FINAL FOUR EUROLIGA: REAL MADRID VS CSKA

El Real Madrid también cede en el partido que nadie quiere jugar (70-94)

REAL MADRID
Gustavo Ayón, rodeado por jugadores del CSKA, fue el mejor valorado del Real Madrid con 15. (AFP)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

La Euroliga debe pensar en acabar con la tortura de jugar el partido de la medalla de chocolate, también conocido como el que designa quién acaba tercero en la máxima competición continental. Un Real Madrid vs CSKA de Moscú es un partidazo en cualquier escenario, salvo en éste. Es tan escaso el premio –300.000 euros para el ganador y 150.000 para el perdedor–, tan irrelevante el partido, tan extraño, que lo normal que ocurra sea lo que le pasó al equipo blanco en los primeros 15 minutos. Hasta Llull jugó mustio, totalmente ausente de la pasión que le caracteriza.

Los rusos llegaron a ir ganando por 20-41 mediado el segundo periodo. El Madrid no estaba ni se le esperaba después de la decepción del viernes ante el Fenerbahce. Sin embargo, ese punto de inflexión hizo que el Madrid intentase lamerse las heridas y no irse a casa con una más grande que la que los turcos provocaron.

El ex campeón de Europa sacó su orgullo y empezó a remar ante un rival al que había dado un exceso de ventaja alarmante. No iba a ser sencilla la empresa de remontar esa distancia, pero los deberes se iban haciendo poco a poco. Al descanso, los blancos estaban a 13 puntos del rival y eso que no habían podido anotar ni una canasta al contragolpe y sus únicos triplistas eran Draper y Taylor, quizá los peores especialistas del equipo en esta suerte.

El Madrid salió con un aire distinto a la segunda mitad, pensado que todo lo que construyera sería beneficioso para esos play-offs de Liga Endesa que comienzan el miércoles ante Andorra. Con Ayón en plan reivindicativo y la defensa actuando como un baluarte, el equipo de Pablo Laso llegó a ponerse a ocho puntos en los primeros compases del tercer cuarto. El CSKA vio que con muy poco los madridista se subieron a sus barbas e Itudis decidió que los suyos comenzasen a mejorar sus prestaciones defensivas provocando varias pérdidas clave en el equipo blanco.

Los campeones de 2015 se vinieron abajo por culpa de sus propios errores y la intentona de remontada se quedó en nada. La moral era tan frágil como la de un cadete. El último cuarto sobró en un auténtico carrusel de intercambio de canastas que no sirvió para mucho para los capitalinos, salvo para que Nocioni se despidiese con honores y que las alarmas se encendiesen con una posible lesión en la muñeca de Rudy Fernández.

El Real Madrid sale muy herido de esta Final Four. La misión de Pablo Laso será conseguir resetear la mente de sus pupilos tras este revés. Unos tendrán que olvidar su bajo y decepcionante rendimiento, mientras que otros deberán obviar el hecho de que no jugaron cuando quizá eran los que más galones atesoraban para hacerlo. El CSKA no se cortó a la hora de meter el dedo en la llaga ganando por 24 puntos. El miércoles veremos cómo de profunda es la herida.

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