No es una reforma, es un parche

La ley de reforma de las pensiones del Gobierno socialcomunista es un parche que deja al sistema sin factor de sostenibilidad al menos hasta 2027 y que liga el alza al IPC. O sea, se prescinde de un mecanismo de contención  del gasto y, como suele ser habitual, se traslada la patata caliente al que venga después. Según un informe de la Airef, lo que pretende Pedro Sánchez incrementará la deuda pública, porque, si el gasto «no es compensado con ingresos adicionales, conllevará un aumento significativo del endeudamiento desde unos niveles históricamente elevados».

Lo que ha hecho el Ejecutivo es limitarse a trasladar ingresos por impuestos del Estado al capítulo de la Seguridad Social, sin generar fuentes adicionales de ingresos. Lo más fácil y lo más inconveniente. Da toda la sensación de que la reforma no es más que un lavado de cara, un intento de Sánchez de ganar tiempo.  Cómo será la cosa que los técnicos de Airef  consideran que con el planteamiento del Gobierno la deuda aumentaría 10 puntos porcentuales adicionales en 2050, alcanzando el 175 % del PIB». Una sangría de proporciones siderales.

¿Qué es lo que ha hecho el Ejecutivo? Pues dejar en suspenso el coeficiente que vincula las pensiones a la esperanza de vida, una medida del PP adoptada para evitar que la caja se agote y los futuros jubilados se queden sin pensión. El anteproyecto del Gobierno implica la eliminación de este factor de corrección del pago de las pensiones en el escenario actual. Dice que a partir de 2027 entraría en vigor otro sistema de control, pero los detalles del mismo están sin concretar todavía, porque Sánchez no quiere ni por asomo adoptar medidas que puedan enfrentarle al colectivo de pensionistas Y mientras, la Seguridad Social cerró 2020 con unos ingresos de 152.044 millones de euros y unos gastos de 171.883 millones de euros. Es decir, con un déficit oficial de 19.839 millones. Conclusión: Sánchez ha decidido no coger el toro por los cuernos. «El que venga después, que arree»