Las trabas de Moncloa para pasar página al comportamiento del emérito

Juan Carlos I
Juan Carlos I

El pasado lunes, 7 de Marzo, se trasladaba a la opinión pública desde el Palacio de la Zarzuela un comunicado que aclaraba las incógnitas surgidas después de darse a conocer el archivo, por parte de la Fiscalía del Tribunal Supremo, de las diligencias abiertas realizadas sobre la conducta impropia del Rey Juan Carlos en materia fiscal y económica. La Casa del Rey dio a conocer una carta enviada por el anterior Jefe del Estado a su hijo, Felipe VI, en la que le aclaraba su pensamiento de estar considerando su regreso a España, aunque no de forma inmediata y tampoco de forma definitiva, porque prefería mantener su residencia permanente y estable en Abu Dabi. Sí anunciaba el anterior monarca que iba a volver con frecuencia a España para visitar a la familia y amigos.

El segundo punto importante que en la carta  exponía a su hijo fue su decisión de organizar su vida personal y su lugar de residencia en ámbitos de carácter privado, tanto cuando regresara de forma temporal o cuando fuera quizá definitiva en un futuro más lejano. O sea, el Rey Emérito renunciaba así a volver a vivir en el Palacio de la Zarzuela, su residencia durante más de 40 años.

Y en tercer lugar, el párrafo que ha causado la discordia en muchos ámbitos públicos y privados: don Juan Carlos manifestaba ser consciente de la trascendencia para la opinión pública de los acontecimientos pasados de su vida privada que lamentaba sinceramente. Y en esa disculpa por los graves errores  cometidos desde el punto de vista legal y ético, se concentra el rechazo expresado desde el primer momento por el Palacio de la Moncloa. El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una visita a Letonia junto al Secretario General de la OTAN relacionada con la guerra de Ucrania, expresó claramente que la explicación del Rey emérito de su conducta era insuficiente y que él pensaba que era necesario que diera amplias explicaciones sobre lo que la Fiscalía del Supremo había señalado como posibles delitos fiscales y de ocultación de capitales en paraísos fiscales.

El Palacio de la Zarzuela no ha respondido a las palabras del Presidente y se ignora, por el momento, si esa reacción tan contundente de Sánchez enturbiará las relaciones entre el Gobierno y la Jefatura del Estado. Porque tampoco está claro qué tipo de explicación demanda Moncloa para cerrar el caso del anterior monarca y de qué forma tendría que actuar don Juan Carlos para conseguir la expiación de su nada ejemplar comportamiento. Pensar en una comparecencia pública en la que el anterior monarca reconociera los errores y graves fallos cometidos, como si de un auto de fe inquisitorial se tratara, parece bastante excesivo. Pero habría que ver si en el seno del ejecutivo se conformarían con un documento escrito en el que se reconocieran de forma más explícita los graves pasos realizados por don Juan Carlos en el terreno de la aceptación de donaciones y regalos sin declararlos a la Agencia Tributaria.

El tiempo mostrará por dónde va a ir el camino de la regeneración ética de un Rey que en su haber cuenta el haber contribuido de forma decisiva a la recuperación democrática de España y a alcanzar unos niveles únicos de prestigio internacional después de la nefasta dictadura franquista.

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