Sánchez no se merece el favor que le hace Vox con su moción-astracanada

Moción Tamames

La moción de censura que ha defendido Ramón Tamames en nombre de Vox es tan legítima como surrealista y sus efectos demoscópicos pueden marcar la recta final de una legislatura que tendrá en las elecciones autonómicas y municipales de mayo la antesala de los comicios generales de diciembre. Que Pedro Sánchez es un peligro para el interés nacional es una evidencia, por lo que -dado que la moción no saldrá adelante por una elemental cuestión aritmética- lo relevante será valorar su incidencia en el voto de los españoles y en qué medida afectará a los intereses electorales de unos y de otros. Es difícil creer que la moción de la formación de Abascal vaya a debilitar a Pedro Sánchez. Más bien todo lo contrario: la iniciativa puede servir de improvisado balón de oxígeno a un jefe del Ejecutivo que estaba necesitado de un aval parlamentario en sus momentos más críticos, cuando todas las encuestas -salvo la fraudulenta del CIS- reflejan un deterioro creciente del socialcomunismo y apuntan a un inminente cambio de ciclo político.

Es en este contexto cuando Vox decide presentar la moción de censura y lo hace, además, recurriendo a la fórmula inédita de buscar una persona ajena al partido como Ramón Tamames, un candidato que no ha presentado una alternativa de Gobierno. No nos engañemos: todo lo que diga Tamames de Pedro Sánchez es una enorme obviedad, porque a estas alturas no hace falta escuchar al catedrático de Economía para saber lo nocivo que es para el interés general el jefe del Ejecutivo. Que la moción de censura saldrá derrotada y que Sánchez seguirá en La Moncloa hasta que los españoles lo venzan en las urnas es también una obviedad, por lo que resulta obvio que la estrategia de Vox ha sido tan legítima como interesada: la formación de Abascal no presenta la moción pensando en el interés de España, sino en su interés particular.

La otra obviedad es que Vox ha pretendido colocar en un brete al PP y que toda su estrategia busca erosionar la figura de Alberto Núñez Feijóo para tratar de ganar impulso político.  Todas estas obviedades se resumen en una: lo de hoy es una astracanada. Y lo peor es que el que menos lo merece -Pedro Sánchez- puede salir de la moción partiéndose de risa.

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