¡Karl Puigdemont, a formar y firme!

¡Karl Puigdemont, a formar y firme!

Game over! Puchi ya está en la trena. El amo del procés cayó en el cepo. Los espías del CNI adosaron a su buga un chivato de última generación para que el mercader de Gerona fuera detenido y dejara de propagar, allá por dónde iba, sus trolas y odio contra España. El fugado se ha visto impelido a frenar en seco y a ponerse a tocar el piano, imprimiendo sus huellas digitales de delincuente paranoico ante la policía teutona. Por ahora se acabó la romería del itinerante en fuga. La Cataluña cívica merece un líder cuerdo. Puede que el grillado caudillo de la rebelión se coma varios lustros de cárcel, lo cual permitiría a los catalanes normales prosperar en paz.

A la del alba, cuando canta el gallo, la prisión de Neumünster con una puntualidad tan germánica como escalofriante, abre las celdas, saca de los catres a los reclusos y pasa lista sin contemplaciones. Al feroz grito de: “¡Karl Puigdemont!”, se ha de poner firme el rebelde. Su nombre retumba en las galerías del trullo. Le comunican que han sido rechazadas todas las ofrendas que le traían sus fans: tortilla de patatas, queso manchego y polvorones, sabores patrios que degusta el separatista. Para mantener viva la llama de la República deberían haberle llevado butifarras de su pueblo, una rica esqueixeida y los fabulosos calçots. Como se lo dicen en alemán, no se entera.

Puchi está grogui. Sigue sin asimilar su sorprendente captura, cuya razón de ser se remonta al paleolítico inferior, la Edad de Piedra de Convergencia, cuando los padrinos que le mostraron al nen la vía del poder ya empezaban a desvalijar la Generalidad. Una foto en la que el capo Pujol le secretea al trilero de Mas lo que sigue, explica a las claras porqué la fregona acabó entre rejas. El comentario suena a un cuento de Alí Babá: “Y pensar que esto lo hemos montado tú y yo solitos para que hacienda no me pillara els diners…”. Ahí nació este independentismo de risa que ha vuelto majara perdido a Karl, Carlos o Carles. Que ni él mismo sabe quién es o cómo se llama.

Las desgracias se apilan ante el futuro del preso. Roger Torrent bis, nueva versión del brazo tonto de la ley, está empeñado en que lo que queda de Puchi vuelva a ser investido presidente. Aunque para eso, primero habrá de sacarlo de Neumünster con fórceps, lo cual se las trae. En la novela de Dumas, padre, “El conde de Montecristo”, hay un par de pasajes referidos al Abate Faria, donde podría sacar alguna idea, si se decide a montar un cambalache que libere al prisionero. Pero corren el peligro de quedarse atrapados en la trena los dos. El resto, es fácil. Basta plancharle el pijama de rayas al gafe antes de presentarlo en un baile de máscaras en el parlamento catalán y, hala, a seguir alargando el fracaso del procés. En fin, lo de siempre. (Los ultras nazis también le van a echar una mano para que salga pronto).

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