EUROLIGA: JORNADA 2

Un Madrid gigante gobierna al CSKA (82-69)

Real Madrid
Campazzo tapona a Kurbanov. (EFE)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Sin poder contar con la gran estrella, bajo mínimos en el juego interior debido a las lesiones y con uno de los grandes favoritos enfrente, el Real Madrid logró una nueva victoria para decorar su ejemplar comienzo de temporada. El equipo blanco derrotó al CSKA Moscú (82-69) con una exhibición de todos los miembros de la plantilla de Pablo Laso para volver a dar un golpe sobre la mesa y gritar a los cuatro vientos lo que muchos se empeñan en negar: son tan candidatos como el que más a la Euroliga.

Comenzó el partido, como no, con un recibimiento especial para el Chacho Rodríguez, el que tantas noches maravilló a las gradas del Palacio pero que ahora toca disfrutar a duras penas con la camiseta del rival. El canario fue ovacionado hasta el momento en el que se produjo el salto inicial, cuando los pitos comenzaron a monopolizar cada ataque gobernado por Sergio.

El Real Madrid sabía que, si bien no resultaría clave, el equipo contaba con una buena oportunidad de demostrar que tienen equipo para ganar la Euroliga. Por ello, los pupilos de Laso se emplearon a fondo para mostrar su versión más seria, mostrándose por momentos impenetrables y con acierto en ataque. Anotaban Rudy, Carroll, Doncic… y defendían todos. La calidad de CSKA no servía más que para mantenerse al acecho.

El rebote ofensivo permitía a los rusos sobrevivir hasta que el Chacho o De Colo mostraran su mejor cara y Randolph aprovechaba para estirar el marcador. El Real Madrid lograba ventajas por encima de los diez puntos… con una sola mancha: la lesión de Kuzmic. El pívot serbio sufrió una torsión en la rodilla en un posteo con Hunter –al que sustituyó como center suplente– y fue retirado en silla de ruedas. Mala pinta.

En vez de deprimirse, los madridistas se vieron alentados y mostraron su mejor versión, que por coincidir con una racha de Westermann y Sergio Rodríguez no llegó a mayor puerto. Los 14 puntos de ventaja al descanso eran ventaja más que suficiente. El Palacio se divertía con una mezcla de showtime y barro necesario para vencer a los grandes.

Llegado el tercer cuarto, una obsesión invadió a Itoudis. Físico y más físico para provocar las faltas del Real Madrid. Con esta decisión, De Colo y el Chacho comenzaron desde el banquillo en una decisión arriesgada pero que el marcador pronto le dio la razón. El CSKA volvía a colocarse a menos de 10 puntos con Higgins y Clyburn y las desgracias volvían a un Madrid sin suerte.

A Anthony Randolph, el mejor jugador del Real Madrid en la noche del jueves, se le salía el hombro. Sin Thompkins, Kuzmic ni Randolph se quedaba Laso. La permisividad de los árbitros tampoco colaboraba –técnica a Doncic mediante– y CSKA continuaba con su acercamiento. Ya sólo quedaban tres puntos de colchón y diez minutos de agonía para atar el triunfo.

Impresionante Campazzo

Minutos condicionantes, para muy bien, de Rudy y Felipe permitían al Madrid volver a construir el castillo casi desde cero. La vieja guardia acudía al rescate y CSKA, ya con Chacho y De Colo, seguía percutiendo en el físico merengue. Por suerte para el Real se imponía el talento y la locura, primero de Maciulis y más tarde de Campazzo, que con sendos triples colocaban a los blancos más cerca de los diez.

El show del Facu, sin embargo, no había terminado. Criticado por muchos como base suplente para los blancos, el argentino tomó las riendas del partido contra el gran favorito al título y, con la ayuda inestimable de un Rudy titánico atrás, puso al Madrid con 12 de diferencia y al Wizink Center en pie y a los pies de su nuevo y pequeño gran director.

El CSKA, o el equipo de las mil vidas, siguió sin rendirse a pesar de que su partido era más bien muy malo, pero Taylor, de nuevo con un triple librado al igual que en Valencia, silenciaba al rival para recuperar los diez de ventaja. Aún quedaba tiempo para que un héroe inesperado –y apartado– como Maciulis, dejara su sello en ambos aros como falso ‘4’. El Real Madrid era un todos a una que funcionaba como un reloj suizo. Sólo así se podía ganar al gigante ruso, pero el gigante en la noche del jueves vestía de blanco.

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