No humilla quien quiere, sino quien puede, Pedro Sánchez

No humilla quien quiere, sino quien puede, Pedro Sánchez

El diplomático Fernando Villalonga, profesional de larga trayectoria, purgado de su puesto de cónsul en Rabat por denunciar en una entrevista vínculos del PSOE y Podemos con el régimen de Venezuela, sigue sufriendo el castigo de Pedro Sánchez: le ha enviado a montar una guardería en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. Así se las gasta el socialcomunismo: o estas con él o te hace la vida imposible. Villalonga, secretario de Estado de Cooperación y para Iberoamérica entre 1996 y 2000, embajador en Brasil entre 2017 y 2018, uno de los diplomáticos con mayor experiencia y nivel del cuerpo, está sufriendo el acoso indecente de un Ejecutivo que ahora pretende humillarle con un destino impropio para su categoría. Su caso es sangrante, pero no muy distinto del otros funcionarios que están sufriendo en sus carnes el rodillo totalitario de un Gobierno que ha entrado a saco en la carrera diplomática, sometida a la ideología sectaria de un Ejecutivo que ha puesto en marcha una purga de dimensiones colosales.

Villalonga aceptó la dimisión en noviembre de 2020 «por razones personales», una forma elegante de acatar una decisión injusta. A Sánchez no le bastó con cesarle de su cargo de cónsul en Rabat, sino que de regreso a España quiso darle un escarmiento por atreverse a cuestionar al Gobierno. Que no se equivoque Sánchez: no humilla quien quiere, sino quien puede;  la trayectoria diplomática de Villalonga está muy por encima de la mezquina venganza de un presidente del Gobierno que ha quedado retratado como esos personajes menores que, en su afán de demostrar quién manda, se comporta con una prepotencia que le delata. Hasta la propia UGT, sindicato tradicionalmente hermanado con el PSOE, salió en defensa del cónsul defenestrado: «Ningún partido debe atentar contra la libertad de expresión»; «todo funcionario tiene derecho a expresar sus opiniones y si éste ha cometido algún tipo de falta debe ser sancionado previo expediente disciplinario»; «si alguna persona o institución, en este caso el PSOE, se siente perjudicado debe denunciarlo y que sea la Justicia quien decida».

Pero Sánchez, lejos de entrar en razón, ha ido más allá. En todo caso, Villalonga, montando una guardería en el Ministerio de Exteriores, tiene más dignidad que este presidente del Gobierno con ínfulas de sargento chusquero.

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