La afición del Barça no llenó ni el Calderón… ¡¡¡y querían jugar en el Bernabéu!!!

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Vergonzoso, bochornoso, indecente, indigno… muchos son los adjetivos para calificar la más que pobre imagen que presentó el Vicente Calderón en la final de la Copa del Rey que demuestra que el Santiago Bernabéu se les hubiera quedado muy grande.

Los casi 55.000 asientos que tiene el todavía estadio del Atlético de Madrid hasta este domingo, cuando se juegue el partido de leyendas que cerrará su historia -con muchos de ellos arrancados- fueron ocupados en dos terceras partes como se encargaban las redes sociales de demostrar en los instantes previos al pitido inicial (no hubiera significado ni la mitad en Concha Espina: 81.000 espectadores).

Las principales quejas fueron dirigidas hacia la Federación Española de Fútbol y el Barcelona, que dejaron muchas calvas en el feudo rojiblanco y provocaron la ira de los aficionados del Alavés y también periodistas concentrados justo enfrente de la zona cero, mientras que en las horas previas un excandidato a la presidencia culé y consejero del encarcelado Sandro Rosell como Toni Freixa se reía de las obras del Bernabéu… ¿por qué? Como diría Mourinho.

Según fuentes oficiales se dejaron sin vender más de 6.000 entradas pero a éstas hay que sumar las invitaciones por compromiso de la RFEF que claramente no está reflejada en esta suma. De este modo culpan mayoritariamente al club azulgrana, de los que aseguran que no pudieron colocar 3.000 de las 20.000 que les correspondían, mientras que a la afición babazorra también le salpica cuasi inventando que 1.000 no se disfrutaron en la que era la primera final de la Copa del Rey de su historia -había un 10% de Vitoria ya en el Calderón.

El restante, 2.000, correspondería al organismo rector del fútbol español comandado por el siempre polémico Ángel María Villar. Los más de 11.000 tickets que les corresponden no interesaron a una cifra mayor de la que intentan publicar ya que el porcentaje les dejaría retratados a todas las partes cuando lloraron porque no se disputara en un Santiago Bernabéu que empezaba sus obras hace unos días.

Las otras finales les dejan en evidencia

El último partido de la temporada en muchos países es la final de Copa y además de expectación, crea ilusión y otros sentimientos que en España no existe tal y como se demuestra desde la ya habitual pitada al himno nacional hasta la pírrica entrada que nos deja en un lugar que nuestro fútbol no se merece.

Los 45.000 escasos espectadores que se dieron cita en el Calderón para presenciar este Barcelona-Alavés contrastan con el doble que lo hicieron en su homólogo inglés de Wembley, Arsenal-Chelsea (90.000 asistentes). También se llenó el estadio Olímpico de Berlín (75.000 verdaderos aficionados) en el Borussia de Dortmund-Eintracht correspondiente a Alemania y Saint-Denis (80.000 personas de capacidad) en el Angers-PSG que bien podían haberse disputado estos sí en el Santiago Bernabéu… si no hubiera habido obras.

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