La penúltima función del mago Isco

Penúltima porque a esas botas le quedan muchísimo fútbol por delante y mucha magia por exhibir. Isco Alarcón está en el mejor momento de su carrera, todo lo que toca lo convierte en oro y va a exhibición por partido durante las últimas semanas. Y en Vigo no fue menos. El malagueño dio un recital y volvió a ser clave para que el Real Madrid lograra una victoria que da media Liga al conjunto merengue, pues un empate en La Rosaleda ante el Málaga le basta para ganar el campeonato doméstico cinco años después.

El de Arroyo de la Miel está en estado de gracia, y el Real Madrid lo está aprovechando. Fue clave con goles para sacar adelante partidos ligueros que se complicaron como ante el Sporting y el Deportivo. Luego dijo «aquí estoy yo» en una gran cita, la vuelta de semifinales de Champions ante el Atlético. Y este miércoles Isco ha demostrado que esa irregularidad que muchos le atribuyen es un cuento chino. Lleva meses siendo decisivo y determinante y ante el Celta lo volvió a ser.

Una cabalgada de quilates

No en forma de goles pero sí de asistencias. El primer tanto de Cristiano Ronaldo viene precedido de una acción suya, una de sus conducciones endiabladas ante las que los rivales tienen poco que hacer. Pero la burrada de la noche fue la jugada del 0-2. El centrocampista malagueño recogió un balón en el centro del campo y protagonizó una espectacular galopada que terminó con una precisa y mágica asistencia a Cristiano Ronaldo, que definió de manera sobresaliente. Isco dejó atrás a dos rivales y filtró un balón al hueco que sólo ven los elegidos como él para dejar al portugués en el mano a mano con Sergio Álvarez, un tanto que fue clave para dar tranquilidad a los de Zidane.

Así explicó Zidane el fundamental papel del jugador andaluz tras el partido: «Isco siempre está en movimiento entre líneas y sabemos la calidad que tiene». Isco está en un momento dulce, hace magia con el balón en los pies, disfruta y hace disfrutar a los demás. Y al Real Madrid sólo le queda un punto ganar la Liga, precisamente, cosas del destino, en la «casa» del malagueño, La Rosaleda.