REAL MADRID 2-1 MÁLAGA: JORNADA 19 DE LIGA

Tarde bárbara del Rey… Ramos

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Ramos celebra el 1-0 ante el Málaga. (EFE)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Cuando nació Sergio Ramos sus padres sabían que habían alumbrado a un superhéroe. Como Superman pero sin capa y de Camas, que tiene más pedigrí. Y más arte, coño. Ante el Málaga, el capitán (general) del Real Madrid dijo «aquí estoy yo y lo que me cuelga» para dar un puñetazo en la mesa de la Liga. Porque esta Liga es la Liga de Ramos. Suya y de todos sus compañeros, pero de Sergio Ramos el primero. Porque en una tarde gris y fea del Madrid fue una tarde bárbara del Rey, permítame el lector el doble sentido. Sí, del Rey Sergio Ramos, que debería ir por las calles de Madrid con la corona puesta y bajo palio.

No había rotaciones. Zidane salía con todo, como unas amigas de despedida de soltera. Sólo protegía a Danilo de los silbidos del Bernabéu. Inteligente decisión, vive Dios. El resto, la primera unidad. Keylor volvía bajo los palos con una zaga formada por el comodín Nacho, que estrenaba demarcación en el lateral derecho, Ramos y Varane en el centro y Marcelo en el lateral izquierdo.

El centro del campo también era el habitual: Casemiro, Kroos y Modric, los que nunca rotan. Arriba, repetía Lucas Váquez, en busca de reencontrarse a sí mismo. Junto al canterano, Benzema y Cristiano Ronaldo dispuestos a demostrar al Bernabéu que nunca hay que perder la fe en los más grandes. Es una cuestión de paciencia.

El Madrid salió de inicio apretado como las tuercas del Octubre Rojo. Presión alta, como la luna, con la intención de finiquitar el partido por la vía rápida. Los de Zidane se sabían la lección y tenían prisa por enderezar el rumbo del duelo y asegurarse el entorchado de campeones de invierno.

El gato Benzema arañó el gol en el 10, pero su cabezazo picado lamió por fuera el larguero de Kameni. Repitió Cristiano Ronaldo en el 13, pero el meta camerunés, cuya figura se agranda en los escenarios más grandes, salvó el mano a mano. CR7 seguía con el punto de mira desviado. Quizá le sobraba al Madrid un punto de prisa en la cocción de las jugadas.

Marcelo se rompe

Respondió el Chory con un disparo seco desde dentro del área que sólo el poste izquierdo de Keylor Navas evitó que se convirtiera en el primer Malagazo. El Bernabéu, aún en modo siesta, rumiaba el runrún. En cada contra el Málaga era el Halcón Milenario y el Madrid un destructor imperial incapaz de acortar el espacio. Sufría Zidane y con él el madridismo.

Un disparo seco de Lucas en el 24 hizo lucirse de nuevo a Kameni. Pero seguían las malas noticias para Zidane: Marcelo se había roto, así que el técnico madridista tuvo que dar entrada a Isco y cambiar el dibujo. Lucas era el lateral derecho y Nacho pasaba al costado izquierdo, mientras el equipo dibujaba un 4-4-2 en rombo.

Keylor mostraba sus miserias por alto en cada pelota llovida del Málaga al área. El Real Madrid dominaba sin agobiar y, lo que es peor, sin gobernar el juego. El partido estaba más abierto que el congreso de Podemos. Pero entonces apareció Sergio Ramos, con lo que le cuelga, para sacar a los blancos del atolladero. Fue en un córner que botó magistralmente Kroos y el capitán emergió rodeado de jugadores del Málaga para demostrar que su cabeza, que ya valió una Champions, también puede valer una Liga.

Ramos, capitán general

Hay futbolistas que no tienen precio y Sergio Ramos es uno de ellos. El Real Madrid lo sabe desde hace tiempo y sus rivales también. Pero el capitán no se iba a quedar corto. A él le gustan los excesos. Por si acaso su equipo se metía en problemas, Sergio también hizo el segundo. Fue de nuevo en un saque de falta que botó Toni Kroos y el capitán, más rápido, pillo y corajudo que ninguno, se anticipó a la defensa para hacer el segundo. El Bernabéu se caía para homenajear a su ídolo. Ramos había resuelto un partido enredado y lleno de nudos, como un jersey del Primark, en menos de diez minutos.

En la segunda mitad el Real Madrid tenía encarrilado el partido y le tocaba resguardarse, como unos escaladores en una ventisca, y buscar el momento propicio para hacer el tercero. El resultado no parecía en riesgo. Tocaban los de Zidane, se ubicaba el Málaga tratando de buscar un contra que les volviera a meter en el partido.

El Madrid se lía

Lo consiguió con el tanto de Juanpi en el 62 después de un jugadón de Juan Carlos. Y un minuto después se mascó la tragedia en el Bernabéu después de que Chory tuviera en sus botas el 2-2. Lo evitó Keylor Navas con una gran parada abajo. El Real Madrid estaba sostenido en el alambre, pero era un funambulista que se hubiera tomado diez chupitos.

Zidane se quedaba más afónico en el banquillo que Sabina en un concierto. Hasta la calva le brillaba de los nervios, pero no se decidía a mover el banquillo. Su equipo, como la ejecutiva del PSOE, pedía a gritos un cambio. Y no hacían falta primarias. Era Kovacic o Kovacic. No lo hizo y Cristiano se marcó otro Pipita al desperdiciar en el 73 el gol del siglo después de un casi autogol de Kameni. CR7 falló otro en el 75, que se fue al palo.

El Real Madrid empezaba a entrar en la esquizofrenia y el fantasma del Pizjuán rondaba el Bernabéu como si fuera una casa encantada. Por fin entró Kovacic, porque más vale tarde, que diría Mamen Mendizábal. Pasaban los minutos y en el 80 el partido seguía sin cerrar, como una de esas puertas cuyos goznes se atascan. Cristiano, ofuscado y fallón cual escopeta de feria, se empeñaba en estrellarse contra Kameni, muro de ébano.

Se fue Benzema y entró Morata. El Bernabéu tenía tanto miedo que no había ni fuerzas para silbar. El tiempo fue pasando y con él las esperanzas del Málaga de dar la campanada. El Real Madrid sufrió como una madre cuyo hijo a salido a cuerpo a la calle en pleno invierno. Sufrió, sí, pero se llevó una victoria balsámica, como una Juanola con la garganta irritada. Igual ha llegado el tiempo de que Zidane recete un ibuprofeno al equipo. O quien sabe si antibiótico. O igual le sirve con la testiculina de Sergio Ramos, que esa hormona no se puede comprar ni con receta.

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