REAL MADRID VS VALENCIA BASKET: COPA DEL REY DE BALONCESTO 2017

El Real Madrid consuma su hegemonía: cuarta Copa consecutiva

Copa del Rey de Baloncesto 2017: Real Madrid
El Real Madrid celebra en el Buesa Arena su cuarta Copa consecutiva.
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

El Real Madrid de Pablo Laso consolidó su hegemonía en el baloncesto español logrando su cuarta Copa del Rey consecutiva. El equipo blanco, abonado a los finales de infarto, se deshizo de un combativo Valencia Basket que no dio su brazo a torcer hasta el último segundo. Los taronja, sin embargo, vivieron nuevamente un desenlace cruel de la mano de un Sergio Llull que decantó el choque anotando los últimos 10 puntos de los blancos que le dieron el MVP del campeonato.

Laso sorprendió a todos de inicio con un quinteto sin Ayón, Maciulis y Doncic. El técnico premió la gran Copa de Anthony Randolph dándole un puesto de inicio y éste respondió llevando el timón del Real Madrid en los primeros compases ante un Valencia Basket que hacía mucho daño por medio de Dubljevic en la pintura.

El técnico blanco dejó de jugar al ajedrez con Pedro Martínez y sacó a mediados del primer cuarto a sus titulares habituales consumándose un parcial de 8-0 que sirvió como colchón para el Madrid durante toda la primera mitad. Los taronja, sin embargo, se agarraron al partido desde la línea de tres puntos en el segundo cuarto llegando hasta seis jugadores distintos a anotar desde el 6,75. Diot y Sato calentaron el partido desde el banquillo con algunas triquiñuelas defensivas.

Al Madrid se le atragantó una zona inicial el segundo periodo, pero Laso reaccionó rápido metiendo a Jaycee Carroll, que correspondió la confianza con ocho puntos prácticamente consecutivos. Cuando todo parecía controlado en favor de los blancos, la defensa madridista bajó sus prestaciones permitiendo varias canastas fáciles que volvieron loco a Laso. El equipo naranja consiguió 29 puntos en el segundo cuarto, un buen argumento para que al descanso (47-45) cayera una Lasina de categoría.

El Real Madrid no pudo distanciarse

Los blancos intentaron cambiar el chip y defender, pero la genética de este equipo es ir siempre al ataque. Ayón y Dubljevic protagonizaron un tremendo cara a cara que quedó en tablas con los dos anotando en dicho periodo dobles dígitos. Laso movía y movía su banquillo buscando un secante defensivo, pero ni era el día de Rudy ni de Draper ni de Taylor. El Valencia ganaba cada balón dividido y consecuentemente muchos rebotes ofensivos –19 en total–. Así las cosas, cambió de estrategia para resolver el duelo al mejor bombardero. Llull, con un triple sobre la bocina, establecía el 74-71 para entrar con confianza en el último cuarto y anticipar lo que ocurriría en los minutos finales.

El choque se iba a decantar por pequeños detalles. El Valencia Basket, con su brega en el rebote de ataque y con un superlativo Dubljevic en la pintura, mantenía el pulso a unos blancos que apostaban por la defensa y se metían en problemas entrando en bonus a siete minutos para el final. Los taronja tenían dos vías fáciles para anotar, pero el Madrid es mucho Madrid. El talento de Randolph y Doncic mantuvo en cabeza a los blancos.

Pero tenía que aparecer el verdugo del Valencia Basket a tres minutos para el final. Sergio Llull se desató con ocho puntos consecutivos e hizo aparecer viejos fantasmas en la mente de los naranja, que no se podían creer que otra vez habían sido víctimas del jugador franquicia del Real Madrid.

El Valencia luchó y luchó tanto que tuvo hasta una opción de ganar el partido a 0,9 segundos del final después de que el Madrid desperdiciara una renta de ocho puntos en el último minuto. Sin embargo, Sam Van Rossom fue incapaz de hacer el lanzamiento que podría haber cambiado el destino del partido. El Madrid ganó por oficio y por justicia. Ya son leyenda del baloncesto español. Desde los años 70 no ocurría que un equipo ganase cuatro Copas del Rey consecutivas.

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