A ver si Armengol aprende algo de Nadal

A ver si Armengol aprende algo de Nadal

Rafael Nadal y Francina Armengol, ejemplo y antiejemplo en la catástrofe humana y material que ha causado el temporal en Mallorca. Mientras el mejor tenista del mundo ha cogido el cepillo y se ha unido a las labores de limpieza como un vecino más en Sant Llorenç —muy cerca de su Manacor natal—, la presidenta autonómica, en compañía de su Govern, se fue a la fiesta de un medio de comunicación durante la noche del martes, cuando el agua ya comenzaba a ocasionar unos estragos que por ahora se cifran en diez muertos y un niño desaparecido, amén de miles de afectados y barrios enteros anegados por el lodo. El comportamiento de la dirigente socialista es inaceptable, ya que una representante institucional vive del dinero público y tiene un compromiso ineludible con los problemas de los ciudadanos.

Nadal ha puesto las instalaciones de su academia de tenis al servicio de todos los afectados por las inundaciones. Armengol ni siquiera habló con el Gobierno de Pedro Sánchez, a pesar de que el temporal ya había devenido en tragedia con la muerte de varias personas y la situación de Sant Llorenç era catastrófica con coches flotando por las calles. Hechos que pusieron de manifiesto la falta de previsión y coordinación tanto en el auxilio como en las labores de limpieza, para las que había bombas de achique en perfecto estado que se quedaron sin utilizar. Dos maneras de enfrentarse a la realidad que en el caso del deportista ha despertado la admiración unánime.

Por su parte, la actitud pasiva y desidiosa de Francina Armengol  en la gestión de esta grave crisis ha provocado una oleada de indignación que va desde los vecinos que declaran haberlo «perdido todo» a los bomberos de Palma, quienes  han mostrado su «vergüenza» e «indignación» por la falta de acción del Ejecutivo regional. Una parálisis que provocó que no fueran movilizados al lugar de los hechos y que tuvieran que tomar la iniciativa de acudir como voluntarios a las zonas que estaban más afectadas. Baleares merece una presidenta que se preocupe más por las personas y sus problemas y menos del fatuo impulso a las políticas heredadas del independentismo catalán. Posturas comprometidas con sus socios de Gobierno, los mismos que no se afanaron en la limpieza de los torrentes y rechazaban la presencia de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la comunidad. Ahora, aquí tienen las consecuencias.

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