez en el 70 después de tirarse en plancha, porque lo de tirarse se le da fenomenal. No parecía estar de Dios que el Barcelona marcara un gol. Zidane hizo debutar a Theo y sacó del césped a Asensio. El Bernabéu ovacionó a su nuevo ídolo. Sólo quedaba que pasaran los minutos para que el Real Madrid levantara la Supercopa de España.

Y pasaron. Eran ya minutos de la basura, pero el madridismo se marchó del Bernabéu con el regusto de haber visto a su Real Madrid pegar al Barcelona el baño del siglo.

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