Al menos queda un Espada en Sevilla

La máquina de imprimir indultos en el Boletín Oficial del Estado ya se ha puesto en marcha. En este caso para un asunto de gran corrupción económica y política. Una vez que la familia de José Antonio Griñán lo ha solicitado formalmente, se ha abierto la ventanilla para que los amigos y conmilitones del condenado a seis años de cárcel por un delito continuado pidan al Consejo de Ministros que le indulte.

Ya sabemos que los ex presidentes González y Zapatero se han apuntado los primeros, seguidos de nombres señeros del socialismo histórico. Hay pocas dudas respecto a que la petición tendrá fin provechoso. Da igual que da lo mismo que en su día, el señor Sánchez se comprometiera a no indultar delitos de corrupción, incluso, pedía que se devolviera hasta el último céntimo de lo robado. Las promesas a este sujeto son meros juegos malabares.

Ya avaló en su día a la ministra de Hacienda para que no se pidiera oficialmente la restitución del inmenso latrocinio producido durante muchos años en las administraciones socialistas andaluzas. A partir de ahí, ¿quién puede creer de buena fe en estos cuatreros? “Es uno de los nuestros”, se oye decir en los ambientes socialistas… ¡Claro! Ya sabemos que El País no ha hecho ningún suplemento especial con los más de mil millones malversados, ni la Ser programas especiales. Sólo les interesan los temas Gürtel, que está muy bien, pero una mínima ascética de la objetividad les acercaría a hechos gravísimos perpetrados por sus amigos durante 40 años en Andalucía. Luego viene esa defensa numantina del sanchismo depredador con un sectarismo que les lleva a aplaudir una inflación del 10,4 % titulando sin rubor que la misma da una tregua… ¡Mare de Déu!.

En medio de este paisaje se ha alzado la voz de Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz, quien blandiendo el código ético del partido, se niega a firmar la petición de indulto. ¡Con un par! Espadas sabe lo que políticamente va a costar ese indulto al PSOE.