El no tan discreto encanto de la megasede podemita

El no tan discreto encanto de la megasede podemita

Poco queda ya de aquella indignación que recorrió las calles de España hace algo más de cinco años; el populismo, afortunadamente, comienza a declinar. Iniciamos ahora un nuevo ciclo cuyo horizonte parece ser el lento regreso al bipartidismo. Y en este nuevo marco, todo indica que el PSOE, hoy por hoy, tiene una ventaja notable sobre las fuerzas del centroderecha. El manejo de los tempos y el diseño de una estrategia acorde con los mismos será la llave que de nuevo lleve al centroderecha al poder.

En lo que a la izquierda radical se refiere, este nuevo escenario no quiere decir que Podemos vaya a desaparecer de un día para otro del Parlamento. Su destino, eso sí, tiende a ocupar el espacio ideológico de la antigua Izquierda Unida, con todo lo que ello conlleva a efectos prácticos: cargos y sueldos de diputados, asesores, cierto eco mediático y el liderazgo social dentro del estrecho pero siempre chisporroteante mundo del comunismo y las fuerzas antisistema. No significa asaltar los cielos, pero tampoco es mala vida.

La reforma de la megasede de Podemos hay que entenderla dentro de esta dinámica de aburguesamiento que el líder de la formación, Pablo Iglesias, ha iniciado de un tiempo a esta parte: el casoplón de Galapagar, colocar a su pareja como número dos de la formación, la fusión en las Cortes de tres despachos en uno y, ahora, acometer la reforma de su nueva sede. Por el dinero que en ello se están gastando y el proyecto final que tienen en mente, más parece la apertura de una tienda de Apple que el lugar de encuentro y reunión de un partido guiado por la conciencia de clase y al servicio de la lucha por los trabajadores.

Conste que nada tenemos que objetar a la reforma en cuanto tal, pues en este periódico, al contrario que en Podemos, no estamos en contra de la libertad de mercado y el afán por la excelencia. Lo que sin embargo ya resulta más cuestionable es el incumplimiento de la normativa de contratos y la falta de transparencia con la que Podemos está realizando todas estas reformas. Como siempre, en Podemos la distancia entre la prédica y el ejemplo es muy grande, inmensamente grande.

 

 

 

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