Un presidente en minoría que se comporta como un vanidoso califa

Un presidente en minoría que se comporta como un vanidoso califa

Pedro Sánchez es presidente del Gobierno después de que el PSOE obtuviera 120 escaños en las últimas elecciones generales y recibiera el apoyo -no precisamente gratis- de golpistas, nacionalistas y proetarras. Fue la fuerza más votada, pero su representación parlamentaria es la menor obtenida por un partido de Gobierno, de modo que los ademanes de califa del jefe del Ejecutivo no se justifican. Tal vez se crea el jefe del cortijo, pero su permanencia en La Moncloa está supeditada al oxígeno que le suministran los enemigos de España. Sánchez, en suma, no es quien para romper unilateralmente cualquier tipo de diálogo con el presidente del PP, principal partido de la oposición, ante un asunto de enorme trascendencia -una cuestión de Estado- como es el conflicto entre Rusia y Ucrania. El despliegue militar de España en la zona es un asunto capital que lleva implícito la obligación de llamar a Pablo Casado, con independencia de sus relaciones personales. Los intereses nacionales están por encima de las fobias de Pedro Sánchez. Su obligación como presidente del Gobierno, ante crisis como esta, es mantener abiertos los cauces de interlocución con el líder de la oposición.

Ha sido Pablo Casado quien ha llamado a Pedro Sánchez para expresarle su apoyo al despliegue militar de España. Y lo ha hecho por lealtad institucional. Porque por encima de cualquier diferencia están los intereses nacionales, algo que es incapaz de entender un presidente del Gobierno que  ha hecho de la soberbia y la vanidad pilares de su estrategia política.

En situaciones como esta se conoce la pasta de la que están hechos los dirigentes políticos. Y la pasta de Sánchez -a la vista queda- es de una presuntuosidad insoportable. Tiene 120 escaños en el Congreso y se comporta como si dispusiera de una cómoda mayoría absoluta. Ni en ese caso estaría justificado su desplante al líder de la oposición, pero es que  Sánchez  gobierna en minoría con una arrogancia insufrible.

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