Montero acusa a su propio Gobierno de «promover la cultura de la violación»

Irene Montero
Montero acusa a su propio Gobierno de "promover la cultura de la violación"

La ministra que por su supina ignorancia e incapacidad ha permitido que la ley del ‘sólo sí es sí’ se haya convertido en la gran aliada de los agresores sexuales se ha permitido acusar al PP de «promover la cultura de la violación», una acusación infecta que revela el grado de ignominia de quien, por su contumacia en el error, ha beneficiado a decenas de violadores que han visto reducidas sus penas o puestos en libertad. La acusación de Montero utilizó como pretexto una campaña publicitaria de la Comunidad de Madrid en la que se afirma. «Vigila tu copa, mujer, cuando salgas por la noche». En la mente desarticulada de Montero este mensaje supone «culpar y responsabilizar a las víctimas de las agresiones sexuales» y además «promueve la cultura de la violación que pone en cuestión la credibilidad de las víctimas». Pues bien, el Ministerio de Justicia, que dirige la socialista Pilar Llop, ha diseñado una campaña de publicidad contra la violencia sexual y la sumisión química que lleva por título Protégete a ti misma y a otras personas de los delitos de violencia sexual facilitados por sustancias psicoactivas. Con esta acción, que pone el foco en la autoprotección de la mujer, pidiéndole incluso que «no deje desatendida su bebida ni cuando vaya al baño», es el mismo Gobierno de Irene Montero el que también, según el criterio de la ministra podemita, fomentaría la «cultura de la violación».

Lo que le pasa a esta energúmena es que su soberbia le impide reconocer que su ley ha permitido que violadores hayan visto rebajadas sus penas y ha decidido pasar al ataque culpando a todos -incluso a su propio Gobierno- de crear el sustrato social para que aumenten las violaciones. Porque si hay alguien que ha contribuido decisivamente con una ley infumable a que los agresores sexuales se vayan de rositas es Irene Montero, incapaz de asumir su responsabilidad y presentar, por una elemental cuestión de dignidad, su dimisión.

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