REAL MADRID 3-2 DEPORTIVO: JORNADA 15 DE LIGA

Sergio Ramos es el puto amo

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Sergio Ramos celebra el 3-2 ante el Deportivo. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Sergio Ramos volvió a resucitar al Real Madrid de entre los muertos para sellar una remontada histórica, otra más, en un partido que los blancos empezaron ganando ante el Depor, pero al que los blanquiazules dieron la vuelta con un doblete de Joselu. Mariano logró el empate y el capitán obró su enésimo milagro. ¿Saben por qué? Porque Sergio Ramos es el puto amo.

Zidane daba la vuelta al equipo como un calcetín. Fuera de la convocatoria Modric, Benzema y Cristiano Ronaldo, también descansaban Carvajal, Varane, Marcelo, Kovacic y Lucas Vázquez, con un ojo puesto en el Mundial de Clubes de la próxima semana. Era un once nuevo, inédito, lleno de jugadores de refresco. Pero era también un once con más garantías que un coche coreano.

El intocable Keylor defendía el arco, con una zaga formada por Danilo y Nacho en los laterales, Pepe y Ramos de pareja de centrales. En el centro del campo Casemiro proseguía con su rodaje particular. A su lado Kroos, que ha vuelto justo a tiempo, e Isco, verso suelto del centro del campo del Real Madrid. Arriba, a falta de la BBC, entraban Marco Asensio, James Rodríguez y Morata. Desde luego, en el equipo de Zidane había más cambios que en unos grandes almacenes el día después de Reyes.

Salió el Madrid a dominar ante un Deportivo firme y bien plantado como un guardia real. Kroos manejaba el centro del campo a sus anchas con Casemiro de escudero. Arriba, Morata se movía infiltrado entre camisetas azules y Asensio se mostraba más que Isco o James, inadvertidos en los primeros minutos. Cuatro disparos en los primeros 13 minutos, ninguno peligroso, plasmaban en números el asedio de los de Zidane.

Los blancos empezaron a rondar el gol como un tuno enamorado al pie de una ventana. Entre el prometido Morata y el comprometido James tuvieron el tanto en el 16, pero se hicieron un lío tras el centro de Asensio y al final Tyton despejó el peligro. Al Madrid le sobraba un puntito de precipitación en la frontal del área del Depor, que parecía la Plaza Mayor de tanta gente que rondaba por allí.

Dominio sin premio

Una soberbia maniobra de Casemiro provocó una peligrosísima falta en la frontal al filo del minuto 25. Sin Cristiano ni Bale en el campo se la pidió Sergio Ramos, pero el lanzamiento directo del capitán se fue alto por poco. Respondió el Deportivo con un disparo de Borges dentro del área que desvió Keylor Navas. Y de ahí vino llovida una ocasión clara de James, que llegó trastabillado al área y tiró al cuerpo de Tyton. Era el minuto 28 y el Madrid seguía perdonando.

Como perdonó el Depor en el 34 después de un esplendoroso cabezazo de Borges, que se estrelló contra el palo derecho de su amigo Keylor Navas. La fortuna, esta vez sí, sonreía a los blancos, que empezaban a sentirse incómodos como un gremlim en el borde de una piscina. Pero siguieron insistiendo. Pase a pase, el Madrid volvió a asediar al Depor con la insistencia de un niño haciendo la carta a los Reyes Magos, aunque se le echó encima el descanso sin poder abrir la lata. Partido enredado, madridismo nervioso.

De salida en la segunda mitad Zidane aguantaba los cambios mientras empezaba a sobrevolar el Bernabéu el fantasma del centenariazo. El partido seguía enredado para el Madrid hasta que apareció Morata. Fue en el minuto 50. El delantero recibió la pelota de Isco a pocos metros del área. Morata se giró, miró la portería y se cascó un zapatazo monumental. Fue un golazo propio del mismísmo Ibrahimovic, del delanterazo en el que se ha convertido Álvaro.

‘Moratazo’ y remontada

El tanto, celebrado por Zidane como si valiera una Champions, puso en pie al Bernabéu y espoleó al Real Madrid, que empezó a atacar en avalancha a un Depor que apenas podía capear el temporal blanco. Pero Casemiro decidió dar emoción al partido y se hizo la picha un lío ante la presión de Andone. El rumano le hizo falta, falta obscena, pero Jaime Latre se la comió y el brasileño perdió la pelota. El balón le llegó a Joselu, otrora compañero de Morata, que batió a Keylor Navas con un golazo. Era el 62 y el Deportivo lograba el empate cuando menos lo esperaba.

Dos minutos después el Madrid perpetró el suicidio en una contra donde todo el mundo estaba mal colocado. El colofón de la jugada lo volvió a poner Joselu después de ganar la espalda a un despistado Sergio Ramos y de anticiparse a la salida desesperada de Keylor Navas. A los blancos les tocaba remar si no querían que su colchón de invierno se pinchara de golpe antes del Mundialito.

Zidane movía el banquillo y metía a Lucas Vázquez y Mariano por Asensio e Isco. Al Real Madrid le quedaba un cuarto de hora para evitar el pinchazo y empezó a atacar a la desesperada. Morata se pegaba con Albentosa, que hacía casi un penalti en cada centro al área, pero Jaime Latre no parecía por la labor de pitar ninguno.

Aparición mariana y leyenda Ramos

Pero el Madrid no iba a rendirse y menos con el peleón Mariano sobre el césped. Caía el minuto 83 y fue un centro de otro bullicioso, Lucas Vázquez, el que remató, mitad con la cabeza, mitad con el hombro, mitad con el alma, el delantero hispano-dominicano para firmar el empate. El Bernabéu creía en la remontada. Faltaría más.

Lo intentó el Madrid hasta el final, pero el Deportivo no estaba dispuesto a dejarse remontar así como así, ya tuviera que embarrar el partido en trifulcas y pendencias. Tyton evitó el gol de Morata en el 91 con un vuelo en el que sacó una mano salvadora.

Pero, claro, no pudo evitar el gol de Sergio Ramos en el 92, porque cuando llega el minuto 92, los goles de Sergio Ramos son sencillamente inevitables. Su figura se agiganta, salta más que nadie, remata mejor que nadie y vuelve a engrandecer su leyenda. Sergio Ramos, un jugador que hace historia en cada partido, un futbolista legendario, un capitán irrepetible que se ha convertido, como diría Guardiola, en el puto amo.

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