Sentido y sensibilidad

Sentido y sensibilidad

Ha sido un fin de semana entretenido para quienes observamos la política entre bambalinas. Con un ojo puesto en el papel y otro en la tramoya que sucede a espaldas de la función. Seguro que Jane Austen reescribiría la célebre novela que da título a este artículo si hubiera tenido la oportunidad de pasarse en este acabado fin de semana por los rincones de Vistalegre y la Caja Mágica.

Dejamos atrás, quizá, el fin de semana más político del invierno. Las dos Españas que antes nos helaban el corazón ahora se congelan en escenarios montados más para dar palmas que para debatir ideas. Dientes, dientes, mascullaban entre bambalinas los gurús de la escenografía, pendientes de que ningún fotógrafo o militante adicto a las redes acabe inmortalizando la imagen que al día siguiente será portada en los medios. Un espectáculo de sensibilidades, un circo de los sentidos basado en el liderazgo reforzado de sus dos caras visibles. Lo demás, pan y circo para alimentar las tribunas de prensa.

Sentido: El que otorga el mandato de Vistalegre, de cuyo congreso salió un Podemos convencido de que girar más a la izquierda no le hará salirse de la carretera, porque en su ánimo nunca ha estado competir por el gobierno (fin político) sino por el espacio (medio social). Y aquí, quien molesta es el PSOE, no Rajoy.

Sensibilidad: Al observar cómo, con la sangre aún doliente del cadáver, Monedero no soltó carrete y pidió purgar la hurgada herida del errejonismo, al que veíamos disimular su cabeza decapitada con el puño en alto. Ya ni siquiera el simbolismo vale como gesto cuando tu padrino ha decidido darte pasaporte.

Sentido: El que adopta Podemos con esa vía definitivamente consagrada a la izquierda, provocando que el votante ideológico que abandonó el PSOE tenga más complicado su retorno. E influyendo de manera indirecta en el votante pragmático, moderado, socialista a fuer de liberal, que diría Don Indalecio, que quizá busque acomodo en posiciones más equilibradoras, situadas en el centro político.

Sensibilidad: La de Rajoy, que siempre triunfa allá donde los demás se destrozan. Es como el protagonista de una trilogía en la que el superhéroe nunca aparece pero siempre está. Primero fue Rajoy Begins, con la decisión de Aznar de nombrarle sucesor. Tras el Congreso de Valencia en 2008 apareció la versión Rajoy Salvation, nueva oportunidad ante un previsible último mandato. Con la victoria en 2011 vimos a Rajoy Returns. Mayoría absoluta desde la placidez opositora. Y después de la Caja Mágica parece que tendremos a Rajoy For Ever. Superviviente allí donde todos perecen. Sólo quedará él tras la Europa de entreguerras.

Sentido: El que salió triunfador ayer en Vistalegre: el del Podemos más ideológico, menos ecléctico y más táctico. Controlado verticalmente por la única cabeza que piensa hacia atrás para caminar adelante. Que insiste en que deben volver a pisar asfalto, aunque disimulen su bienestar con el escaño. Sucede que la calle sirve para escuchar. El Parlamento, y el resto de instituciones, están para canalizar y dar forma a esa escucha. Sólo con la calle no sirve. Errejón habló de «horizonte de confianza» pero es que en Podemos son antiguos hasta para denominar al adversario: llaman Triple Alianza a quieres representan a la mayoría que no les votó. En Podemos deberían saber que menospreciando al votante adversario tendrán más difícil ampliar los espacios de seducción y la hegemonía política.

Sensibilidad: La que sugiere el dramatismo como elixir favorito de los antisistema, quienes aglutinan en su incoherencia por un lado un mensaje totalizador («queremos parecernos a la gente de este país» incluye una idea de homogeneizar la sociedad allí donde España es plural).y por otro lado ese relato de contraste que tantos beneficios le ha traído hasta ahora, pero con su reseteo del fin de semana igual no les alcanza para gobernar la nave, por muchos vientos de cambio que soplen.

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