Llull tiñe de blanco la primera batalla de Euroliga (83-65)

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Llull entra a canasta ante la oposición de Birch. (EFE)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

El Real Madrid se estrenó con victoria en la presente edición de la Euroliga gracias a una trabajado triunfo frente a Olympiacos, al que derrotó por 83-65, gracias, en gran medida, a una nueva actuación destacada de Sergio Llull, autor de 22 puntos. Los blancos, que incidían en la importancia de ganar en casa los encuentros de la primera fase, comienzan con triunfo su camino en busca de la Décima.

La Euroliga ya estaba aquí. Nuevo formato, con muchos detractores, pero al fin y al cabo, la mejor competición en Europa a nivel de clubes. Y la iban a abrir, como hace 16 años, Real Madrid y Olympiacos. El espectáculo se vivía y se sentía, desde la presentación de jugadores, en el Palacio de los Deportes.

Dos ataques fallidos fueron suficientes para que el Palacio tomara ambiente Euroliga y comenzara a abuchear cada posesión de Olympiacos. Con Spanoulis proponiendo desafío de triples, Llull decidió aceptar, aunque con matices. Él iba a anotar de todas las formas posibles, y así hasta los 15 puntos logrados por el menorquín en un primer cuarto que sirve para explicar porqué es uno de los mejores jugadores de Europa y, prácticamente seguro, el que está en mejor forma.

Las canastas de Olympiacos iban llegando pero la velocidad crucero de Llull estaba llevando en volandas a los blancos, que se hacían con el primer cuarto de la temporada en Euroliga dando espectáculo (24-17).

El descontrol se apoderó del partido en el segundo cuarto, y a pesar de los esfuerzos de la segunda unidad de Olympiacos, con el joven Agravanis a la cabeza, el Real Madrid no se rendía, en gran medida gracias a Carroll, que mantenía con ventaja a los suyos. Tener un jugador como el de Wyoming en estas situaciones no tiene precio.

El poderío físico era el arma que tenían los griegos para igualar el talento madridista, y a pesar de que el juego caminaba por esos derroteros, el equipo blanco aguantaba y aguantaba –este año Taylor, Hunter o Randolph ayudan en esa faceta–, pero curiosamente, la calidad de Spanoulis apareció en el último segundo para anotar una canasta inverosímil que acercaba al máximo a su equipo en el marcador antes del descanso.

La salida de vestuarios conllevó al tanteo lógico entre dos conjuntos que sabían de la importancia del tercer cuarto. Los minutos de pelea dieron paso a la mejor versión, aunque a veces oculta, de Gustavo Ayón. El mexicano es un auténtico perro de presa. En ambos aros, con la inteligencia que suma a la garra, logra salir victorioso de las batallas. Olympiacos seguía durmiendo el partido, pero el titán madridista no iba a caer en la trampa.

El margen, de tanto usarlo, se acabó, con un triple de Mantzaris que sirvió de despertador para el ataque madridista. Sendas acciones de Rudy y Llull devolvieron la ventaja al Real y el buen juego al Palacio, que volvía a animar como en el inicio. A falta de dos minutos entraron Doncic, Draper y Randolph, y la inercia les hizo mostrar su mejor nivel para volver a colocar la ventaja del Madrid rondando –aunque sin superar– la barrera de los diez puntos.

Último cuarto de campeón

Olympiacos, como casi cada partido contra el Real Madrid, había salido a jugar a pocos puntos, pero, como casi siempre, los blancos se iban sacando de la manga gotas de talento con las que romper el competitivo muro heleno. Carroll volvió a dar muestra de ello con un triple y Randolph respondió al acierto de Lojeski con dos acciones que enseñaban al público de lo que es capaz.

Con diez puntos de ventaja y poco más de cinco minutos por jugarse, el partido parecía teñirse de blanco. Pero cabe recordar que Olympiacos nunca se rinde. De nuevo a base de físico y con la muñeca de Lojeski calentándose, los de Sfairopoulos seguían conectados al partido y buscando un error rival para dar la estacada y llegar al liderato.

Pero el Madrid no dudó. Aprovechando el bonus que había regalado el conjunto griego debido al exceso de intensidad, primero Felipe y después Doncic devolvieron la decena de puntos de ventaja y fue el esloveno, a sus 17 años, el que remató el encuentro con un triple librado que terminó de lanzar el cántico de la afición. «Somos los reyes de Europa», entonaba el Palacio a tiempo de que Hunter y Llull pusieran las últimas gotas de espectáculo. Qué difícil va a ser ganar aquí.

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