Inflación, deuda y estancamiento: el Gobierno del descontento

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Inflación, deuda y estancamiento

Se han cumplido estos días cuatro años desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa a lomos de una coalición bautizada como Gobierno Frankenstein, pues con sólo 84 escaños se aupaba a la Presidencia del Gobierno gracias al apoyo de una amalgama formada por los comunistas de Podemos, los independentistas de ERC, el PNV y los herederos del brazo político de la banda terrorista ETA.

Durante estos cuatro años, el presidente Sánchez ha realizado multitud de concesiones a sus socios con el único propósito de mantenerse en el poder, con el terrible coste que supone para España. En materia económica, eso ha supuesto el aplicar una política económica equivocada, de intenso gasto, que ha elevado el déficit y la deuda hasta niveles desconocidos.

Es obvio que en medio ha habido una pandemia y ahora influyen los efectos derivados de la guerra de Ucrania, pero la tendencia y el devenir estructural de nuestra economía no se debe a ninguno de dichas circunstancias, sino a las decisiones adoptadas por el Gobierno.

Así, de toda la UE, España ha sido el país que ha combinado unos mayores déficit y deuda, debido al volumen ingente de gasto. Lo preocupante no es que durante la pandemia se incrementase el gasto, sino que el mismo no fuese coyuntural, de manera que el presidente Sánchez lo ha transformado en estructural, que es lo grave. Eso deja a España atada de pies y manos, sin capacidad de reacción en un momento en el que cualquier adversidad adicional -como la de la guerra- puede ralentizar más la economía sin que España tenga margen para contrarrestar la caída. Del mismo modo, esa mala gestión del Gobierno hace que España sea el país de la eurozona que más tarde vaya a recuperar los niveles de PIB (en términos reales) previos a la pandemia.

De esa manera, Sánchez, con su equivocada política económica, ha acentuado los desequilibrios. Su balance no puede ser peor:

  • En el IITR-2018, al llegar Sánchez al Gobierno, la economía española crecía un 0,5% intertrimestral. Ahora, en el ITR-2022, pese a venir de niveles más bajos y tener que recuperarse la economía con más fuerza, el crecimiento es menor, quedándose en un 0,3%.
  • El número de empresas disueltas es 67,8 puntos mayor que en mayo de 2018.
  • El comercio minorista crece 3,3 puntos menos que cuando Sánchez accedió al Gobierno.
  • Sigue sin recuperarse el número de turistas, de manera que se reciben 1,4 millones de viajeros que en mayo de 2018.
  • La inseguridad jurídica y la incertidumbre creadas por el Gobierno hace que se reciban 5.913,4 millones de euros menos en inversión extranjera que en el IITR-2018.
  • La deuda ha crecido desde entonces en 296.611 millones de euros.
  • La inflación es 11 puntos superior a la de mayo de 2018. Si hablamos de la subyacente, es 6,7 puntos mayor que al llegar Sánchez al Gobierno.

Pese a que entre los ERTE, el empleo público creado, la prohibición de despedir durante varios meses tras acogerse a un ERTE y la obligatoriedad de convertir los contratos temporales en fijos-discontinuos (que evitará que al cesar la actividad contabilicen como parados), se crea un artificio en el mercado laboral, la situación es muy preocupante, con una inflación desbocada, una política energética fracasada, que eleva más y más los costes de energía y una incapacidad manifiesta del Gobierno por enderezar la situación.

Puede tratar de agarrarse a los datos macroeconómicos un tiempo, pero la realidad económica de familias y empresas se anticipa a dichos registros: las familias tienen dificultades para pagar el recibo de la luz, muchas ya no pueden llenar el depósito del coche y si van al supermercado compran menos productos y gastan más dinero, mientras el Gobierno incrementa la recaudación debido a la inflación, a costa de la asfixia de familias y empresas. Del mismo modo, muchas industrias tienen que parar su producción por la imposibilidad de soportar el incremento de los costes.

En definitiva, la equivocada política económica del Gobierno intensifica la inflación en España. Al presionar más los cuellos de botella por el incremento de gasto público, hace perder poder adquisitivo a las familias y asfixia a las empresas: más inflación, más deuda y estancamiento. Es decir, empobrece a toda la economía española. Ése es el balance real del Gobierno del presidente Sánchez, un gabinete acabado que se ha convertido en el Gobierno del descontento.

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